Cumbre Transatlántica, ¿defensa de valores o discriminación?

Se acaba de realizar en Colombia la III Cumbre Transatlántica, organizada por la Red Política por los Valores. La vida y la familia fueron los temas transversales de conversación, causando polémica dentro de las organizaciones activistas LBGT y proaborto, ante el discurso de rechazo y discriminación que propagaron los asistentes al encuentro.

Redacción Politíca
05 de abril de 2019 - 11:26 p. m.
Archivo El Espectador
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Mientras comunidades LGBT y movimientos feministas se toman las calles, las redes sociales y los recintos institucionales para hablar de diversidad y defender sus derechos, también hay quienes lo hacen para, desde la otra orilla, manifestar su inconformidad y rechazo por ese tipo de manifestaciones que, a su juicio, van en contravía del núcleo de la sociedad: la familia. Bajo esta premisa de crear y tomarse espacios, tal cual lo hacen otros grupos poblacionales, los “defensores de la vida, los principios y los valores cristianos”, como ellos mismos se definen, se dieron cita entre este jueves y viernes en el Salón Elíptico del Capitolio Nacional, en el marco de la III Cumbre Transatlántica, evento organizado por la Red Política por los Valores, cuyo eje central giró en torno a definir estrategias para afrontar lo que, es su concepto, se ha convertido en una “crisis global”.

“La crisis no es económica, política o financiera, sino de valores”, dice Jaime Mayor Oreja, presidente de la Red Política por los Valores. Y según él, esa crisis se da por un cúmulo de conceptos que se ganaron un lugar en las discusiones cotidianas y legales por la movilización de personas que exigen ampliar los modelos establecidos y acoger nuevos estilos de vida. El aborto, el matrimonio homosexual, los derechos de las parejas del mismo sexo a adoptar y conformar familia, la izquierda, la ideología de género y otros temas son los que encabezan las preocupaciones de los representantes de más de 30 países que se reunieron en torno a la Red, buscando reivindicar su noción de familia cristiana, moralidad y vida que, para ellos, está por encima de cualquier derecho y libertad.

“El objetivo es ofrecer una respuesta imprescindible en un momento crucial de la historia. La paulatina instauración del relativismo en todos los ámbitos ha derivado en una sociedad líquida, carente de referencias permanentes, y en una crisis de civilización. Frente al recrudecimiento de la ofensiva a escala global –ideología de género, antinatalismo, populismo, corrupción, crimen organizado– urge la afirmación de principios sólidos sobre los que construir el futuro: la dignidad humana, el derecho a la vida, el papel imprescindible de la familia y la institución del matrimonio, el fortalecimiento de las libertades, la libertad religiosa y de conciencia, la libertad de educación, siempre desde la honestidad en el manejo de los recursos públicos”, reza un comunicado expuesto en la página en internet de la senadora María del Rosario Guerra, del Centro Democrático, participante en la Cumbre.

Estuvieron, por ejemplo, la ministra de Asuntos Exteriores de Santa Lucía, Sarah Flood-Beaubrun; la ministra de Estado de Familia y Juventud de Hungría, Katalin Novák; el excandidato presidencial y diputado mejicano, Juan Carlos Romero Hicks; el excandidato presidencial y experto en derecho internacional Rafael Nieto Loaiza; el fundador del Movimiento Acción Republicana, diputado y excandidato presidencial de Chile, José Antonio Kast; el diputado canadiense Garnett Genuis; la diputada argentina Silvia Elías de Pérez; el excandidato presidencial Óscar Iván Zuluaga, y senadores colombianos como Paola Holguín, Santiago Valencia, John Milton Rodríguez o Juan Diego Gómez. Por cierto, uno de los panelistas fue el expresidente y hoy senador Álvaro Uribe Vélez.

La derecha en todo su esplendor, aseguran los críticos. Y en mundo tan polarizado en torno a ese tipo de temas tan sensibles, las voces críticas no se han hecho esperar. Organizaciones y activistas en temas de diversidad y aborto objetaron la legitimidad del evento y de los invitados que, según Elizabeth Castillo, abogada e integrante del colectivo Mamás Lesbianas, están cuestionados en sus países por corrupción, xenofobia y discriminación. “¿Personas como estas hablando de moralidad?”, pregunta, recordando que Zoltán Balog, ex ministro de Recursos Humanos de Hungría y uno de los ponentes de la Cumbre, acompañó las políticas radicales de su gobierno contra la inmigración; o a la defensa que hizo Ricardo Vélez, ministro de Educación de Brasil, a Pablo Escobar, poniéndolo de ejemplo; o también a lo que dijo Mayor Oreja respecto al matrimonio entre personas del mismo sexo, hablando de “falsos derechos” que permitieron el crecimiento del yihadismo en Europa.

“Este tipo de espacios son muy inconvenientes porque resultan unos lugares de debate a partir de un discurso de rechazo y de discriminación a las personas que no encajamos en lo que es la mayoría. Uno tiene derecho a opinar, siempre y cuando no vulneren los derechos de los demás”, comentó Castillo, reiterando, además, que en Colombia es improcedente no reconocer el matrimonio entre personas del mismo sexo debido a que la Corte Constitucional ya lo reconoció y les otorgó todo el carácter de familia. Por ese motivo, desde que comenzó el evento, sus opositores se dieron a la tarea de promover en Twitter la etiqueta: #TodasLasFamiliasSonFamilias, para reivindicar los derechos consagrados en el país.

Pese a los señalamientos de esas organizaciones y activistas, Mayor Oreja insiste en que el encuentro “es el debate más importante de todas las discusiones que se están produciendo en todo el mundo” y, contrario a Castillo, resalta que las relaciones entre personas del mismo sexo no pueden considerarse un matrimonio y, mucho menos, familia. Bajo esa negación, la abogada recuerda que cuatro de cada diez familias están compuestas por papá, mamá e hijos, según la Encuesta Nacional de Demografía y Salud (ENDS) de 2015, argumentando que hoy en día el concepto de hogar cristiano no es el único que existe. 

Pero la polémica va más allá al concepto de familia. En temas reproductivos, los participantes de la Cumbre Transatlántica creen que los derechos como ser humano empiezan desde el embrión, negando cualquier posibilidad de acceso a un aborto seguro y asistido. En ese mismo sentido, niegan como una libertad alcanzada el derecho de las mujeres de decidir interrumpir un embarazo. “Eso es un síntoma de decadencia”, opinó Mayor Oreja, argumentando que con el aborto llegará después un plan doctrinal por la eutanasia y la ideología de género. En palabras del senador Santiago Valencia, del Centro Democrático, “esto es una defensa a lo obvio”. Contrario al legislador uribista, el representante Mauricio Toro, de la Alianza Verde, considera esta premisa retroactiva a lo que ha logrado el feminismo durante décadas. "eliminar los derechos de la mujer a decidir sobre su cuerpo es completamente retrógrado", opinó.

Y continuando con la controversia, al ahondar el tema de ideología de género, José Antonio Kast, exdiputado chileno y fundador del Movimiento Acción Republicana, califica a esta como un peligro mayor que el comunismo. “El socialismo establecía un debate entre ricos y pobres. Cuando cae el Muro de Berlín y pensamos que la sociedad libre había triunfado, ellos evolucionaron con anterioridad, creando un conflicto que antes no existía entre hombres y mujeres, negros y blancos, homosexuales y heterosexuales. En otras palabras, este concepto potencia la perversidad que tuvo el marxismo y lo lleva al interior de la familia, cuestiona a los niños y normalizan una situación que afecta la identidad sexual de las personas”, sostiene.

Castillo desmiente esa premisa, asegurando que este concepto es un invento. “No entienden lo que es el enfoque de género. Colombia ha suscrito tratados internacionales que la compromete a desarrollar políticas y programas que reduzcan las brechas de género. Han creado un monstruo gigantesco que le atribuyen propiedades que no existen. Básicamente es el coco, con el que quieren asustar a la gente”, explicó la abogada. Mientras que el representante verde sostiene que términos como estos invisibilizan los derechos de la comunidad LGBT.

El mensaje de Castillo, Toro y todas las organizaciones activistas es a separar el Estado de cualquier idea religiosa, sin desestimar que cada persona tiene el derecho al libre credo. “La gran maravilla de la democracia es separar el Estado de las iglesias. No es que los funcionarios no profesen el catolicismo o cristianismo, pero lo que no pueden es imponer sus ideas basadas en su Dios para todo el país”. Igualmente, el parlamentario reconoció que los integrantes de la Cumbre, a quienes los etiquetó de extrema derecha, están en todo su derecho de hablar sobre estos temas, pero en lo que no pueden incurrir, a su juicio, es crear mecanismos constitucionales para privilegiar únicamente su forma de pensar y dejar a un lado las conquistas de las minorías. "Colombia ha sido ejemplo en las libertades individuales. Somos una nación laica que debe garantizar la participación de toda la población", concluyó.

 

Por Redacción Politíca

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