Cianuro, una sustancia inquietante

Por muchos años el cianuro ha sido una de las sustancias más utilizadas para causar envenenamientos. Aunque ha sido estudiada con detenimiento sigue usándose en algunas actividades laborales.

Redacción salud
15 de noviembre de 2018 - 03:00 a. m.
Para una dosis letal de cianuro bastan entre 150 y 200 mg. / Getty Image
Para una dosis letal de cianuro bastan entre 150 y 200 mg. / Getty Image
Foto: Getty Images/iStockphoto - jarun011

Este martes Medicina Legal publicó un comunicado que generó muchos interrogantes. En un par de páginas, ese instituto reveló que Alejandro Pizano, hijo de Jorge Enrique Pizano, ex controller del consorcio Ruta del Sol II, había muerto por ingesta de cianuro. Aunque es pronto para establecer las causas, todo parecía indicar, como lo sugería esa entidad, que tomó agua de una botella que estaba en el escritorio de su papá. Apartándonos de las difíciles preguntas que plantea este caso y que han esbozadas por este diario, ¿por qué puede ser tan letal un envenenamiento con este químico? ¿Por qué su uso parece haberse vuelto frecuente? ¿De qué manera actúa en el cuerpo?

Desde el mundo médico varios investigadores han dedicado tiempo a estudiar las características de este elemento, que ha sido utilizado como veneno a lo largo de la historia. Fue una de las últimas vías de escape para los jerarcas nazis y fue también el culpable de la muerte de Alan Turing, el ingenioso matemático inglés que sentó las bases de la computación.

En 2002, por ejemplo, los médicos María Clara Pinzón Iregui, Claudia M. Contreras H., y Miguel Uribe Restrepo describieron en la Revista Colombiana de Psiquiatría un caso clínico de una mujer de 35 años que ingirió, con fines suicidas, 300 gramos de cianuro disueltos en Coca-Cola.

Aunque lograron salvar la vida de la paciente, en su relato los especialistas detallaban lo que había sucedido en su cuerpo: el cianuro actuó en el sistema nervioso central acumulando calcio intracelular y liberando neurotransmisores excitatorios que habían inhibido las enzimas que protegen al cerebro contra la lesión por oxidación. La sustancia gris, el hipocampo, el cuerpo estriado y el cuerpo calloso eran los sitios más afectados por la sustancia.

Más adelante, explicaban las consecuencias: el cianuro, advertían, estimula los quimiorreceptores de los cuerpos carotídeo y aórtico hasta que se produce hiperpnea. Eso, en otros términos, indicaba irregularidades cardíacas, aunque la función del corazón suele durar más que la respiratoria. Finalmente, en caso de que suceda, la muerte ocurrirá por paro respiratorio de origen central. Bastan unos segundos o minutos, dependiendo de la dosis ingerida. Para una dosis letal son suficientes entre 150 y 200 miligramos.

Los primeros síntomas que suelen percibir las personas que ingieren esa sustancia son los mismos. Como lo registran las Guías para el manejo de urgencias toxicológicas, que publicó el Ministerio de Salud en 2008, luego de unos segundos de inhalarlo y en los primeros treinta minutos tras la ingestión puede haber cefalea, náuseas, olor a almendras amargas (60 %), disnea, confusión, síncope, convulsiones, coma, depresión respiratoria y colapso cardíaco. “En caso de sobrevida el paciente puede presentar secuelas neurológicas crónicas”, advertía.

Cuando los doctores Pinzón, Contreras y Uribe escribieron ese artículo, 358 personas habían usado sustancias tóxicas para quitarse la vida entre 1997 y 2000. El 39 % de ellas había usado cianuro. Hoy la situación no ha cambiado mucho. Según el último informe Forensis de Medicina Legal, 427 personas usaron sustancias tóxicas para quitarse la vida en 2017. Fue el segundo camino más usual que eligieron los suicidas después de métodos “generadores de asfixia mecánica” (hubo 1.653 casos).

Pero además de este escenario hay uno un poco más silencioso. El cianuro también suele ser usado en algunas actividades laborales como la minería y la joyería. Quienes lo utilizan también se enfrentan a serias consecuencias. Según las guías del Ministerio de Salud, hay graves consecuencias: cefalea, vértigo, temblor, debilidad, fatiga, mareo, confusión, convulsiones, neuropatía óptica, afasia motora, paresias y mielopatía, entre ellas. También pueden tener daño mental permanente.

Por Redacción salud

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