El Magazín Cultural

El día de las lenguas nativas recuerda la importancia de preservar los saberes

Para conmemorar esta fecha de inclusión, el Ministerio de Cultura ha traducido el Acuerdo de Paz entre el Gobierno y las Farc a las 68 lenguas nativas del país.

Maria Paula Lizarazo
21 de febrero de 2018 - 02:00 a. m.
En el trabajo de traducción de los acuerdos de paz participaron 150 personas, entre intérpretes, traductores, hablantes y abogados.  / Juan David Padilla-Ministerio de Cultura
En el trabajo de traducción de los acuerdos de paz participaron 150 personas, entre intérpretes, traductores, hablantes y abogados. / Juan David Padilla-Ministerio de Cultura
Foto: @edwardloram

De las 68 lenguas nativas en Colombia, 65 son indígenas, dos son criollas (una de San Basilio de Palenque y la otra de San Andrés, Providencia y Santa Catalina) y una es romaní (del pueblo gitano); aproximadamente 850.000 personas las hablan. Pero dichas lenguas –consideradas patrimonio inmaterial– están expuestas, en distinta medida, a la extinción, a causa de que cada vez menos integrantes de las comunidades las hablan, pues las nuevas generaciones se ven en la necesidad de aprender otra lengua más extendida, hablada por un colectivo preponderante.

En conmemoración del Día Nacional de las Lenguas Nativas, Moisés Medrano, director del área de Poblaciones del Ministerio de Cultura, habló para El Espectador. Si bien una de las alternativas para la conservación de las lenguas nativas es el registro escrito, desde el mismo Ministerio se apoyó la traducción del Acuerdo de Paz con las Farc a estas lenguas, como cumplimiento de los derechos culturales de las 850.000 personas que las hablan. Fue un proyecto en el que se involucraron 150 participantes, como hablantes de las lenguas, autoridades indígenas traductores, intérpretes, etnoeducadores, lingüistas, abogados, entre otros.

¿Qué es lo más importante de tener el Acuerdo de Paz en lenguas nativas?

No hay una mejor manera de expresar los sentimientos que en la lengua materna, entonces, tener la posibilidad de un asunto tan sustancial como que el Acuerdo de Paz se diga en todas las lenguas nativas y criollas, es una oportunidad importante para garantizar que las comunidades tengan una apropiación mayor de lo que significan la paz y la convivencia en una sociedad que ha estado en conflicto los últimos 50 años.

¿De qué modo, entonces, los pueblos nativos participarán de este posconflicto?

Los pueblos indígenas han sido identificados como unos de los colectivos de la sociedad colombiana que tuvieron mayor afectación por el conflicto armado. Esta afectación ha generado lo que se conoce en la Ley de Víctimas como daño cultural, que implica el impedimento que los actores armados ejercían para el desarrollo de las actividades culturales, inclusive, para hablar en las propias lenguas. El Ministerio de Cultura ha generado un esquema de preparación colectiva en el que la diversidad lingüística tiene un papel fundamental: se están haciendo traducciones de documentos legislativos, se están poniendo en las manos de los pueblos indígenas sentencias de la Corte, órdenes de la Corte, medidas cautelares, de manera que los pueblos indígenas puedan conocer cómo se generan mecanismos de protección que contribuyen a la realización de un derecho que adeuda el país, que es el tema de los derechos culturales.

¿Qué mecanismos pedagógicos ha pensado o implementado el Gobierno para que las traducciones verdaderamente sean aprehendidas por los pueblos nativos?

Se ha implicado el uso de las emisoras indígenas, comunitarias, de la Policía, del Ejército, la Radio Nacional de Colombia. Se pudo, además, imprimir el documento, que se ha divulgado. Y los mismos traductores e intérpretes que se involucraron activamente durante el proceso de traducciones, desarrollaron en cada una de sus comunidades unas sesiones de socialización de los documentos que produjeron.

¿Considera que estas traducciones, además, contribuyen a la preservación y la protección de este patrimonio inmaterial que son las lenguas nativas?

Contribuyen fundamentalmente. Quiero resaltar que la diversidad lingüística es uno de los derechos culturales y el país tiene una deuda en lo que significa el respeto por estos, el derecho a la identidad, a la participación efectiva en la cultura, el reconocimiento y el respeto por las identidades diversas. Creo que como sociedad tenemos todavía una serie de dificultades para entender lo que significa contar con 102 pueblos indígenas, contar con cuatro colectivos diferenciados alrededor del universo cultural afrodescendiente, saber que tenemos pueblos gitanos sedentarizados en las capitales –pero que conservan sus tradiciones más fuertes–, entender que la lengua de señas forma parte de la diversidad lingüística del país. No generar escenarios de burla a partir de las diferencias culturales es un asunto que en la cotidianidad todavía requiere un espacio de trabajo de las entidades públicas, del sistema educativo y en general de los ciudadanos colombianos. ; pasar de la dimensión normativa a la dimensión activa significa eliminar la discriminación y el racismo, eliminar las burlas a partir de elementos identitarios.

¿Qué podemos hacer los colombianos para contribuir a la preservación de estas lenguas?

La preservación de la diversidad lingüística implica, por ejemplo, la señaléctica en los lugares públicos. Cada año vienen alrededor de 60 pueblos indígenas a la Fiesta de las Lenguas a establecer un diálogo con los jóvenes y niños, y a consolidar en la Feria Internacional del Libro un espacio dedicado a la preservación lingüística, lo cual ha logrado permear los diferentes escenarios de carácter público: hemos puesto la diversidad lingüística en el paisaje público y cultural urbano de Colombia. Un componente fundamental sería que en los medios de comunicación se empiece a familiarizar al espectador con las expresiones lingüísticas de las comunidades palenqueras, de los raizales, de los 65 pueblos indígenas. Y en el caso de las lenguas que ya están extintas, la Ley de Lenguas ordena que se hagan los procesos de reivindicación, que tienen que ver con la reconstrucción histórica de los vestigios que esas lenguas han dejado en la cotidianidad de la sociedad.

También hay una importante posibilidad de reconocimiento a partir de la estructuración de mecanismos que permitan que, por ejemplo, comunidades en situación de riesgo puedan tener espacios en los medios de comunicación para expresar todos sus problemas, para poder establecer un diálogo con la sociedad colombiana: qué interesante sería conectar los derechos culturales con, por ejemplo, el derecho fundamental a la vida [caso wayuu], ahí tendríamos una clave importante para lograr una mayor humanización de la sociedad.

 

Por Maria Paula Lizarazo

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