Iván Duque: “Desprecio el autoritarismo”

El candidato del Centro Democrático que lidera, hasta la fecha, las encuestas electorales, defiende la posición de su partido en temas cruciales para el país, pero da la impresión de que asume su propia postura en otros asuntos no menos importantes, como su deseo de “liderar pactos nacionales”, “manejar las diferencias” y “mantener una gran relación con la prensa”. La cara amable del uribismo, parece ser la consigna de su campaña.

Cecilia Orozco Tascón / Especial para El Espectador
21 de abril de 2018 - 09:00 p. m.
 “Trabajaré intensamente para ganarme el respeto, el cariño y el afecto de todos”, asegura Iván Duque.       / EFE
“Trabajaré intensamente para ganarme el respeto, el cariño y el afecto de todos”, asegura Iván Duque. / EFE
Foto: EFE - ZIPI

Usted lleva consigo dos cargas de energía: una positiva, por los millones de votos que seguramente le endosará el jefe de su partido, y una negativa, por la cantidad de fuertes enfrentamientos públicos en que él se ve envuelto. ¿Cómo lidiaría con esa doble realidad si llega a ser presidente?

He hecho una campaña de ideas, de propuestas, de principios. Y así logramos más de 4 millones de votos en la consulta del 11 de marzo. Sigo trabajando todos los días, sin parar, para ganarme el afecto de todos los colombianos.

Con todo respeto, no se salga por la tangente: ¿cómo torear esa doble realidad?

Insisto en que mi campaña es de propuestas e ideas y en que todos los días trabajaré intensamente para ganarme el respeto, el cariño y el afecto de todos.

En un eventual gobierno suyo, ¿cómo manejaría las relaciones con el expresidente Uribe teniendo en cuenta el carácter dominante que todo el país le conoce a él, en contraste con su trato amable?

El expresidente Uribe es un líder que aprecio y admiro, y como ciudadano siempre agradecí y agradeceré lo que hizo por Colombia. Él será un aliado inmejorable en el Congreso de la República para sacar adelante una agenda de gobierno que será definitiva para que el país vuelva a tener esperanza.

No dudo que él será su gran aliado. La pregunta es si el expresidente Uribe permitirá que usted gobierne, o usted, que lo gobiernen…

Yo seré el presidente de la República y él el senador que liderará la bancada de gobierno. Le insisto: como jefe de Estado gobernaré para todos los colombianos y con todos los colombianos.

Analizada una de las más recientes encuestas, su imagen positiva es del 49 %, pero la negativa es de 44 %, además de que en la pregunta “¿por quién no votaría jamás?”, su nombre aparece en el segundo lugar más alto, con un 25 %. Siendo usted un político sin pasado polémico, ¿a qué atribuye estos resultados?

Mírelo al revés: ¡el 75 % de los colombianos dicen que votaría por mí!

En esa misma encuesta, si bien su nombre sigue en el primer lugar de las preferencias, hay un descenso importante con respecto a las anteriores. Mientras tanto, Petro se sostiene y Germán Vargas Lleras parece subir. ¿Le preocupa que este último conquiste parte del electorado de la derecha?

Las encuestas se reciben siempre con tranquilidad, humildad y trabajo. Lo importante es que una inmensa mayoría de los colombianos de todas las tendencias se identifica con una visión que le he venido presentando al país, que sabe que lo que está en juego es muy serio y entiende que en nuestra propuesta cabemos todos.

¿“Cabemos todos” realmente? La polarización actual da la impresión de que será casi imposible que un gobierno que no sea de centro pueda representar las diferentes tendencias…

Siempre he tenido la capacidad de manejar diferencias y de crear consensos. Esta semana, por ejemplo, le pedí a mi partido respaldar en el Senado la consulta anticorrupción (liderada por el partido Verde). Además, he sido ponente de leyes que tienen origen en el Gobierno y también en otros partidos, porque consideré que le servían al país, y desde la oposición logré que se aprobaran otros proyectos. Espero ser un gobernante capaz de generar grandes consensos nacionales.

Su rival más cercano en las encuestas es Petro, ubicado en el otro extremo ideológico del suyo. ¿Usted se asustaría si Petro ganara las elecciones?

Quiero ser presidente para darle a Colombia un gobierno que nos permita construir un gran proyecto de futuro basado en la legalidad, el emprendimiento y la equidad. Esta agenda evitará que la política del odio de clases llegue a la Presidencia.

Aunque elusiva, entiendo su respuesta como que Petro practica “la política del odio de clases”. Permítame volverle a preguntar: ¿se asustaría con un gobierno en cabeza de quien lo sigue en las encuestas?

Colombia no puede repetir los errores del populismo y del socialismo del siglo XXI que han llevado al fracaso a otros países. Somos la alternativa a ese modelo y esperamos liderar un gobierno de progreso frente a la alternativa del retroceso.

Siendo antioqueño, como lo es el jefe del Centro Democrático, Sergio Fajardo no despierta agrias controversias ni genera odio, precisamente. Y además, a pesar de que él es mayor que usted, da la sensación de frescura y juventud. ¿Cuál es su impresión de Fajardo y cómo analiza al grupo de los seguidores de ese candidato que parece buscar una alternativa al sistema político tradicional?

Quiero convocar a los ciudadanos a un proyecto de país con futuro para todos. Mi propuesta y mi visión es de centro, pero tomo posiciones firmes frente a temas como la seguridad, la derrota de la corrupción, la recuperación de la economía y la expansión de la clase media en una agenda de equidad. Además, me siento orgulloso de ser parte del 73 % de los colombianos que somos menores de 45 años y que queremos un país para todos.

Respuesta indirecta, pero continuemos: otro candidato amable en esta contienda es Humberto de la Calle. No obstante, él ha hecho unas referencias a usted que han generado debate. Por ejemplo, aseguró que él tiene “tres veces más experiencia” que usted.

Con el doctor De la Calle tengo un trato amable y entiendo que en estos momentos de la campaña acuda a ataques y pullas para ganar protagonismo. El mundo está viendo surgir una nueva generación de gobernantes jóvenes en países como Canadá, Austria, Bélgica, Irlanda, Nueva Zelanda, Costa Rica, entre otros. Yo pertenezco a esa generación y tengo una experiencia en temas económicos, internacionales, políticos y jurídicos que me hace sentir orgulloso. Políticos como Barack Obama y Justin Trudeau, que fueron atacados con los mismos argumentos, respondieron con respaldo ciudadano y resultados. Así lo vamos a hacer aquí.

De la Calle también aseguró esta semana que usted es “un salto al pasado” y mencionó propuestas como la creación de una sola corte en lugar de varios altos tribunales. ¿Tan excesiva concentración de la justicia no va en contravía de la calidad y la pluralidad?

Quiero una justicia eficiente, cercana al ciudadano, que fortalezca la tutela, que tenga una política de talento para reclutar a los mejores, unas primeras y segundas instancia sólidas, expedientes electrónicos, arraigo de los jueces en sus regiones, unificación jurisprudencial, y que evite los choques de trenes y la inseguridad jurídica, además de abolir las nefastas facultades electorales de los magistrados. Eso se traduce en una justicia moderna. La propuesta que le molesta al doctor De la Calle ha sido una recomendación de la admirada Comisión Bonivento, avalada por juristas como Juan Manuel Charry y Jaime Arrubla. Es una proposición para el debate, pues, insisto, como presidente deseo liderar un gran pacto nacional, en este caso por la reforma a la justicia, que genere amplio respaldo en la sociedad.

Una de sus propuestas, que parece retrógrada, es, sin duda, la eliminación de la dosis personal de droga para quien la consume, obviamente, sin ánimo de traficar. ¿Por qué piensa que la prohibición es más eficiente que la educación?

Mi propuesta es elemental frente a un problema de consumo y adicción creciente en el país: pedagogía para prevenir el consumo; el jíbaro, a la cárcel; el adicto, a tratamiento y rehabilitación. Y frente al consumidor, decomiso de la droga que porte, sin ir a la cárcel. Ese ha sido el enfoque que ha tenido éxito en muchos países.

Una curiosidad frente a una información que dimos en el medio que dirijo: ¿cómo se explica que usted y 12 o 14 parlamentarios más del Centro Democrático firmaran e impulsaran un proyecto en el Congreso que proponía exactamente lo contrario, es decir, la protección estatal y el deber de atender en salas especiales a los consumidores? Es una gran contradicción…

Ese proyecto tuvo un intenso debate en el interior de la bancada y la introducción de los cambios que sugerimos se demoró mucho. Por eso tomamos colectivamente la determinación de retirarlo para que, desde el Gobierno, pudiéramos promover el enfoque integral de nuestra propuesta.

Su eventual gobierno, ¿tendría características autoritarias y represivas?

Desprecio el autoritarismo porque medra en el mesianismo y porque limita la libertad. A su vez, la represión es el brazo armado del autoritarismo. Lo mío es recuperar la autoridad y el orden que impide que, de facto, mande el más fuerte, que es el bandido, el narco, el criminal o el corrupto. A veces no somos conscientes del dolor y el sufrimiento de los ciudadanos más pobres por la falta de instituciones robustas y de un Estado que garantice sus derechos, bonitos en la Constitución pero convertidos sólo en discusiones jurídicas para soñadores si no hay autoridad legítima que los haga valer en la calle. Yo quiero que el que la haga la pague.

Eso suena autoritario.

No se trata de autoritarismo sino de legalidad.

Reparo, de nuevo, en su edad, porque me parece increíble que en esa condición vital, si llegare a ser el presidente, usted le pusiera talanqueras al Acuerdo de Paz hasta sofocarlo. Dígase lo que se diga, ese proceso ha permitido salvar miles de vidas de gente tan joven o mucho más joven que usted.

Fíjese que quienes han terminado por “hacer trizas” los acuerdos son quienes siguieron con el narcotráfico, las caletas escondidas, la compra de supermercados para evadir el pago a las víctimas y la creación de disidencias como retaguardias. A mi edad, Cecilia, uno también quiere que le jueguen limpio. Y a mi edad, Cecilia, también hay cientos de miles de colombianos que le dicen pan al pan y vino al vino.

Sus propuestas económicas han generado, igualmente, críticas. Analistas reputados han dicho que su anuncio de bajarles impuestos a los empresarios lo halaga, pero pone en peligro la estabilidad macroeconómica del país.

El principal reto social de Colombia es la informalidad, que amenaza las finanzas públicas, el sistema pensional, el sistema de salud y la sostenibilidad del gasto futuro. Para formalizar la economía se necesita un sistema tributario favorable a la micro, pequeña, mediana y gran empresa, que estimule la generación de empleo, y el sistema tributario colombiano está asfixiando a quienes lo pueden generar. Mi propuesta es tener un sistema más simple y con incentivos precisamente para quienes creen empleo, además de tarifas competitivas que permitan bajar impuestos y pagarles más a los trabajadores.

Las cargas excesivas asfixian más a la clase media. ¿Por qué no pensar en esta?

Nuestras propuestas también buscan darle alivio a la clase media, porque no sólo promueve tarifas competitivas para los generadores de empleo, sino proporcionarles mejores condiciones a la clase media y a los consumidores.

Me gustaría que concretara cómo sería su relación personal y la de su gobierno con los medios de comunicación y, especialmente, con la prensa crítica.

He sido, soy y seré una persona respetuosa de la libertad de prensa. Para mí, la libertad de prensa es pilar de una democracia sólida. Tengo una gran relación con los medios de comunicación y espero mantenerla como presidente de Colombia.

Aunque parezca un tema baladí, me gustaría terminar con un interrogante que ha sido tema de discusión en varios medios: el verdadero color de su pelo. ¿Es negro, gris o blanco y por qué se ha tinturado?

(Risas) Una de las características de mi familia es que cana muy temprano. Mi padre tenía el pelo blanco a los 41 o 42 años, y mi abuelo, a los 38. Pero me resigno porque entre más canas, más ganas (risas).

“Sin espejo retrovisor”

Después de la captura de Santrich con fines de extradición, es claro, para mí, que el Acuerdo de Paz se debilitó y que hay un ambiente de zozobra entre los exguerrilleros. Quienes se opusieron a este proceso, deben estar satisfechos. Usted, ¿qué piensa?

Ha pasado año y medio desde cuando se firmó el Acuerdo en el teatro Colón y las Farc no han entregado, como organización, toda la información de sus vínculos con el narcotráfico, rutas, laboratorios, socios, etc. Si eso se hubiera adelantado, muy seguramente Santrich no estaría cometiendo las mismas fechorías.

El traslado de Iván Márquez al Caquetá sugiere que el Acuerdo, ya débil, podría romperse del todo ¿También lo cree?

Se supone que alias Iván Márquez aceptó decir la verdad, reparar a las víctimas y cumplir penas.  Espero que ese viaje que usted menciona, sea puramente recreacional y no la antesala de una burla más al pueblo colombiano.

Sus respuestas anteriores me impulsan a volverle a preguntar, a pesar de que ya lo hice de otro modo, si en un eventual gobierno suyo habría mayor polarización política…

Quiero gobernar para unir a Colombia en torno a grandes propósitos y no espero hacerlo con espejo retrovisor sino mirando hacia adelante, a través del vidrio panorámico del carro.

 

“Trato de no dejarme llevar a la confrontación personal”

Por ser el candidato que marca mayor intención de voto en las encuestas, usted es blanco de los otros ¿Reconoce como legítimas y válidas las críticas que ellos le hacen o no acepta ninguna?

En una competencia siempre debe existir capacidad de analizar todas las críticas. Hay muchas que son "golpes bajos" propios de la vieja política  que queremos derrotar. Lo importante es no caer en provocaciones ni dejarme distraer del objetivo de ganar afecto y respaldo ciudadano. Me siento muy orgulloso de hacer una campaña de soluciones y no de agresiones.

Sin embargo y aunque los golpes bajos no han sido usuales en su conducta, las agresiones sí son característica usual de varios connotados miembros de su partido  ¿Les pediría que aplaquen los ímpetus?

Trato siempre de enseñar con  mi ejemplo: procuro hacer una política con altura y no dejarme llevar a la confrontación personal. Así he actuado toda la vida y así actuaré en el futuro.

A propósito de mediciones, ¿no le parece que hay exceso de encuestas y también de debates que no conducen a mayor ilustración del elector?

Sí, en efecto hay exceso. Pero eso es propio de procesos electorales tan complejos como este.

 

Por Cecilia Orozco Tascón / Especial para El Espectador

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