El Magazín Cultural

Espacios independientes: que no cunda el pánico

Hasta el 29 de febrero se presentará una programación pública generada desde el trabajo colaborativo con artistas que se cuestionan cómo abordar actualmente la gestión en espacios independientes.

Sandra Fernández
18 de febrero de 2020 - 01:30 a. m.
El nuevo espacio de Odeón, una oportunidad para reflexionar desde el arte. /  Cortesía: Espacio Odeón. Fotografías: Ambienta familiar
El nuevo espacio de Odeón, una oportunidad para reflexionar desde el arte. / Cortesía: Espacio Odeón. Fotografías: Ambienta familiar

Recordando mientras escucha un bolero, una mujer envuelta en su tristeza aparece en una atmósfera dramática con lámparas y flores que se esconden tras las cortinas. Los espectadores recrean el ojo desde sus mesas de entretenimiento. Acciones andantes de distintos tipos revolotean en un edificio antiguo y en ruina en el centro histórico de la ciudad. En el sótano, las plantas se extienden en las sombras con espejos que recobran la importancia de su cuidado, actores importantes en el juego de azar entre el cemento y la botánica de la ciudad. En el segundo piso, un par de boxeadoras entrena con vehemencia mientras el sudor dibuja en sus caras el miedo y las ansias de enfrentar a su oponente; en otro espacio, desechos de ciudad y objetos que la adornan se convierten en muebles disponibles para habitar mientras salen a la luz como una posible solución futurista.

El asistente se convierte en hacedor de experiencias interviniendo en la diversidad de actividades, laboratorios, exposiciones y performances que se acomodan en Que no cunda el pánico (¿hay otras maneras?) en el Espacio Odeón, experiencia que permite conocer cómo a partir del trabajo colaborativo surge un programa público que destaca ese andar que durante el trayecto permite actuar en futuros posibles que se sirven sobre la mesa.

Le sugerimos leer: Miguel Uribe y su fábrica de recuerdos

“En este programa público nos preguntamos cómo nos podemos imaginar otra forma de estar en este mundo, otra manera de vivir juntos, de cómo podemos crear pequeños mundos en donde se pueda contrarrestar el impacto que tienen un montón de políticas neoliberales, fascistas, excluyentes, una cantidad de cosas que conocemos y que creemos que desde la imaginación que permite el arte y desde los encuentros, se pueden hacer cambios en esos sistemas”, explica la curadora de Espacio Odeón, Alejandra Sarria, sobre el contenido que se planteó para desarrollar este proyecto que surgió como una convocatoria abierta realizada en 2019 y que seleccionó 23 propuestas que trabajarían de manera colaborativa sin perder la autonomía.

La idea de trabajar conjuntamente consistía en reflexionar sobre la situación actual de las artes en el país, esta premisa ligada al trabajo de espacios independientes y autogestionados que anualmente deben conseguirse el presupuesto para sostener sus proyectos. Es así que colectivos y artistas se encuentran con el Espacio Odeón, que aportaba para este programa público el espacio, el trabajo de curaduría y de producción, el trabajo de asesoría, los materiales y equipo, mientras los artistas debían poner sus proyectos y los recursos para llevarlos a cabo.

Con tanta variedad, entonces, Que no cunda el pánico (¿hay otras maneras?) abrió su espectro y en vez de convertirse en una muestra resultado de procesos, se convirtió en un programa público con exposiciones, curadurías y una programación relacionada con el performance, el teatro, la danza y la música, que son desarrollados en laboratorios, talleres y semilleros.

“Espacio Odeón opera con un presupuesto gestionado por nosotras, que somos las integrantes año a año, incluyendo las becas a las que tenemos que aplicar todos los años sin recibir ningún subsidio permanente. Entonces hay que pensar en eventos que puedan tener interés en las empresas privadas, que por lo general no son las exposiciones de arte”, dice Sarria sobre el funcionamiento de un lugar independiente, un modelo que implica que los espacios independientes se distancien cada vez más y en vez de crear una red artística que conviva como una especie de tejido que se alimenta el uno al otro fortaleciendo sus proyectos, se encuentra en constante lucha por aplicar a becas para conseguir presupuesto o competir por algún patrocinador privado que pueda generar ingresos para llevar a cabo la programación de estos espacios.

Fue así que nació este programa público, en el que no existe pánico, porque sí hay futuros posibles y una salida desde el arte a pesar de las contingencias políticas y sociales que generan disputas, y que propone experiencias únicas, desde su manera inusual de mostrar proyectos poco convencionales, hasta involucrar totalmente al público como generador de nuevos mundos a partir de semillas artísticas, sugiriendo así Alejandra Sarria: “El medio cultural es muy frágil por esta relación de economías y de bajos presupuestos, falta de recursos y demás… entonces la competitividad nos hace alejarnos. La realidad es que en la medida en que no nos unamos somos más frágiles. Por eso, nos interesa ser un catalizador para que esto se genere mucho más, que se generen vínculos y redes que fortalezcan el sector y que lo fortalezcan entendiendo que no es un sector, porque acá está el arte contemporáneo, el teatro, la música, para trabajar conjuntamente y fortalecernos”.

Si le interesa, lo invitamos a leer: Más bandido que Carracuca

Que no cunda el pánico (¿hay otras maneras?) recibe al público con un letrero que dice “Hoy” en el ventanal del edificio, una invitación a conocer la programación que cambia diariamente, pero que también se reconoce como una obra del artista José Ruiz Díaz, que surge a partir de un artículo publicado en El Espectador en 1987 sobre la remodelación del Teatro TPB, afirmando a partir de una imagen las transformaciones que serían una realidad. Aquel artículo nunca narró lo que realmente iba a pasar, porque la remodelación del TPB no tuvo mejoras relevantes, por lo tanto, el “hoy” anunciado en el periódico nunca se hizo realidad y en palabras del artista: “Lo que sucede hoy, pudo haber sucedido ayer, hace tres años o hace 100 años, o puede que suceda mañana”. Una palabra que no define las acciones que se manifiestan en 24 horas, porque todo se transforma, una idea de un futuro sobre cómo nada es permanente, incitando al cambio y a las oportunidades de prosperar trabajando de manera colaborativa.

Por Sandra Fernández

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar