Las dos visiones enfrentadas sobre las cifras de contrabando de cigarrillos

Un estudio realizado por economistas colombianos pone en duda las cifras sobre el aumento de contrabando de cigarrillos después de la entrada en vigencia del impuesto al tabaco.

Helena Calle
13 de mayo de 2019 - 02:00 a. m.
El número de fumadores cayó de 3,3 millones en 2016 a 2,8 millones en 2017, según Minsalud.   / iStock
El número de fumadores cayó de 3,3 millones en 2016 a 2,8 millones en 2017, según Minsalud. / iStock

En febrero de este año, el vicepresidente de Coltabaco, Carlos Guzmán, envió un comunicado a los medios: “En dos años, entre el 2016 y el 2018, el contrabando prácticamente se ha duplicado, al registrar un crecimiento del 92 %. Hay que decirlo, este es un efecto negativo de la reforma tributaria del año 2016”, rezaba el comunicado.

La aparente relación entre el impuesto al tabaco y el contrabando de cigarrillos no es nueva. El impuesto al tabaco entró en vigencia en 2017 como medida para combatir el tabaquismo y aliviar el hueco fiscal del sector salud, pero desde entonces se dice que el contrabando de cigarrillos se ha disparado como nunca antes.

Desde 2011, la Asociación Nacional de Empresarios Colombianos (ANDI) comparte cifras sobre el mercado ilícito de cigarrillos en el país y, según sus datos, en 2016 el 13 % de los cigarrillos en el país eran de contrabando, pero para 2017, un año después de entrado en vigencia el impuesto, subió al 18 %. Estas cifras son presentadas cada año al Comité de Seguimiento de Alto Nivel de Lucha contra el Contrabando, liderado por el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo (Mincit), con la participación de entidades como la DIAN, la Policía Fiscal (Polfa) y otras entidades. (Lea: Uno de cada cuatro cigarrillos es ilegal)

Sin embargo, la semana pasada, otro estudio realizado por el Departamento de Economía de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, la Fundación Anáas y el Centro de Estudios en Integración y Desarrollo (Cindes), de Río de Janeiro (Brasil) puso las cifras de la industria en entredicho en la que, según los investigadores, es la primera medición independiente de comercio ilícito de cigarrillos en Colombia.

El artículo que se publicó en la revista Tobacco Control, del British Medical Journal (BMJ), estimó el comportamiento de los fumadores y del mercado de cigarrillos antes y después del impuesto al tabaco. Los cuatro investigadores tomaron los datos recolectados por la Encuesta de Demanda de Cigarrillos Ilícitos (Deics) para Colombia en 2016, tres meses antes de la entrada en vigencia del impuesto, y en 2017, nueve meses después de entrado en vigencia.

La encuesta fue realizada a una muestra de 1.697 hombres y mujeres mayores de 12 años que se declararan fumadores, de todos los niveles de ingresos, en las cinco ciudades colombianas con el mayor número de fumadores, que representan el 63 % del mercado de cigarrillos: Bogotá, Medellín, Cali, Cartagena y Cúcuta.

El análisis concluyó que después de la subida de impuestos los cigarrillos ilícitos representaron el 3,4 % del consumo total de cigarrillos en 2016, y después de la subida de impuestos, el 6,4 % en 2017, “inferior a la estimación de la industria para el mismo período: 18 %. La intensidad del consumo disminuyó: la proporción de fumadores pesados (más de diez cigarrillos por día) bajó del 37 % en 2016 al 26 % en 2017. Hay suficiente espacio para nuevos aumentos al impuesto al tabaco”, concluyen los investigadores.

La recomendación es, por lo demás, incómoda. “Uno de los mitos que promueve la industria tabacalera es que, con el impuesto al tabaco, los cigarrillos de contrabando iban a inundar el país. Con evidencia científica, es decir transparente, validada por la comunidad académica y sin conflicto de interés, se demuestra que la cifra es mucho menor que la que presentan en esos comités. El reto es que los comités y estancias de decisión como la DIAN, el Ministerio de Comercio y la Polfa pasen de tomar decisiones a partir de cifras producidas por la industria tabacalera para defender sus propios intereses comerciales a tomar decisiones basadas en evidencia científica”, explica Norman Maldonado, economista con maestría en ciencias económicas de la Universidad Nacional, PhD en economía del desarrollo de la Ohio State University y autor principal del estudio. 

Según lo que encontraron, la proporción de personas fumando cigarrillos ilícitos incrementó marginalmente en las cinco ciudades, pasando del 3,35 % al 4,23 %, aún muy por debajo de los niveles de contrabando mundial de cigarrillos. “Esto es causado principalmente por el incremento de fumadores de cigarrillos ilegales en Cúcuta, en donde la institucionalidad para controlar el problema es débil”, explica el estudio.

También encontraron que, gracias a la subida de precio en los cigarrillos, el consumo disminuyó, pasando de 89.090 cigarrillos por semana en 2016 a 78.073 en 2017 (si uno sumara el total de cigarrillos que se fumaron todos los encuestados). En pocas palabras: según el estudio, el comercio ilícito de cigarrillos sigue siendo bajo. Entonces, ¿están infladas las cifras de comercio ilegal de cigarrillos?

Para los académicos, el estudio de la industria tiene falencias estructurales, primero, por ser financiado indirectamente por la industria tabacalera. "En este caso particular, presentar cifras altas de contrabando es conveniente para asustar a las carteras de hacienda y de salud en que no sigan aumentando los impuestos al cigarrillo", dice Maldonado. Segundo, por no seguir los estándares definidos por la ciencia del Banco Mundial para estudiar el problema de contrabando de cigarrillos, ya que la muestra se concentra en las ciudades con más contrabando (no solo de cigarrillos) y no en los fumadores.

El estudio que citan los académicos como una “sobreestimación” es realizado por la empresa Invamer por encargo de la ANDI. “La cifra genera preocupación para el sector empresarial al observar un incremento de 5 puntos con respecto a 2016”, se lee en la revista de la ANDI, donde salió reseñado. Los departamentos más afectados fueron Cesar, La Guajira y Magdalena. 

Para el presidente de Invamer, el economista Martín Orozco, el problema del estudio del estudio de la academia es que se concentra en pocas ciudades, dejando por fuera a las zonas rurales, donde también hay fumadores, lo que no representa al universo de fumadores de cigarrillo de contrabando. Según él, sus estudios demuestran que después de la reforma tributaria el cigarrillo de contrabando se disparó porque están bien hechos. “Yo defiendo los resultados de nuestro estudio. Ellos solo consultan algunas ciudades, principalmente Bogotá y ahí la cifra de fumadores es baja comparada con zonas como la Costa o los Santanderes. Tienen un grave problema de muestra porque además de coger cinco ciudades se olvidan del resto del país como si no existiera el campo. En las ciudades donde consultaron el consumo de cigarrillo no debe ser más del 20 %, pero habría que preguntarle a una tabacalera”.

Según explicó, la metodología que vienen usando desde 2011 es similar a una encuesta en tiempos de elecciones: se seleccionan municipios del país de manera aleatoria, luego las veredas (también aleatoriamente, seleccionan hogares al azar y en cada uno a una persona mayor de 18 años que se declara fumadora.

Además de las preguntas de rigor (marca preferida, qué determina si compra o no un cigarrillo), se toma una muestra (o sea, un cigarro) y se analizan los sellos y códigos en tres tabacaleras del país. Así determinan qué porcentaje de cigarrillos recolectados no pagaron impuestos. Los dos estudios coinciden, eso sí, en que se consumen más cigarrillos ilegales en estratos 1 y 2, y que el contrabando es un flagelo que afecta los recaudos del sistema de salud. (Lea también: Cigarrillos 50% más caros para ganar 3 millones de años de vida)

¿Más impuestos al tabaco?

Según un informe de recomendaciones para el impuesto al tabaco que publicó el Banco Mundial en septiembre del año pasado, los impuestos deben ser grandes y aplicarse en choque, no gradualmente. Los académicos temen que las cifras oficiales de la industria sobre contrabando y no la evidencia científica sean las que usen los funcionarios de alto nivel a la hora de decidir sobre el aumento del impuesto al tabaco, controlar la epidemia de tabaquismo, y de paso, conseguir recursos adicionales para financiar el sistema de salud a través del recaudo.

“Está muy bien juntar a tomadores de decisión para monitorear el contrabando de muchos productos, el problema es que está escuchando solo la versión de la historia que entrega la industria. La medida de control contra el tabaquismo más costo-efectiva son los impuestos, y funciona mucho mejor en países como Reino Unido, que tiene uno de los impuestos más altos al tabaco. El precio sí ayuda a que los fumadores actuales empiecen a dejar de fumar, y el tabaquismo es una epidemia mundial que hay que atender ya”, concluye Blanca Llorente, investigadora en control del tabaquismo hace una década y coinvestigadora del estudio. (Lea también: Uruguay, el primer país de América Latina en quitar toda la publicidad de los cigarrillos)

En Colombia, el tabaco continúa siendo un factor de riesgo. El 64,1 % de las muertes causadas por cáncer de tráquea, pulmón y bronquios es atribuible al tabaco. Así mismo, el 11,3 % de las enfermedades isquémicas del corazón tiene el mismo denominador común, al igual que el 56,7 % de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).

A pesar de esto, con la aplicación de la medida, el Ministerio de Salud detectó que el número de fumadores adultos cayó de 3,3 millones a 2,8 millones entre 2016 y 2017 (un año después de la aplicación del impuesto).

hcalle@elespectador.com / @helenanodepatio

Por Helena Calle

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