1,5°C

Daniel Pacheco
09 de octubre de 2018 - 05:30 a. m.

Al tacto, medio grado centígrado parece un incremento casi, dermatológicamente, imperceptible, pero a escala global un incremento adicional de medio grado Celsius tendría efectos aún más devastadores. Según un nuevo informe científico, la diferencia entre limitar el aumento de la temperatura del planeta a 1,5 °C, en vez de 2°C, es decir 0.5°C de diferencia, es enorme.

En vez de que en el océano ártico haya veranos sin hielo —¡un polo norte sin hielo!— una vez cada diez años si la temperatura sube 2°C, limitar el aumento a 1,5°C haría que los veranos sin hielo sean ocurrencias raras de más o menos una vez cada 100 años. En un escenario, la extinción de especies como los osos polares es extremadamente probable; en el otro, nada más probable.

Las olas de calor extremas, que ya han afectado a millones de personas, causarán estragos fuertes en el 14 % de la población mundial, cada cinco años, si la temperatura sube 1,5°C. Pero si sube 2°C, afectarán a más de un tercio de la población mundial. ¡Más de 2.500 millones de personas bajo olas de calor extremo! Solo en Europa, que tiene una población de alrededor de 700 millones de personas, la ola de calor del 2003 causó lo que ahora científicos estiman fueron 70.000 muertes.

El informe 1,5°C del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático, el grupo de científicos que bajo el auspicio de la ONU tiene el encargo de entregar información objetiva sobre los impactos del cambio climático a los países, hace un llamado a la urgencia. Aunque el pacto del Acuerdo de París, firmado por Colombia y por otros 194 países, es a mantener el aumento del calentamiento global “bien por debajo de 2°C”, este nuevo informe trae nueva evidencia sobre la importancia de limitar ese aumento a 1,5°C, y la urgencia de tomar acciones para hacerlo ya.

De hecho, según el informe, el aumento de 1°C que ha registrado el planeta desde niveles preindustriales ya está teniendo efectos visibles. Es decir, que los fenómenos de clima extremos, como olas de calor, sequías e inundaciones, incendios forestales y huracanes son ya una consecuencia del calentamiento del planeta causado por el hombre.

El mismo día que el Panel publicaba en Corea sus hallazgos, acá en Colombia Germán Vargas Lleras escribía en El Tiempo que “el sector minero-energético representa una de las mejores oportunidades para crecer en el corto plazo (…), que el país necesita para su desarrollo económico y social”. Pero, se queja Vargas de que “la realidad de la industria es preocupante”, porque no estamos invirtiendo lo suficiente en la extracción de crudo. El alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, seguía defendiendo el diésel como fuente de energía para el transporte público en la ciudad, en entrevista con RCN Radio. Por otro lado, en su Twitter, Gustavo Petro prometía ese mismo día “la revolución energética que Colombia Humana va a desarrollar: la generación de energía fotovoltáica o solar en el hogar, la fábrica y el comercio”, una fuente de energía alternativa que está lejos de ser la panacea que ofrece el excandidato presidencial.

Según el estudio del Panel, es “química y físicamente posible” detener el calentamiento en 1,5°C, pero se necesita la voluntad política para emprender cambios “rápidos y profundos en el uso de la tierra, la producción de energía, la industria, el transporte”, etc. Para emprender esos cambios es necesario un consenso político que hoy en Colombia, desafortunadamente, no existe. Y ese consenso depende tanto de cambiar viejas formas anacrónicas de ver el desarrollo, como de aterrizar el populismo ambiental a transiciones realizables y basadas en la ciencia. Además, hay que hacerlo ya, si no, como decía el desaparecido Don Tostaco de Ramo, “estamos fritos”.

@danielpacheco

 

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