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"Esta es la paz que hay que votar": Presidente del Senado

Mauricio Lizcano dice que el uribismo juega a confundir a la gente cuando dice que si no se aprueba el plebiscito se podrán replantear los acuerdos de La Habana. Habla también del perdón y de los retos del Congreso.

Hugo García Segura
23 de julio de 2016 - 05:24 a. m.
Lizcano no está de acuerdo con reducir el Congreso, pues con ello el pueblo perdería representación. / Andrés Torres - El Espectador
Lizcano no está de acuerdo con reducir el Congreso, pues con ello el pueblo perdería representación. / Andrés Torres - El Espectador

¿Qué le pidió el presidente Santos en la reunión que tuvo con él el jueves pasado?

El presidente está muy consciente de que esta tiene que ser la legislatura de la paz y que el Congreso tiene que jugar un papel fundamental en el posconflicto y en la implementación de los acuerdos de La Habana, en blindarlos jurídicamente. Y que además se tendrá una responsabilidad inmensa en la reforma tributaria. La idea es coordinar el trabajo, definir los tiempos en que se van a presentar las reformas, después del plebiscito. Mientras tanto vamos a trabajar en comisiones entre el Congreso y el Gobierno, revisando los proyectos, para que cuando salga el plebiscito ya estén socializados y se pueda avanzar eficazmente.

¿No es un riesgo que se crucen la campaña para el plebiscito y la reforma tributaria?

No, porque se aspira a que el plebiscito sea votado en la última semana de septiembre y la reforma tributaría arrancaría en los primeros días de octubre. Ahora, la prioridad es hacer las reformas que el país necesita, en materia económica, social y jurídica. No podemos tomar todas las decisiones basados en términos del plebiscito.

Cuando dice que el plebiscito se votaría en la última semana de septiembre, ¿quiere decir que el Acuerdo Final de La Habana estará listo en agosto?

Esos son los cálculos. Eso de poner fechas fatales ha sido siempre inconveniente, pero creo que es por lo que está apostando el Gobierno, de pronto el 7 de agosto.

Lo que sí es claro es que su partido, el de la U, no va a aceptar que el expresidente César Gaviria les tire línea en la campaña por el plebiscito...

Lo que hemos dicho es que vamos a tener nuestra propia estrategia. En eso vamos a ser autónomos, aunque ya en la campaña global no creo que haya problemas. De hecho, vamos a convocar a todos los partidos, incluyendo al Polo y a los verdes, a una reunión este lunes para definir un comité político y así coordinar el trabajo y las reglas de juego. La gente tiene que entender que el plebiscito no es un juicio de aceptación o rechazo al gobierno del presidente Santos. La paz está por encima de las ideologías de los partidos y es un bien para todos.

¿Y si se pierde el plebiscito vuelve la guerra?

Así es, eso es totalmente claro. Aquí no hay planes B y por eso vamos a trabajar duro para que la gente entienda que esta es nuestra última oportunidad.

¿O sea que, cuando el uribismo dice que el no aprobar el plebiscito servirá para que se replanteen varios temas de los acuerdos de paz, no es cierto?

Esa es una estrategia para mandar el mensaje de sí pero no, que están con la paz pero no con esta paz, cuando en realidad es que esta es la paz que hay que votar.

En su discurso de posesión como presidente del Senado usted hizo un llamado a los consensos, en un claro mensaje al uribismo. ¿Lo ve posible con tanto odio y polarización?

Tenemos que trabajar en eso. O lo hacemos posible o realmente el futuro del país no será bueno. Esta polarización está llevando a confusiones, a sembrar pesimismo, y eso puede tener repercusiones económicas a futuro. Yo sí creo que es muy importante construir unos consensos que permitan definir unos temas, por ejemplo, en lo de las relaciones internacionales, en casos como el de Nicaragua o en lo de justicia transicional. La paz se va a firmar, por más que el expresidente Uribe dé declaraciones, salga a la calle o recoja firmas. ¿Qué debería hacer inteligentemente la oposición? Sobre esta realidad construir opciones, dar ideas, opiniones, ayudar a que esto funcione. Eso ya ha pasado: en lo de las zonas de concentración, el Centro Democrático acompañó la votación. A pesar de las diferencias ideológicas, hay puntos de encuentro.

Y dijo también que perdonaba a las Farc, señalando que el perdón no puede ser normativo y es un acto muy personal. ¿Cree que el expresidente Uribe no ha sido capaz de perdonar?

El perdón crea sociedades nuevas y tiene un componente muy personal e íntimo de las personas, que no impide el desarrollo de la justicia pero que sí es liberador. Es perdonar algo que usted considera que realmente es una ofensa. En el caso de mi familia, si no hubiéramos perdonado, seguiríamos atados. Si nosotros como sociedad asumimos el perdón y la reconciliación como un elemento fundante, evitaríamos muchas de las muertes que tenemos en el país. Ahora, ir a la esfera del expresidente Uribe sí no lo puedo hacer.

¿Y ese perdón qué tanto está ligado con la verdad?

Está totalmente relacionado, porque muchas veces para que las víctimas puedan realmente perdonar, necesitan la verdad. Por ejemplo, para la familia de un desaparecido, lo más importante es saber qué pasó con su ser querido y poder terminar ese duelo de tantos años. Saber si están muertos, en dónde están enterrados, eso libera y lleva a la gente a perdonar.

¿Usted estaría dispuesto a sentarse en su curul teniendo al lado a uno de los secuestradores de su padre?

Sí, yo ya los perdoné. Si en La Habana se decide que esas personas pueden participar en política y el pueblo colombiano vota por ellos, no tendría ningún problema de estar a su lado.

Por Hugo García Segura

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