La soledad del secretario de Salud de Carmen del Bolívar por la vacuna del papiloma humano

En Carmen de Bolívar hay diez vacunas contra el virus del papiloma humano a punto de expirar. Después de la crisis de 2014, cuando varias menores aseguraron que sufrieron “desmayos” por culpa de la vacuna, el funcionario tiene la ardua misión de desmitificarla en ese municipio bolivarense.

Lisbeth Fog Corradine
19 de noviembre de 2018 - 03:00 a. m.
Javier Luna es administrador de servicios de salud de la Universidad de Córdoba.  / Lisbeth Fog
Javier Luna es administrador de servicios de salud de la Universidad de Córdoba. / Lisbeth Fog

El caso de las niñas que recibieron la vacuna contra el virus del papiloma humano en Carmen de Bolívar (Bolívar) en 2014 marcó un hito en el programa de vacunación iniciado en 2012 en el país. Ese año, en el municipio, varias menores aseguraron que sufrieron “desmayos” por culpa de la vacuna.

Tras las noticias que relacionaron sin rigor alguno las vacunas con los desmayos, el programa pasó de una cobertura del 95 % en la primera dosis en 2013, hasta el 6 % en 2016, de acuerdo con cifras presentadas por Diego García, del Viceministerio de Salud Pública.

Con ese panorama, en 2015 Javier Luna asumió el cargo de secretario de Salud municipal en Carmen de Bolívar. El Espectador habló con él, en el marco de la reunión sobre Prevención y control del VPH en Colombia y los cánceres que se relacionan con el VPH: lecciones aprendidas y a ruta a seguir”.

Cuando se posesionó, ¿cómo encontró la situación del Carmen de Bolívar con relación a la vacuna contra el virus del papiloma humano?

Hacía un año se habían presentado las primeras crisis. Fue una situación bastante compleja. Lo primero que hicimos fue reunirnos con asociaciones de padres de familia para ofrecerles el apoyo total y el seguimiento a las EPS para que se lograran las atenciones que requerían las niñas.

¿Cómo les fue en esa reunión?

En la primera, bien. Se asignó a una persona para que les hiciera seguimiento a las EPS por demora en las autorizaciones y le dieran buen uso a la urgencia. Y tratamos de mejorar ese mal ambiente que había entre los trabajadores de urgencias y los padres de familia. Nos reunimos incluso con las directivas del hospital y llegamos a un acuerdo para que de ambas partes bajaran un poco la guardia.

¿O sea que las niñas seguían teniendo síntomas?

Sí, continuaron teniendo síntomas más o menos hasta el año 2016. Ya después disminuyeron. La base de datos inicial que se tomó en la urgencia disminuyó ostensiblemente.

¿Hoy en día cómo está la situación?

Está muchísimo más calmado. Hemos hecho seguimiento a los compromisos que hizo el Ministerio, a la dotación de algunos puestos de salud, a un plan de salvamento para la ESE municipal que es de primer nivel, una unidad móvil que se requería para la atención en la zona rural. También se llegó a unos acuerdos con la Super, para que de manera permanente les dieran prioridad a las atenciones o quejas que se colocaban contra las EPS por la no atención y no entrega de autorizaciones. Los padres de familia exigían que se les diera transporte, porque el Carmen es una zona de difícil acceso. Se tornó en una situación bastante compleja donde la posición de la Secretaría tenía que ser neutra.

¿Y cómo está el convencimiento, desde el punto de vista de la evidencia científica, sobre la inocuidad de la vacuna?

Nulo. Hasta este momento no hemos podido avanzar en eso, pese a algunos esfuerzos muy tibios que hemos hecho. Las asociaciones de padres tienen una cierta fortaleza cuando se trata del tema de vacunas, entonces nos queda bastante difícil actuar desde la Secretaría. Tenemos un “stock” de apenas 10 dosis de vacunas este año y no hemos tenido ningún tipo de demanda. Sin embargo, a partir de enero, vamos a generar los oficios para los colegios y las instituciones educativas, y recordarles que las vacunas están a disposición de cada una de las niñas. Y comenzar con la publicidad que esa va a ser la parte más difícil de estos cuatro años.

Pero necesitará inventarse una estrategia para convencer a la gente…

Exactamente. Tendríamos que mirar la posibilidad de generar un poco más de información a través de los canales locales y de otros medios, buscar la forma de que la gente le quite el estigma a la vacuna contra el VPH. El tema es que no solo puede ser una estrategia de la secretaria municipal de salud. Es un problema que nos compete a nosotros. Es más fácil decirlo Bogotá, a decirlo en la provincia donde no se tiene acceso, prácticamente, a ningún tipo de comunicación.Podría emprender una estrategia agresiva, pero voy a recibir en contra toda esa andanada de personas antivacuna, que ellos tendrán sus motivos, y respeto su posición, pero científicamente no tienen evidencia. Es ahí donde al inicio chocamos, posterior a algunas reuniones, y luego yo me mantuve un poco tibio en ese sentido, pero sin mantener la posición clara que tenemos de que definitivamente las vacunas no tienen nada que ver con ese tema.

Es un trabajo que lo he venido manejando muy discretamente porque es un temor fundado por quienes de manera directa vivieron su situación con las niñas. Yo les he reiterado siempre que las niñas no están enfermas, aunque sí de hecho hay unas patologías de base que fueron diagnosticadas. Todas tienen diagnóstico y algunas ya salieron de los controles. Pero hay unos diagnósticos que ellos relacionan con la aplicación de la vacuna. Eso ha sido lo más difícil y lo he vivido en el caso propio... Mi esposa me dice que duda. Aun cuando le lleve la evidencia, me dice, “Aun así me genera duda”. Y me pongo en los zapatos de esa madre de familia. Ellas vieron que a las niñas las llevaban en motos, las crisis en los colegios... infinidad de cosas.

¿Y si usted le ha llevado evidencia científica a su esposa, ahora cuál es el siguiente paso para convencerla?

Bueno, el siguiente paso es traerla a Bogotá a que me ayuden a convencerla (risas). No la veo fácil. Pero yo pensaría que ella debe priorizar el futuro de nuestra niña, su salud futura. Yo siempre he puesto de ejemplo el caso de una niña de una vereda que me decía que ella un día hablando con la mamá, la mamá le había dicho que cuando las niñas entraban en crisis en el salón, que se saliera del salón y no mirara a donde estaban las niñas. Y le funcionó. La niña nunca más le repitió crisis. Y ella dice que es una niña sana y que si tuviera la oportunidad de tener una tercera dosis, se la colocaba.

En la Secretaría tenemos a dos personas dispuestas de manera permanente para recibir las quejas. Nos ha faltado el apoyo de Bienestar Familiar, porque muchas de las niñas aún siguen siendo menores de edad. No puedo solucionar desde el comando territorial un tema que es de competencia de este instituto.

¿Qué tan acompañado se siente en esta cruzada?

Realmente me siento muy solo, aunque tengo el apoyo del Ministerio. Incluso recibí amenazas en algún momento contra mi vida y la de mis hijas... pero bueno, ese es mi rol político y social. Siempre he sido una persona pública y en el Carmen llevo 18 años trabajando en el sector público.

¿Su alcalde cree en usted?

Sí, claro. El alcalde me ha dado la total confianza, en lo único en lo que no nos hemos puesto de acuerdo es en este tema de la vacuna contra el VPH, y respeto su criterio y su posición.

¿Qué se siente saber que es secretario de Salud de una población que marcó un hito en los indicadores del país?

Se sienten tantas cosas. Una responsabilidad y una satisfacción del deber cumplido. Siento que sí he hecho lo que ha estado a mi alcance y que me he mantenido en mi posición clara, de que definitivamente la vacuna no tiene que ver con esas afectaciones de las niñas que, repito, sí están enfermas, pero hemos hecho todo el trabajo desde las EPS. Siento que hay que buscar más la manera de visibilizar un problema que efectivamente en algún momento no tuvo las atenciones requeridas. Reconozco los esfuerzos del ministerio, pero también que se hubiera podido hacer más para atender a estos padres de familia. Carmen de Bolívar es una pequeña Colombia, confluyen todos los problemas. Hay que mirarlo como un tema más nacional. Vamos a ver qué derrotero nos sigue marcando el destino y Dios.

Le queda un año y un mes para hacer una actividad del virus del papiloma humano, ¿cuál sería?

Vacunación nuevamente en colegios. Coger un colegio piloto y llevarlo con más tranquilidad y reposo, hacerlo coordinadamente con el municipio, que se hagan las cosas como son y explicarles las bondades a los padres de familia. Es el plan inicial. Esperamos Dios nos acompañe.

 

Por Lisbeth Fog Corradine

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