El Magazín Cultural

Nureyev, el ballet como arma en la Guerra Fría

El aclamado documental sobre la vida de este bailarín soviético, dirigido por los hermanos Morris, será presentado en Colombia del 7 al 10 de febrero.

María Mónica Monsalve S. /@mariamonic91
03 de febrero de 2019 - 02:00 a. m.
El ruso Rudólf Jamétovich Nureyev (1938-1993) es recordado como el gigante del ballet.  / Cortesía SíhayCine
El ruso Rudólf Jamétovich Nureyev (1938-1993) es recordado como el gigante del ballet. / Cortesía SíhayCine

Rudolf Nureyev era una pantera humana; casi un animal cuando subía al escenario. Con sangre de tártaro, Nureyev representaba todo lo que es realmente el ballet: fuerza, agilidad, disciplina, atletismo, carácter y exageradas dosis de pasión. Su nombre, Rudolf Nureyev, no es extraño para los que se mueven en el mundo de la danza, aun cuando han pasado más de veinte años de su muerte, apagado por el sida en 1993.

Así como la música tuvo su beatlemanía, Nureyev le dio al mundo una “balletmanía” y, con solo su danza, cruzó las fronteras del pop y la aristocracia. Destrozó las barreras geopolíticas y, en cambio, se convirtió en un arma. En el arma que fue el ballet en medio de la Guerra Fría. Una poderosa imagen que queda clara en el documental sobre su vida Nureyev: libertad, revolución, danza, dirigido por unos hermanos ya nominados al BAFTA: Jacqui y David Morris.

Nureyev nació en una estación de tren en Irkutsk (Rusia), mientras su madre viajaba desde Siberia hasta Vladivostok, donde su padre trabajaba en el Ejército Rojo. Se filtró al ballet por medio de las danzas folclóricas. Pasó un tiempo en Leningrado y, ágil, como era, llegó al ballet de Kirov, donde no se demoró en ser solista. Se rodeó de intelectuales y críticos de una Unión Soviética que les vetaba oír cierto tipo de música. Como parte de una guerra fría cultural, que quería demostrar quién era más fuerte en la danza, viajó a hacer una gira por Francia con su compañía.

Su personalidad y éxito en el escenario no les gustaron a los soviéticos. La gente hablaba más de Nureyev que del ballet de Kirov. A él lo llamaron de vuelta, lo sacaron de la gira, pero Nureyev se refugió en Francia. Sus amigos, olvidados en la Unión Soviética, fueron perseguidos: les negaron trabajo y acceso a la salud. A su madre la obligaron a denunciarlo como enemigo públicamente.

Pero Nureyev respondió con su arma más poderosa: la danza. Fue invitado al Royal Ballet de Londres (Reino Unido) y terminó por convertirse en una figura pública junto a la famosa bailarina inglesa Margot Fonteyn. Se trataba de una pareja del ballet polémica, no solo porque ella le doblaba la edad a él, sino porque, en medio de la carrera de la Guerra Fría, un soviético, con diez años de condena encima, y una inglesa podían moverse en perfecta sincronía. Era demostrar que el ballet y la danza están por encima de cualquier geopolítica.

Estos episodios, que no son más que mínimos fragmentos de lo que fue su vida, son relatados con un perfecto ritmo en el documental. Una vida que es contada por medio de testimonios, entrevistas, imágenes inéditas de sus ensayos, pero, sobre todo, puestas en escena coreografiadas por Russell Maliphant, bailarín del Royal Ballet, y con la emotiva música compuesta por Alex Baranowski.

A quienes bailamos ballet, la vida de Nureyev nos recuerda que la danza es más que un ejercicio, es un planteamiento de cómo vivir la vida diferente; que el ballet es un arma cargada de poder que ha esquivado regímenes políticos, la caída de clases económicas y los mandatos autoritarios; que, como lo sentía Nureyev, la danza es una nacionalidad de la que no puedes ser exiliado, existe en nuestros cuerpos.

Pero para los que no son cercanos al ballet, la vida de Nureyev también está cargada de lecciones. Recuerda hasta dónde puede llegar un refugiado, el poder de un migrante y de aquellos que crecieron en familias rodeados de mujeres, con padres ausentes. Es un recorrido, quizá no contado, sobre una carrera paralela a la carrera espacial que se dio durante la Guerra Fría: la de la danza y el ballet, como fuerza cultural.

 

  • ¿Dónde ver el documental?
Bogotá, Medellín y Cali: El 7 y 8 de febrero en Cine Colombia, a las 8:00 pm. El 9 y 10 de febrero en Cine Colombia, a las 12:00 am.

Barranquilla, Bucaramanga, Cartagena, Ibagué, Manizales, Popayán, Villavicencio, Armenia y Pereira: El 9 y 10 de febrero en Cine Colombia, a las 12:00 am.

Boletas: desde $15.000 a $26.000, con descuento para estudiantes.

 

Por María Mónica Monsalve S. /@mariamonic91

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