El hombre del teatro musical

Con una sábana que hacía las veces de telón y un centro comunal que se disfrazó de auditorio, comenzó la carrera del director boricua en el teatro musical. Ahora trabaja en Broadway.

El Espectador
04 de agosto de 2017 - 09:46 p. m.
El hombre del teatro musical

¿Cuál es la presentación que más recuerda?

Mi primera presentación en quinto grado, en una obra llamada Esto es Puerto Rico, que hicimos en un centro comunal del municipio de Vega Alta, mi pueblo. Fue inolvidable. De alguna manera, ando buscando siempre por ahí el sabor dulce de ese día, porque fue muy rico. No teníamos ni telón y tuve que salir corriendo a mi casa a buscar las sábanas para construirlo.

¿Por qué esa?

Ese tipo de experiencia teatral, donde uno se da por completo y hasta las sábanas de la cama son parte de la obra, es lo que voy buscando para el resto de mi vida. Hacer ese tipo de teatro, en la que todos como comunidad nos entregamos a la pieza.

¿Y en el teatro musical?

In the heights, porque ha sido una gran validación para mi teatro, mi arte y mi coreografía. Más que nada, por lo que ha representado para nosotros. Ha abierto puertas para que otros shows escalen, siendo una pieza clave para el desarrollo del teatro musical.

¿Recibió muchas negativas antes de tener su primer papel?

En realidad, no te podría decir que sí, en el sentido de que yo nunca las he visto como tal. Muy temprano aprendí que esas negativas son una forma de decir que falta algo. Tengo estudiantes que cada vez que van a una audición se frustran y ven esa negativa como el final de la carrera.

¿Cómo lo aprendió?

Una de mis primeras audiciones era para The music man, entonces cuando empezó la parte de tap me fui pegando a la pared y quería desaparecerme como el fantasma Casper. Obviamente, si a mí me dicen que no tienen lo que necesitan, tienen razón. La importancia de estos talleres es que son experiencias que yo he vivido y ayudan a otros amigos latinoamericanos a plasmar un sueño como este. Qué bueno que estén preparados para disfrutar estos momentos.

¿Cómo comenzó como profesor?

En Puerto Rico. Entrenaba de niño en una escuela pública de baile y canto, y estuve muchos años con un maestro que se llamaba José Rivera. A los 15 años formé un ballet folclórico, que fue mi primera oportunidad de empezar a dar clases. Me formé como maestro en la isla y cuando me mudé a Nueva York, a los 21, ser maestro era una de las facetas con las que podía ganarme la vida mientras seguía mi sueño como artista.

¿Qué lo motivó a compartir su conocimiento con otras personas?

Siempre quise ser profesor, porque mientras uno enseña también pone en práctica y adquiere conocimientos. Luego de haber logrado abrir mis puertas en Broadway, ese deseo se volvió más grande y cree la fundación R.evolución Latina, que es una transformación de evolución por medio de las artes y me voy dando cuenta de la felicidad tan grande que es compartir con otras personas mi aprendizaje.

¿Es importante enseñar?

A medida que enseño me doy cuenta de la importancia de compartir cómo se mueve la industria del teatro musical, porque algunas cosas parecían secretas antes, pero era porque no teníamos acceso a ellas. Eso abre una cadena para que se pueda conocer el teatro musical en Latinoamérica.

Va a dictar un taller de teatro musical en Cali.

El taller es posible gracias a Diego Velasco. Cuando lo conocí, él tenía el deseo de traer a Sergio Trujillo, un coreógrafo muy importante en Broadway, que es caleño y ha logrado ser el único en su profesión con cuatro shows al tiempo. Empezamos una relación que pasó de un sueño a una amistad, en busca de hacer teatro musical dentro de Cali. Queremos desarrollar el talento local para recibir en un futuro, no muy lejano, nuestras primeras producciones en este campo.

Por El Espectador

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