"El ambiente hostil es solamente por parte del Centro Democrático": Victoria Sandino

La senadora de la FARC habló de su primer año en el Congreso. De lo bueno y lo malo de la actividad parlamentaria, y de lo que preparan para la próxima legislatura.

Natalia Tamayo Gaviria - @nataliatg13
29 de junio de 2019 - 03:00 p. m.
Victoria Sandino hace parte de la Comisión Séptima, Comisión para la Equidad de la Mujer, Comisión Étnica y Comisión de Paz.  / Cristian Garavito - El Espectador
Victoria Sandino hace parte de la Comisión Séptima, Comisión para la Equidad de la Mujer, Comisión Étnica y Comisión de Paz. / Cristian Garavito - El Espectador

Hace más de una semana concluyó la primera legislatura del Congreso elegido para el período 2018 – 2022. Esta primera etapa estrenó en la actividad política a diez parlamentarios del partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC), contando al reemplazo temporal de “Jesús Santrich” en la Cámara de Representantes, Benedicto González. El Espectador habló con la senadora Victoria Sandino para hacer un balance de su experiencia personal como legisladora, de lo bueno y lo malo, y de lo que aspira la colectividad para la próxima legislatura en la que, por añadidura, contará con más experiencia para defender las iniciativas que presentarán.

¿Cómo se prepararon para llegar al Congreso y entender sus dinámicas?

Nosotros recibimos un diplomado, que no fue particularmente sobre la ley quinta, sino sobre el tema legislativo. Luego fue la llegada, con la que empezamos a conocer mejor la dinámica. No ha sido fácil.

Tengo entendido que está en cuatro comisiones, ¿por qué tantas?

Creo que un poco de primiparada, porque una va con la conciencia que tiene que trabajar y está con esa disposición. Yo quería estar en la Comisión Séptima, porque son todos los asuntos sociales. Además, tenía que estar en la Comisión para la Equidad, que ese es mi tema, mi compromiso, mi apuesta a la mujer es absoluta. Por otro lado, se creó la Comisión Étnica y yo tengo identidad de negra, era necesario que perteneciera a esta. Y por último, la Comisión de Paz, que fue más una invitación. Ha sido duro, pero hemos trabajado de fondo en estos temas, especialmente en lo dispuesto en el Plan Nacional de Desarrollo.

¿Qué tal la llegada al Congreso?

No fue tan fácil, pero tampoco fue como me lo imaginaba, ni resultó como me lo esperaba. En colectivo analizamos que iba a ser un ambiente muy hostil y complejo, por lo que en esa medida seguramente tendríamos muchísimas dificultades para el ejercicio parlamentario. También que nos someterían a un aislamiento absoluto. Teníamos la certeza que llegábamos con todos los derechos que cualquier otro congresista cuenta. Sin embargo, tengo que reconocer, y estoy segura de que mis compañeros también lo harán, que el ambiente hostil ha provenido única y exclusivamente desde el Centro Democrático. Los demás han sido respetuosos, independientemente de las opiniones que tengan. Es más, ni siquiera es todo el uribismo, algunos son decentes, mientras que otros se sobrepasan en los insultos e improperios, como Carlos Felipe Mejía y las señoras del grupo, que no hablo de ellas porque soy mujer. 

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¿Qué hacían cuando recibían esos insultos?

Nosotros tomamos la decisión de no responder en esos términos. No es y no será nuestra práctica. Los debates tienen que ser políticos y si quieren ideológicos, pero no de esa manera.

Entonces más allá de los insultos, ¿qué le indignó a usted

Peleé mucho con el presidente del Senado, Ernesto Macías, porque siempre se hizo el pesado para darnos la palabra y cuando la teníamos nos cortaba. Con nosotros sí hizo valer la función del tiempo. Además, él se ponía a hablar de elefantes y siempre terminaba hablando de hormigas y las hormigas somos nosotros. Cuando estábamos discutiendo el proyecto de las abejas, el personaje terminó hablando de las Farc, de los narcoterroristas. Pero uno con el tiempo deja la timidez y habla duro y pide respeto. Además de este episodio, tuve otros dos que me indignaron.

¿Cuáles fueron esos otros episodios?

En la Comisión Séptima, a la que pertenezco, estábamos en la discusión de un proyecto que ya no recuerdo. Hice una proposición y sugerí hacer un foro para ese tema. El presidente, que es Honorio Henríquez, del Centro Democrático, dijo que no se haría ningún foro y que no sometería a votación mi proposición. Me enfurecí, le pedí respeto, recordándole que también soy congresista y tengo derecho a que discutan mis propuestas. Cuando disponía a salirme del recinto, el expresidente Uribe, que se encontraba allí, pidió disculpas y manifestó que la armonía no se podía romper. El otro episodio fue en la Comisión de Paz, durante una sesión extraordinaria que solicitaron Paloma Valencia y María Fernanda Cabal. Llegué muy temprano con Pablo (Catatumbo). Junto a otros tres senadores iniciamos sesión informal mientras llegaba el resto y comenzamos escuchando a unos militares invitados por la señora Cabal. Uno de los sargentos empezó con insultos, que no se daba cuenta. Le advertí que si no cambiaba el tono, se levantaría la sesión porque debía primar el respeto, especialmente en un espacio como el Congreso.

En cuanto a la actividad parlamentaria, ¿qué le gustó y que no?

Hay una cosa que para mí que es muy difícil y que tal vez a la gente no le parezca. Soy una revolucionaria que le estoy apostando a la paz, creo en los cambios sociales, pero hay una enorme contradicción en la actividad legislativa. Citan a las 8:00 a.m. a sesión y están comenzando dos, tres horas después. Eso me parece aberrante. Otra cosa horrible es que en plenaria nadie pone atención a lo que dice un compañero. Hablan quizá para el registro. No tengo dificultad en intervenir en cualquier escenario, en cámaras, en la Comisión, en plaza pública, pero en la plenaria no. También, siento que muchos van a mamar gallo, perdónenme la expresión. Unos entran y salen, no van a las sesiones. Y entonces a última hora pretenden aprobar todo a pupitrazo. No me gusta eso de la práctica política. Yo sí me imaginaba un poco de ambiente de incompetencia, pero no tanto como lo que observé. Se siente feo sentirse parte de eso.

¿Y lo bueno?

Lo bueno, bonito y grande es el relacionamiento con la gente, es poder llegar al territorio. A mí no me gustaba que me dijeran congresista o senadora. No me sentía nada de eso. Ahora entiendo que me lo digan y lo soy por unos temas específicos, como este. ¡Qué bonito que la gente sienta que un congresista puede hablar con ellos! Sin embargo, es frustrante, porque una se encuentra con una clase dirigente que no les interesa los problemas de esta gente en lo más mínimo.

¿Qué proyectos de la FARC lograron sobrevivir?

Ninguno ha tenido trámite, algunos están prácticamente hundidos porque nunca pasaron a las comisiones. Radicamos proyectos sobre el agua, la juventud, servicio militar, tratamiento penal diferencial, vías terciarias, y ninguno se ha discutido.

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¿Y qué se viene para la próxima legislatura por parte de la FARC?

Nosotros venimos trabajando en unos espacios que llamamos Mesas Parlamentarias Sociales, donde estamos construyendo iniciativas legislativas en materia de salud y pensiones. Por mi parte, he estado acompañando a mujeres para radicar el próximo 20 de julio unos proyecto de salud sexual y reproductiva en niñas y adolescentes, y de violencia gineco-obstétrica. Y ahora, como sé bien el procedimiento, estaré presionando para que se asignen con rapidez a la Comisión Séptima y se tramiten.

La FARC, como oposición, acompañó varias propuestas de la bancada alternativa, ¿cómo les fue?

Le estábamos apostando a los proyectos anticorrupción y vea lo que pasó con el que eliminaba beneficios de casa por cárcel. El de la reforma política lo apoyamos con mucha fuerza y también terminó hundido. El proyecto del sistema de polinización, que era chiquito, tampoco pasó. Lo que sea para cambiar la política o alivie un problema no tiene éxito. Súmele que, como lo dije, se salen, se van y rompen quórum para no votar.

Para usted, ¿qué ha salido exitoso en el Congreso?

Ganamos con el hundimiento de las objeciones. Fue muy importante, me atrevo a decir que de los mayores logros del Congreso, además de la ratificación de la Corte Constitucional. Lamentablemente, no puedo enumerar algo más.

¿Qué está pendiente, especialmente en materia de paz?

No se ha tramitado ningún proyecto que esté relacionado con el acuerdo, como debiera de pasar. No hay una reforma rural integral, reforma política, reforma electoral, catastro multipropósito. En materia de paz siento que no se haya hecho mayor cosa. Tampoco se incluyó el Plan Marco de la implementación en el Plan Nacional de Desarrollo, el proyecto que se tomó casi todo el segundo período de la legislatura.

Además del Plan Nacional de Desarrollo, ¿cree que las objeciones fueron un desgaste que hizo perder tiempo para discutir otras propuestas?

Puede que sí, pero el tiempo perdido no es ese, es el funcionamiento no disciplinado del Congreso.

¿Cómo califica a este Gobierno en su nueva forma de relacionamiento de cero mermelada?

No soy responsable para decir cosas cuando no tengo pruebas. Pero de que las hay las hay. 

¿Cómo califica entonces a la ministra del Interior, principal cara del Gobierno en el Congreso?

Muy mal, empezando por el paquete anticorrupción, que el Gobierno se comprometió en sacarlos adelante. La ministra no movió un dedo para que se aprobaran estas iniciativas. Claro, estuvo ahí, pero sin hacer nada. Y una sabe cómo funcionan cuando quieren que se les aprueben sus proyectos. Saludan, hasta de pico, con mucha amabilidad. Por ejemplo, fueron muy insistentes con la Ley Tic.

¿Algo de lo que se arrepienta este año, que pudo hacer y no lo hizo?

De no haber dormido más. Esta es una actividad muy desgastante. En mi caso, madrugo mucho, trasnocho mucho, porque había que estudiar, ponerse a tono con todo lo normativo y la dinámica parlamentaria. 

Por Natalia Tamayo Gaviria - @nataliatg13

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