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Análisis: Cuba y la “amenaza terrorista” del Eln

Lo que hay que ponderar es la manera correcta de actuar frente a una información que involucra un “ataque militar” de imprevisibles resultados. La Embajada de Cuba ha actuado con prudencia, celeridad y certeza.

Carlos Medina Gallego*
10 de febrero de 2021 - 12:00 p. m.
En las últimas tres décadas, el Eln y los gobiernos colombianos han sostenido diálogos de paz varias veces sin que culminen en acuerdo.
En las últimas tres décadas, el Eln y los gobiernos colombianos han sostenido diálogos de paz varias veces sin que culminen en acuerdo.
Foto: AFP

De una manera inédita en la historia de las relaciones bilaterales, la Embajada de Cuba en Bogotá puso en sobre aviso a la Cancillería colombiana, y por su intermedio al Gobierno, de la posibilidad de un “ataque militar” del Eln, por parte de la estructura con mayor capacidad operativa que tiene esa organización y corresponsable del atentado a la Escuela de Cadetes General Francisco de Paula Santander en enero de 2019, el Frente de Guerra Oriental.

La situación de Cuba es absolutamente complicada a este respecto debido al estancamiento de las conversaciones de paz, que se venían desarrollando en La Habana, y al incumplimiento del gobierno del presidente Iván Duque Márquez de los protocolos de regreso de la delegación de esa guerrilla, que quedó atrapada en la isla, involucrando al gobierno cubano en una compleja situación diplomática, debido a su compromiso de cumplir, conforme al Derecho Internacional, con lo acordado entre las partes. Desde luego, no es solo la situación de Cuba, es igualmente la situación de Noruega y de los demás países garantes, acompañantes y facilitadores de ese inconcluso proceso de paz, algunos de los cuales se han zafado de esa responsabilidad.

Cuba ha prestado un servicio invaluable a los procesos de paz de Colombia y a la solución política de sus conflictos a lo largo de más de tres décadas. Para este país, para su gobierno y para el pueblo cubano no debía existir de nuestra parte más que gratitud. Sin embargo, el Gobierno actual y su coalición, movido por el trasnochado espíritu de la guerra fría y un ponzoñoso anticomunismo, ha desconocido esa historia de servicio y contribución a la paz. Y se ha prestado de manera irresponsable para que Cuba vuelva a ingresar a la lista de países que apoyan el terrorismo, que fue una de las últimas acciones del gobierno Trump contra el gobierno cubano.

Pese a los esfuerzos que hace la comunidad internacional ante el nuevo gobierno de los Estado Unidos para rescatar a Cuba de ese tipo de señalamientos, hay necesidad de esperar que Joe Biden vaya retomando se agenda internacional y revise esta situación. Por ahora, el escenario de Cuba no es fácil, porque a la cantidad de problemas internos que tiene que resolver para garantizar los derechos a su pueblo y enfrentar la pandemia, ahora se suma la agresión permanente del orden internacional de extrema derecha y de países como Colombia.

El pronunciamiento del embajador de Cuba, José Luis Ponce en relación con las posibilidades de un “ataque Militar” por parte del Eln, genera una situación compleja y no fácil de sortear porque, como ya se ha producido, cualquier decisión que se tome va a estar llena de suspicacias. Cuba ha hecho lo que tenia que hacer en las circunstancias en que debía actuar, con claridad y transparencia. Cualquiera haya sido el mecanismo por el cual se enteró de las posibilidades de un “ataque militar”, su deber era informar a la Cancillería, para que el Gobierno tomara cartas en el asunto y eso fue lo que hizo. La denominación de “amenaza terrorista” no hace parte de la misiva de la Embajada y obedece más al lenguaje institucional y mediático del Gobierno colombiano, que desconoce la existencia del conflicto armado

La estupidez del alto comisionado para la paz, Miguel Ceballos, no tiene límites. Se irá de ese cargo como el funcionario más inepto puesto al frente de un tema tan importante como la paz del país, cuyo fundamento tiene raíces en el orden constitucional. Le entregaron un país avanzando en la solución política y lo regresa retornando a la guerra y a la violencia. Exigirle a Cuba que explique de donde obtuvo la información resulta absolutamente inadmisible. La prudencia diplomática y la garantía de seguridad de las relaciones es un principio que Cuba siempre ha tenido presente en sus relaciones diplomáticas. Total, es una demanda que no procede.

Lea también: “Quien ha puesto en problemas a Cuba ha sido el Eln”: alto comisionado para la Paz

Las relaciones de Cuba son institucionales y amplias, y su acceso a información es variada y sobre los más diversos aspectos, que incluyen incluso temas de seguridad. Lo que hay que ponderar es la manera correcta de actuar frente a una información que involucra un “ataque militar” de imprevisibles resultados. La Embajada de Cuba ha actuado con prudencia, celeridad y certeza.

Preguntémonos, por un momento y de manera hipotética, qué hubiese ocurrido si Cuba NO informa a la Cancillería el riesgo del ataque militar, este ocurre y la Inteligencia colombiana tiene conocimiento que los cubanos sabían de las posibilidades de ese hecho (…) No hubiese sido una situación fácil para la Embajada y, en general, para el Gobierno cubano. Seguramente se habrían roto las ya deterioradas relaciones y se hubiese cerrado la Embajada.

Qué tal que el “anunciado” ataque militar no fuese real y apenas constituyese un entrampamiento de la Inteligencia colombiana para involucrar al Gobierno cubano con apoyo a “terroristas”, y justificar su desafortunada postulación para ingresar a la lista de países que apoyan el terrorismo, generada durante la administración Trump. No es fácil la situación en que se encuentra Cuba frente a un gobierno que se esfuerza por involucrarlo con terroristas y desconoce la historia de su compromiso con la solución política y la paz xe los colombianos.

La consulta hecha a la delegación de paz del Eln en La Habana es apenas un acto protocolario, porque esta delegación nada puede ni debe saber de la operatividad militar de las estructuras. Está allí forzada por las circunstancias y a la espera que el Gobierno se decida a transitar la paz o se cumpla con garantías el protocolo de retorno. Pero además, por la forma en que opera el Eln, tanto en materia política como en materia militar.

Políticamente, el Eln maneja con matices sus relaciones políticas internas, con obligada subordinación de las minorías a las mayorías y a las decisiones de los eventos nacionales en sus respectivos congresos. Eso no quiere decir que no haya diferencias y tensiones, como las hay en cualquier organización, y que se creen los mecanismos para superarlas, sin rupturas. Militarmente, cada estructura opera con relativa autonomía en el marco de unas orientaciones generales. No se somete a discusión y aprobación una operación militar, sino que esta es responsabilidad de los mandos de las respectivas estructuras, que son los que deben dar razón a la Dirección Nacional y al Comando Central (COCE) de lo que hacen. Si ocurre un evento tan desafortunado y trágico como el de la Escuela de Cadetes, la Dirección Nacional y el COCE deben verificar que haya sido hecho por sus estructuras y asumir la ejecutoria y responsabilidad, como lo han hecho muchas veces.

Creo que el Gobierno cubano y, en particular, la Embajada de Cuba en Colombia, ha actuado de la manera correcta en unas circunstancias complejas y enrarecidas por la actitud del Gobierno colombiano frente al proceso de paz con el Eln y a la desafortunada e injusta sindicación de ser un gobierno que apoya el terrorismo. Lo mejor que se puede hacer para normalizar y llevar unas buenas relaciones con el pueblo y el gobierno de Cuba no es solicitar en extradición a la delegación de paz del Eln, ni ser apoyo para introducir a los cubanos en listas infames. Lo mejor es dar cumplimiento al protocolo de retorno de esa delegación al país y seguirlos combatiendo con toda la capacidad que tenga el Estado; y tramitar a través de las cancillerías los procesos y las aclaraciones que sean necesaria, con respeto y autonomía soberana. O algo más difícil para un gobierno que ha hecho de la guerra su forma de gobernar, que sería retomar la mesa de conversaciones y continuar el proceso de paz, con los ajustes que sean necesarios.

* Universidad Nacional de Colombia. Centro de pensamiento y seguimiento al Proceso de Paz.

Por Carlos Medina Gallego*

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Arnaldo(64393)10 de febrero de 2021 - 06:52 p. m.
El Señor Medina Gallego, demuestra con su artículo, además de una incultura, su ramploneria , que raya en patanería. Si no le gusta las declaraciones de algún funcionario, puede manifestarlo de formas y palabras, menos irrespetuosas. El Centro de Pensamiento de la Nacho, queda muy mal representado, con este elemento, lo mismo que el Espectador, en publicarlo ( se entiende no censura). Pobere UNal.
Luis(33414)10 de febrero de 2021 - 06:23 p. m.
Ceballos de diplomático es igual al marido que le pregunta va la mujer ¿quien le dijo que yo dije que su hijo no es mío?
Hector(70996)10 de febrero de 2021 - 05:05 p. m.
Creo que en análisis no es imparcial, si es centro de pensamiento no puede tomar partido y analizar el hecho, culpan al gobierno de Colombia sin tener todo el escenario y son groseros en la redacción, le quita legitimidad al articulo.
Alberto(3788)10 de febrero de 2021 - 04:27 p. m.
Muy equilibrado, certero y acertado este informe de Carlos Medina Gallego.
Win(76151)10 de febrero de 2021 - 02:54 p. m.
De acuerdo.
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