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Un subsidio diferenciado para las mujeres cabeza de hogar

La bancada de la U, liderada por la representante Martha Villalba, radicó un proyecto para que se cree el “Ingreso Mujer”, como estrategia para compensar a las madres cabeza de hogar que no pueden trabajar por no tener a quién o cómo pagar para delegar las tareas del cuidado. Feministas dicen que “le falta dientes”.

04 de septiembre de 2020 - 04:16 p. m.
Cuatro de cada 10 hogares es encabezado por una mujer. / Gustavo Torrijos - El Espectador
Cuatro de cada 10 hogares es encabezado por una mujer. / Gustavo Torrijos - El Espectador

A nivel estatal, en 1993, por primera vez se habló de forma diferencial de las mujeres cabeza de hogar y se les consideró como ciudadanas de especial protección. Un reconocimiento tardío para una población a la que el contexto de nuestro país las ha llevado a vivir desde la marginalidad y la soledad la jefatura de la familia.

Y es que dentro del universo de las mujeres, a las mujeres madres y cabeza de hogar las atraviesan realidades que les imponen barreras para cumplir uno de los roles que asume: o cuidar de los hijos y las personas dependientes a ellas, así como la atención de la casa en general, o trabajar para proveer. Esto sin contar, por supuesto, las condiciones de pobreza en las que viven la mayoría de estas, condiciones que hacen mucho más difícil una vida digna para ellas y los suyos.

También se suma a la situación las recientes cifras del DANE sobre el desempleo, que determinan que 26% de las mujeres está sin un trabajo, comparado al 16% de los hombres. Un registro histórico en detrimento de la población femenina con potencial laboral. Los sectores más afectados por la pandemia son los que generaban mayor empleabilidad a las mujeres, por ejemplo, los servicios, en los que se cuentan a los trabajos de hogar remunerados, titulados, en su mayoría, por madres cabeza de hogar.

Así por cada cifra estadística se encuentra la afectación diferencial que tiene esta población específica, de un total de 12.3 millones, que demanda por parte del Estado una acción diferencial. Actualmente los programas de subsidios están destinados a familias, adultos mayores y jóvenes, todos en situación de vulnerabilidad, pero hoy en día no hay un auxilio distintivo para estas mujeres catalogadas objeto de especial protección.

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Al Congreso llegó precisamente la propuesta para crear ese subsidio especial para ellas de los estratos 1 y 2 y está impulsada por la bancada de la U, bajo el liderazgo de la representante Martha Villalba. “Presentamos este proyecto para se puedan romper las cadenas de pobreza y desigualdad que existen para las mujeres cabeza de hogar. Cuando estas salen adelante, también lo hace su entorno familiar”, dijo la parlamentaria a El Espectador.

Es más, la exministra Cecilia López ha llamado la atención sobre la relevancia que hay para que se diseñen e implementen medidas diferenciales que le apuesten a mejorar las condiciones de vida de todas las mujeres. “Si el género no se toma como una variable seria para el desarrollo y en atención de la emergencia, la situación se volverá inmanejable”, comentó.

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No es un mero tema de feministas, sino de derechos, y ese fue el reclamo y el llamado que hicieron las mujeres del sur del Atlántico por las que se construyó el proyecto “Ingreso Mujer”. “Estas mujeres fuertemente golpeadas desde todo punto de vista manifestaron las dificultades para acceder a oportunidades, especialmente por encontrarse lejos de la capital, donde se concentra la mayoría de la oferta institucional. Queremos fortalecerlas desde lo económico para que ellas y sus familias tengan resueltas sus necesidades básicas”, explicó Villalba.

El proyecto es sencillo y deja en el Gobierno muchas decisiones, según dice Ana Isabel Arenas, de la Mesa de Economía Feminista. Por ejemplo, le pasa la pelota al Ejecutivo para determinar el valor del subsidio. “Las ayudas que da ahora el Gobierno son una miseria, no solo digo solamente yo, sino también economistas como Cecilia López, Mauricio Cabrera y José Antonio Ocampo”.

Lo otro que apunta Arenas es que por la situación económica que vive el país por cuenta del coronavirus, hay dudas si el Presupuesto General de la Nación para 2021 podrá asumir un subsidio más.

Sobre el valor de la ayuda económica la representante Villalba señaló que en el trámite le apostarán para que sea un salario mínimo legal vigente y a que, en un principio, se les entregue primero a aquellas con más necesidades.

“El proceso debe de arrancar haciendo priorización con relación a las condiciones de vulnerabilidad, con base en esto se determinará cuántas mujeres serán beneficiarias”, complementó. A diferencia de la renta básica, a la que sus promotores le han señalado bondades a favor de las mujeres, este subsidio garantiza sí o sí que el dinero les llegue a las jefas de hogar. Punto que feministas criticaron del proyecto liderado por el senador Iván Marulanda porque no se especifica que son las mujeres las que recibirían la renta básica y la falta de claridad, por más de que se promueva el enfoque de género en la justificación, permite que los dineros nunca sean percibidos por ellas.

“La renta básica está dirigida a las personas que se encuentran en condiciones de vulnerabilidad, pero no especifica y es general. Nuestro proyecto es directo al apuntarle a ellas que no pueden realizar una actividad productiva por tener que cuidar a la familia”, amplió Villalba.

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La CEPAL ha detallado sobre dos propuestas encaminadas al mismo propósito de la iniciativa de la U. Una en Costa Rica y otra en Jalisco (México) en los que destacan que estos subsidios están enmarcados en proyectos para la superación de la pobreza de las mujeres cabeza de hogar. “Cuando se impulsan a las mujeres y se le brindan apoyos estatales, a nivel general los resultados son positivos, tanto para ellas, como para sus entornos, las economías y los países”, concluye Villalba.

Precisamente esos apoyos estatales, dice Ana Isabel Arenas, deben ser integrales y no encaminados exclusivamente a mejorar las condiciones materiales de las mujeres. “En el fondo lo que se plantea en el proyecto es la perpetuación de los estereotipos de género y vulnerabilidad. Es decir, que por ser jefa de hogar la convierte en vulnerable. Esto promueve la imagen de la mujer que estira la mano y recibe. No es solo dando un ingreso, sino que estas ayudas tienen que venir acompañadas con un nuevo pacto social, promover la participación laboral de las mujeres, capacitándolas para acceder a un trabajo o crear su empresa y se sostenga en el tiempo”.

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