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Nadie está a salvo de la pandemia hasta que todos estén a salvo

Un primer análisis de lo que ha venido sucediendo con la vacunación en el mundo permite ver que urge a los países ricos evitar un descontrol de la pandemia en los países de menores recursos.

Galileo Violini¨*, especial para El Espectador
31 de enero de 2021 - 11:58 p. m.
Paquetes de la vacuna rusa Sputnik contra el COVID-19 son almacenadas en una nevera en Ucrania.
Paquetes de la vacuna rusa Sputnik contra el COVID-19 son almacenadas en una nevera en Ucrania.
Foto: DAVE MUSTAINE / EFE

Hace algo más de un mes discutimos por este mismo medio la posibilidad de acceso a las vacunas por parte de todos los países, en particular de los de menores recursos económicos. Ha transcurrido casi un mes desde el día en que empezó la campaña masiva de vacunación (y un poco más en Rusia, China y Reino Unido). Esto nos permite analizar qué está sucediendo.

Día tras día el derecho de todos los países a recibir las vacunas es vulnerado y pisoteado. Seguir el problema de la distribución de las vacunas en la prensa de los países ricos o de los países no solamente pobres, sino también de ingreso intermedios, da la impresión de que no pertenecen al mismo planeta. Son dos mundos diferentes.

En los últimos días, el foco del debate en Europa han sido los retrasos de AstraZeneca en la entrega de los millones de dosis esperadas y las posibles acciones legales por incumplimiento de los contratos. También hay preocupaciones acerca de si y cómo aplicar la segunda dosis, o en Estados Unidos acerca de la oportunidad de utilizar en las primeras vacunaciones media dosis de Moderna, temas fascinantes, pero lejanos de la experiencia que estamos viviendo en América Latina, donde solamente siete países han empezado a vacunar. De ellos solamente Brasil (vacuna china), Argentina (vacuna rusa) y México (Pfizer), con cantidades de seis o siete dígitos, mientras los demás países esperan las primeras entregas, previstas a menudo para comienzos y en Colombia para la segunda mitad de febrero. Pero, ¿Cuántas dosis llegarán en las primeras entregas? y ¿Cuándo? ¿Ocurrirá lo mismo que en Europa?

Esto, no obstante los llamados de atención de la Organización Mundial de la Salud, la voz de cuyo director general parece ser como la del evangelista Juan “clamans in deserto”. Los argumentos de la OMS son fundamentalmente éticos, pero esa ética se choca con nacionalismos que, mirándolos bien, son más ideológicos y políticos que orientados por los intereses de largo plazo de los países,

Un estudio de hace pocos días, comisionado por la Cámara de Comercio Internacional (ICC), organización que reune 45 millones de empresas de 100 países, ha considerado dos posibles escenarios: en el peor, los países ricos alcanzarían a vacunar totalmente sus poblaciones en la primera mitad del año, mientras los pobres solamente lograrían una vacunación marginal. Este escenario podría no realizarse, no por inmoral o inconveniente, sino porque no es obvio que las empresas farmacéuticas productoras puedan asegurar la producción necesaria.

En el segundo escenario, más probable, la meta de los países ricos sería más modesta, mitad de la población para finales del año. ¿Las consecuencias para la economía mundial? En el primer caso el estudio estima una pérdida de más de 9.000 billones de dólares, en el segundo de solamente entre 1.800 y 3.800, y el costo de esta pérdida lo pagarían los países más ricos, debido a dos fenómenos correlacionados, contracción del mercado de los países pobres y disminución de su capacidad de responder a la demanda de materias primas, de partes y de componentes requeridas por las multinacionales.

No es ciencia ficción imaginar la desestabilización que esto produciría a nivel político, y no solamente en los países más pobres, riesgo que ha sido objeto, solamente hace tres días, de interesantes observaciones en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, por parte de la vice secretaria general, Rosemary Di Carlo.

Hay también consideraciones sanitarias que no deberían permitir ni considerar la posibilidad de diferencias grandes entre diferentes países. Un descontrol de la pandemia en los países de menores recursos puede dar lugar a nuevas variantes del virus que sería vana ilusión, como dice la experiencia reciente, pensar poder contener donde se hayan producido.

La OMS subraya el derecho de los países a recibir la vacuna por motivos humanitarios y éticos. Hace doce días, su director general lamentó que, cuando ya se habían vacunado casi 40 millones de personas en 49 países ricos, había un país, Guinea, donde se habían vacunado 25 personas utilizando la vacuna rusa Sputnik V, de la cual Guinea había pedido 55 dosis. El jueves ha recordado justamente los riesgos que hemos mencionado: crisis económica mundial y posibilidad de nuevas mutaciones, además de reiterar que considera un fracaso de la comunidad internacional el hecho de que: “Las vacunas están llegando a un puñado de países rápidamente, mientras que los países más pobres no tienen ninguna”.

Y hoy la situación es la misma y peor. Esta realidad la tenemos debajo de nuestros ojos. En los 12 países que más han vacunado, entre los cuales está (en séptimo lugar) Brasil, se ha administrado el 90 % del total de las vacunas aplicadas. Y los países ricos siguen comprando. El presidente Biden se ha comprometido a comprar 200 millones de dosis más de Pfizer y Moderna, llegando así a 600 millones de dosis solamente con estas dos vacunas, cantidad que aumentará con las probables aprobaciones en febrero de la de Johnson & Johnson y en abril de la de AstraZeneca, hasta llegar a mil millones de dosis. La Unión Europea, incluyendo una opción de compra de 100 millones de dosis, aspira recibir 600 millones de vacunas Pfizer, a las cuales hay que añadir naturalmente las que produce de AstraZeneca. Y las recientes polémicas acerca de esta vacuna podrían resultar en una limitación de la exportación fuera de la Comunidad, pensando en Gran Bretaña, claro, pero penalizando también otros países que están esperando recibir esa vacuna, lo cual ha sido considerado “alarmante” por la vice directora general de la OMS, Mariangela Simão.

Si las productoras lograran satisfacer esas demandas se realizaría el panorama del primer escenario del estudio de la ICC. Y hay que recordar que una fácil suma de las cantidades para las cuales han sido firmado los contratos arroja un resultado mayor de la producción esperada este año.

La comparación de esas cantidades con África, que, con sus 1.200 millones de habitantes, está esperando 670 millones de dosis de AstraZeneca, 270 ya compradas y 400 recién contratadas por la Unión Africana, no requeriría de comentarios. Pero, ¿Cómo no compartir la observación de Salim Abdool Karim, presidente del Comité Asesor Surafricano para el Coronavirus?: ”Para mí, sería inconcebible que un país como los Estados Unidos o el Reino Unido comenzara a vacunar a los jóvenes de bajo riesgo, cuando aquí en África ni siquiera hemos comenzado a vacunar a los trabajadores de la salud y a los ancianos”. Y recuerda lo mismo que afirmó el presidente Sánchez en Abu Dhabi: ”Nadie está a salvo hasta que todos estén a salvo”.

Hace dos meses los líderes del G20 se reunieron en Abu Dhabi. Es instructivo volver a leer las declaraciones que se hicieron en esa circunstancia, no muy diferentes, salvo el nuevo contexto de referencia de la actualidad de la vacuna, del llamado al compromiso por un frente unido contra la pandemia adquirido en la Cumbre Extraordinaria del G20 del 26 de marzo, la lectura de cuya Declaración conjunta final me permito recomendar.

Antes, quiero recordar que en Abu Dhabi unos expertos en salud pública reiteraron la necesidad de una distribución equitativa de la vacuna y observaron que los países en desarrollo podrían tener que esperar la disponibilidad de vacunas de menor costo y que no presenten los problemas de transporte y almacenamiento de las vacunas que se esperaba entonces serían disponibles en diciembre.

Otra declaración que merece ser recordada es la del rey de Arabia Saudí, país que no hace parte de la lista de los 12 países mencionados, habiendo utilizado solamente el 0,4 % de las vacunas. Rey Salman bin Abdulaziz dijo en el discurso de apertura: “Aunque somos optimistas sobre los avances en el desarrollo de vacunas, opciones terapéuticas y herramientas de diagnóstico para el Covid-19, debemos trabajar para crear las condiciones hacia un acceso asequible y equitativo a estas herramientas para todos los pueblos”, posición reforzada por el ministro de Finanzas, Mohammed Al-Jadaan: “Hay obviamente escasez, pero hay un claro compromiso para asegurar una distribución equitativa a cada país”, añadiendo que “todos y cada uno de los líderes apoyaban las iniciativas del G20 para asegurar recursos suficientes para que las vacunas y los medicamentos estuvieran disponibles para todo el mundo” y que había “un claro reconocimiento de parte de los líderes del G20 de que si se dejara atrás un país, todos se quedarían atrás. No se puede resolver el problema solamente en ciertas partes del mundo, porque el resto de mundo sufriría y si un país sufre todos nosotros [supongo los países del G20] sufrimos.”

Después de la reunión de Abu Dhabi, la presidenta de la Unión Europea (miembro del G20), Ursula von der Leyen, registró positivamente su resultado, destacando que se necesitaría dinero. Apreciando el acuerdo del G20 para que las vacunas estuvieran disponibles y asequibles para todos, hizo un llamado a los líderes del G20 para que “se comprometieran a establecer un fondo de 4.500 millones de dólares”.

A continuación, recordamos las declaraciones de los líderes de diez de los 12 países, indicando también el porcentaje de sus vacunaciones, respecto al total de las vacunaciones. Los otros dos países, Israel con el 5,1 % de vacunaciones y los Emiratos Árabes Unidos, con el 3,4 %, no pertenecen al G20.

Estados Unidos: 30,6 %. No puede haber sido sorpresa para nadie que el presidente Trump afirmara que quería que los ciudadanos de Estados Unidos fueran los primeros en recibir la vacuna.

China: 25 %. El presidente Xi Jinping pidió una mejor coordinación internacional de las políticas para facilitar el movimiento de personas y ofreció su ayuda en el desarrollo de los antídotos. “Cumpliremos nuestros compromisos, ofreceremos ayuda y apoyo a otros países en desarrollo, y trabajaremos duro para hacer de las vacunas un bien público que los ciudadanos de todos los países puedan usar y pagar”.

Gran Bretaña: 9,7 %. No encontré declaraciones de Johnson sobre el tema, siendo él aparentemente más interesado a poner en evidencia el éxito británico para la producción.

India: 3,8 %. Tampoco encontré declaraciones del presidente Narendra Modi en Abu Dhabi, pero sí hay un compromiso de este país para distribuir el 50 % de la vacuna que produzca y hay noticias de que ha habido entregas a Bhutan, Nepal y Sri Lanka.

Alemania: 2,5 %. La canciller Merkel declaró después de la Cumbre: “Lo más importante ahora es que el COVAX (Colaboración para un acceso equitativo mundial a las vacunas contra la COVID-19) use el dinero con que cuenta para negociar con las empresas productoras. No es suficiente tener el dinero en una cuenta. Debe resultar en algo útil para los países en desarrollo”.

Brasil: 2,2 %. El presidente Bolsonaro se unió al discurso sobre vacunas equitativa y asequibles.

Turquía: 2,1 %. El presidente Erdogan declaró que el G20 debe “preparar mecanismos que garanticen a todos un acceso equitativo y un uso asequible de la vacuna”.

Italia: 2 %. El presidente Conte declaró: “El imperativo debe ser de garantizar el acceso a los diagnósticos, terapias y vacunas a toda la comunidad mundial: para Italia éstos son bienes públicos globales, derecho de todos y no privilegios de algunos”, " Debemos fortalecer nuestra colaboración con las instituciones multilaterales, que hay que volver más eficaces, incluyendo el fortalecimiento de la OMS”.

España: 1,6 %. El primer ministro Sánchez pidió “acceso justo, equitativo y universal” a las vacunas del covid-19. Y, como habíamos adelantado: “No estaremos a salvo hasta que todos estén a salvo”.

Francia: 1,5 %. El presidente Macron declaró: “La crisis del coronavirus es un test para el G20. No habrá una respuesta efectiva a la pandemia a menos de que sea una respuesta global”.

Conciliar estas declaraciones con el acaparamiento ya asegurado, y que continúa con los nuevos contratos es imposible, a menos de recurrir a argumentos no muy convincentes, como el esgrimido por la ministra de Desarrollo Internacional de Canadá, Karina Gould, quien desvirtuó las críticas a las famosas cino dosis por habitante contratadas por Canada, tildándolas de discusión “hipotética”, en vista de que las dosis contratadas no han sido todavía entregadas.

Tampoco se pueden ignorar acciones, ni tan sutiles, de desautorización de la OMS, como la de hace pocos días de un panel liderado por Helen Clark, ex primera ministra de Nueva Zelanda y ex candidata a la Secretaría General de Naciones Unidas y Ellen Johnson Sirleaf, expresidente de Liberia.

Todo esto ocurre cuando en América Latina las vacunaciones han llegado a poco más del 3 % del total, y en África, solamente tres países han empezado a vacunar: Seychelles, que ha vacunado 20.650 personas, 20 % de su población, Egipto que empezó el domingo y Marruecos que empezó el lunes, más las contadas vacunaciones de Guinea.

¿Es aceptable que para estos continentes la vacuna sea una nueva versión del Godot de Beckett?

Por Galileo Violini¨*, especial para El Espectador

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