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Este martes, la Comisión Primera de la Cámara de Representantes discute una ambiciosa apuesta que mueve todas las fibras del movimiento social animalista en el país. Se trata del proyecto de ley 011 de 2020, que aspira a crear el Código Nacional de Protección y Bienestar Animal. La iniciativa, de autoría del liberal Juan Carlos Losada, reúne la legislación existente que brinda garantías a los animales, añade nuevos deberes de los tenedores y cuidadores de las otras especies e inscribe los derechos de estas. Así, en su gruesa propuesta de 251 artículos, el proyecto pretende regular todas las interacciones entre los humanos y los animales y abonar el camino jurídico adecuado para prevenir los tratos crueles y sancionar a quienes lo hagan.
A ojos de Losada, es positivo el ambiente en la Comisión Primera para discutir esta iniciativa. Lo dice porque de las más de 150 proposiciones radicadas sobre la misma, ninguna tiene la intención de archivarla y la mayoría intenta nutrir el documento. “Las proposiciones son tremendamente constructivas y hemos estado en diálogo con casi todos los representantes para avalar casi un 70 % de ellas y dejar el resto como constancia para continuar el debate en plenaria”, explicó. El legislador apuntó igualmente que es importante este proyecto porque le da un carácter jurisprudencial a los tratos que reciben todo tipo de animales, como lo son los de compañía, de producción, silvestres, entre otras categorías.
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No es que antes no existiera legislación en torno a ellos. En 1972 se aprobó la ley quinta que provee la fundación y funcionamiento de juntas defensoras de animales, en 2016 se aprobó la ley 1774 que establece las sanciones y multas por maltrato animal, y en 2020 se sancionó la ley que prohíbe las pruebas cosméticas en animales. Así mismo, está el estatuto de bienestar y protección animal y las medidas consignadas en el Código de Policía. Sin embargo, expuso Losada, es necesario tener todas estas normas en una sola legislación porque tenerlas por separado, de manera tan dispersa, dificulta su uso y su puesta en práctica por la ciudadanía. “Lo que quisimos fue reagrupar estas leyes en un solo código. Además, esto nos permite plantear el derecho de los animales como una rama del derecho. El derecho civil tiene su código civil, el derecho penal tiene el suyo propio y el de procedimiento penal, al igual que pasa con el derecho administrativo. En ese sentido, es fundamental que los animales tengan su código”, comentó.
En esa línea, lograr materializar el Código Animal sería, en palabras del representante, “llevar la protección animal a otro nivel”. Esto es, en síntesis, que el Congreso sea capaz de crear una institucionalidad nacional para los animales, desafío que cobra especial relevancia en un momento en que las personas se están cuestionando cada vez más por el impacto de las prácticas humanas en las otras especies, ya sea en el círculo privado, con la tenencia de los animales de compañía y los tratos crueles, o en el público, con actividades como el tráfico de fauna silvestre y testeo de productos de belleza en conejos, perros, ratas, cerdos y monos.
En esta materia, Colombia está a la espera de que entre en vigencia la ley que lo prohíbe (faltan aún tres años para ello), pero, como dice Losada, que también es autor de esa norma, el país está caminando en la dirección correcta para rodear a los animales. “Creo que Colombia ha sido audaz en los últimos años en la legislación animal. Hemos dado pasos importantes en favor de los animales, pero por supuesto este código terminaría de consolidar esta legislación, situándola posiblemente como la más ambiciosa del mundo entero. Vemos cómo se ha viralizado el video del conejito Ralph y me siento absolutamente orgulloso de que Colombia sea el primer país de Suramérica que prohíbe esas prácticas. Espero que hoy la Comisión Primera le dé un espaldarazo a este código para continuar siendo el país más vanguardista de la región en la defensa animal”, reiteró.
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¿Qué contiene el proyecto?
Es extenso y ambicioso. Entre las novedades está: actualizar y robustecer el procedimiento para sancionar el maltrato animal, consignado en la ley 1774 de 2016, y que condena actos como encerrar perros en balcones, golpes a animales, heridas en sitios de baño o peluquerías, entre otros. En ese sentido, actualiza las multas, otorga herramientas a las autoridades para realizar aprehensiones preventivas, sancionar de forma efectiva a los maltratadores y proteger a los animales, y fija una lista de doce deberes que el ser humano debe asumir frente a todos los animales, con el fin de garantizar su bienestar y protección como: no causarles daño, estrés o dolor; proteger su hábitat, asistirlos cuando se encuentren en peligro, entre otros.
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También, modifica la visión antropocéntrica del relacionamiento de los humanos con los animales y, en todos los casos, busca el bienestar de estos, sobre los intereses de aquellos, reconoce en cabeza de los animales vertebrados y de los invertebrados sintientes una serie de derechos y libertades que, sin ser los mismos reconocidos a los seres humanos, pretenden otorgarles un estatus superior en el ordenamiento jurídico con el fin de reforzar su protección, acepta a los animales invertebrados (como las abejas), una protección especial ligada a su valor ecosistémico, y prohíbe el encadenamiento permanente, alimentación excesiva, golpes, mutilaciones, el hacinamiento en corrales y/o jaulas, el sacrificio sin previo aturdimiento, el marcado a fuego, el corte de picos el transporte en pie sin posibilidad de movilidad o descanso de los animales.
Así las cosas, propone unas medidas generales para todos los animales, y tipifica otras según la categoría de los animales en cuestión. Hay articulados para los animales de compañía (entre ellos los perros de manejo especial -antes mal llamados “perros peligrosos”, para cría y comercialización, y espacios como colegios caninos), animales usados para el trabajo (de asistencia, parques temáticos), animales usados para producción, y animales silvestres. Y fija unos artículos para vigilar los procedimientos quirúrgicos, regula la experimentación (con animales con el fin de sustituir esta práctica y, en caso de que sea necesaria, adelantarla bajo condiciones de bienestar animal, procurando disminuir al máximo el dolor de los animales y limitar las situaciones en las que se puede realizar, explica el proyecto), y el transporte de los animales.
¿Qué tanto futuro tiene este proyecto? Para Losada, la iniciativa tiene bastante proyección y posibilidad de convertirse en ley, pues, según él, desde 2016, con la aprobación de la ley 1774, el Congreso ha sentido el poder del movimiento social animalista y la presión de sus peticiones. “El Congreso entiende perfectamente que este ya no es un tema de tercera categoría para la ciudadanía, sino que es un tema de primera línea, el Congreso siente esa necesidad y presión ciudadana de legislar en favor de los animales. creo que en los últimos años se ha comportado acorde a ella, aprobando un número importante de leyes en favor de ellos. Esperamos que justamente la viralización del tema de maltrato animal, por experimentación en animales, le dé un empujón a nuestro proyecto”, expresó.