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Sobre las 6 de la tarde de este lunes, la sesión plenaria en el Senado de la República ya llevaba más de cuatro horas. Sin embargo, en ese momento solo se avanzaba en la votación de los impedimentos de los senadores: una jornada que estuvo llena de confusiones, pues algunos congresistas consideraban que ya no estaban impedidos, a pesar de haberlo estado en 2017, cuando se votó la estatutaria de la JEP que fue objetada por el presidente Iván Duque Márquez.
Ante esa duda, algunos senadores, como Paola Holguín o María del Rosario Guerra, del Centro Democrático, habían presentado nuevamente sus impedimentos para que la plenaria decidiera. Pero nada era claro. Por un lado, estaban quienes argumentaban que los que se habían declarado impedidos hace año y medio y a quienes se les habían aprobado los impedimentos en el inicio de la sesión no debían participar en las votaciones de los demás impedimentos y que debían retirarse del recinto.
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Por el otro, había una propuesta de votar nuevamente todos los impedimentos con una regla para todos. Es decir, que se anulaban las votaciones del principio de la sesión para votarse otra vez, pero en esta ocasión sin la presencia de quienes se habían declarado impedidos en el debate de 2017 y, al tiempo, quienes iban quedando impedidos debían ir abandonando el recinto para que continuara la votación de los demás impedimentos.
No obstante, había un detalle: el senador Ernesto Macías, del uribismo, había radicado una recusación en contra del senador Iván Cepeda Castro, pues consideraba que este debía declararse impedido porque su esposa es contratista de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP). Ahí se inició la guerra de recusaciones: Roy Barreras, de la U, interpuso una contra el senador Álvaro Uribe Vélez; Paloma Valencia le interpusieron a él; también radicaron una en contra de Macías. Después, recusaron al senador Laureano Acuña, del Partido Conservador. Luego, al final, recusaron a los senadores uribistas Fernando Araújo y Ciro Ramírez. En total, había siete recusados en el recinto, que, a la luz de la ley, no debían votar las objeciones, pues podían caer en una falla disciplinaria.
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Mientras se discutía sobre asuntos de forma, llegaban uno a uno los alfiles del Gobierno para defender las objeciones. En el recinto se les vio a la ministra de Justicia, Gloria María Borrero; al alto comisionado para la Paz, Miguel Ceballos; a la ministra del Interior, Nancy Patricia Gutiérrez; al consejero para la Política, Jaime Amín; y al canciller Carlos Holmes Trujillo.
Por esa razón fue la que intervino el senador liberal Miguel Ángel Pinto, miembro de la Comisión de Ética del Senado, que citó a una sesión a esa célula legislativa para las 9:30 de la mañana de este martes, para que se decidiera sobre esas recusaciones y se tuviera una noticia antes del mediodía, para continuar con el debate. Esa idea fue secundada por la senadora conservadora Miryam Paredes, quien propuso que se levantara la sesión plenaria y se citara para la tarde del martes, luego de que se resolvieran las recusaciones en la Comisión de Ética.
Pero no fue así. Eduardo Pulgar, de la U, asumió la presidencia de la sesión plenaria ante la ausencia de Macías, y continuó con lo que el senador Jorge Enrique Robledo, del Polo, calificó como la “falsa democracia” de darle la palabra a todos para dilatar la sesión. En medio del debate, Iván Marulanda, de la Alianza Verde, pidió que se declarara la suficiente ilustración sobre la proposición de Paredes y se sometiera esta a votación y, dependiente del resultado, se convocara la sesión para el martes. Finalmente eso fue lo que sucedió, sobre las 9:10 de la noche, la proposición de Paredes fue aprobada y se citó para las 2 de la tarde del martes.