El Magazín Cultural

Tormenta, desolación y soledad en el Colón

El Teatro Colón abre sus puertas para presentar una nueva versión del clásico “Woyzeck” en teatro físico sobre al agua.

Carolina Guatava R.
28 de junio de 2019 - 02:00 a. m.
Cuando el alma de un hombre común estalla, toda la humanidad que le rodea tiembla. Así es Woyzeck y su abismo personal.  / Foto cortesía: Juan David Padilla
Cuando el alma de un hombre común estalla, toda la humanidad que le rodea tiembla. Así es Woyzeck y su abismo personal. / Foto cortesía: Juan David Padilla

Un arriesgado montaje que se toma el escenario por completo. Actores llenos de sensaciones que embriagan al público. Una lluvia constante que se convierte en conductor de la historia de un hombre que cuenta la historia de toda la humanidad. La nueva adaptación del clásico Woyzeck es una apuesta del Teatro Colón bajo la mirada del director colombiano Jimmy Rangel, que el público podrá disfrutar desde esta semana. Es un relato lleno de nostalgia, traición, desengaño y desolación que contrasta con un majestuoso espacio transformado por la directora de arte Laura Villegas.

Una obra inconclusa, como es el caso de esta precursora del expresionismo alemán, permite contar la vida misma. Desolación y tormenta son representados por Felipe Botero y Carolina Ramírez, respectivamente. Con un juego de actores, bailarines y cantantes que usan la danza y el teatro físico sobre el agua como forma de expresión. Este clásico de la dramaturgia permite a los personajes contar y actuar dentro de un espacio de tres dimensiones que reflejan el estado esquizofrénico y depresivo del protagonista.

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Utilizar un espacio de por sí imponente, como lo es el Teatro Colón, permitió a Rangel mostrar el desborde creativo que venía trabajando durante más de dos años. “Era una propuesta grande, arriesgada no solo en producción, también en lo económico. Fue un encierro de seis meses continuos, de los cuales tres han sido de ensayo constante, todos los días, cinco horas diarias. La obra requería de actores comprometidos, una exigencia de tiempo completo y un ejercicio de fortaleza física. Lograr hacer el montaje en el Colón es replantear la visión de un escenario tan tradicional como este, es ponerlo de cara a lo contemporáneo, hablarle a la sala y pedirle que salga de su zona de confort”.

Esta puesta en escena logra apoderarse de todo el lugar y llevar al público a ver y sentir ese abismo que somos como seres humanos. La música es otro de los componentes que cautiva de principio a fin. Un piano en vivo y cantantes en escena transportan al observador al complejo mundo del protagonista. Como asegura Rangel, “es una obra que habla sobre la vida y su fragilidad. El frío, lo peligroso de caerse, de golpearse. Esos fueron impulsos primordiales para hacer la obra: el estar al borde del abismo, en el límite. Todo ser humano es un abismo y siempre está a punto de caer”.

Felipe Botero , quien interpreta a Woyzeck, dice: “No es fácil interpretar a este personaje. Pienso que es una obra pertinente y actual que se pregunta sobre el individuo y el sistema: quién trabaja para quién, qué estás dispuesto a hacer, en qué momento llegas a ese abismo que todos tenemos y cómo llegas hasta allá”. Junto a Restrepo está Carolina Ramírez, quien representa a María. “Ella es la tormenta y es el detonante de esa locura que arrastra Woyzeck; víctima del mundo y del contexto que vive. María es como ese clic que hace a Woyzeck convertirse en el hombre que la sociedad desea que sea, él en esencia es bueno”. A los dos protagonistas los acompaña un elenco de artistas interdisciplinarios: actores que bailan, bailarines que actúan, cantantes que actúan y bailan. Una performance compleja de hora y cuarenta que siempre mantiene a los actores en escena.

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De fondo hay un cuadro de doce metros de ancho por tres de alto similar a un cubo, que representa el encierro. Villegas, directora de arte y encargada del concepto artístico del montaje cuenta: “En mi trabajo lo más importante no es llegar a la ilustración de las cosas, sino entender los temas principales de la obra y traducirlos en un lenguaje teatral casi imperceptible a la hora de verlo. En esta propuesta están incorporadas estructuras metálicas muy limpias que permiten a los actores encarnar sus personajes. Una estructura que representa la clase obrera y que no marca una época o un lugar específicos. Y el principal tema es el agua, vista desde la sensación de ahogo del personaje y cómo ese elemento lo va consumiendo e invade el espacio”.

Por Carolina Guatava R.

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