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José Fernando Isaza
19 de julio de 2018 - 02:00 a. m.

Luego de más de tres años de sitio, entre el 11 y el 15 de julio, uno de los ejércitos serbios asesinó en una localidad a casi toda la población musulmana masculina. Los sobrevivientes semejaban a los rescatados de los campos de concentración nazi. Este genocidio no ocurrió durante el período de las Cruzadas, época en la cual las hordas cristianas también cometieron barbaridades, como masacrar a todos los hombres de la Jerusalén vencida. El genocidio de julio tuvo lugar en la Europa cristiana en 1995. En la municipalidad de Srebrenica, localizada en Bosnia-Herzegovina. Al igual que 1.000 años atrás, ejércitos cristianos apoyados por tropas paramilitares realizan el genocidio con clara intención de limpieza étnica.

En Bosnia-Herzegovina convivían y conviven pacíficamente cristianos y musulmanes. Los serbios querían anexar parte de Bosnia y requerían un exterminio de la población musulmana. En la Asamblea de la República Serbia de Bosnia-Herzegovina se aprobó el genocidio. “Hay comunidades étnicas incapaces de vivir en armonía en el corazón de Europa, así como hay especies de plantas que no pueden crecer juntas…”. “El objetivo de esta acción está profundamente insertado en nosotros, es sagrado y es divino porque no depende de la mano del hombre”.

En 1991, el presidente del Partido Democrático Serbio públicamente amenazó con exterminar a los musulmanes de Bosnia-Herzegovina si insistían en la independencia. En 1994, Mladic claramente estableció que los objetivos serbios en Bosnia-Herzegovina no podían lograrse sin un genocidio y refiriéndose a la población musulmana dijo: “Lo único en lo que estoy interesado es en su completa desaparición”.

El genocidio en Srebrenica se realizó a pesar de ser una zona protegida por los cascos azules de Naciones Unidas, de nacionalidad holandesa. No protegieron a los civiles; violando los protocolos los reunieron en una gran bodega y permitieron que las tropas serbias se los llevaran para torturarlos y asesinarlos. En realidad, para este contingente holandés la única prioridad era su propia seguridad. El gobierno de Holanda fue condenado como responsable de 300 de los más de 8.372 musulmanes muertos y hasta hoy identificados. En 1991 la población de Srebrenica era de 37.000 habitantes y el 75 % eran musulmanes bosnios. El museo de Memoria Histórica es sobrecogedor: es la vieja bodega de la planta de aluminio donde llevaron a quienes iban a asesinar; no se le ha hecho casi ninguna remodelación, los documentos fotográficos cuelgan de las paredes, la tenue luz es similar a la que vieron por última vez los asesinados. Hay unos grafitis escritos por los cascos azules holandeses donde reflejan su profundo desprecio por los bosnios musulmanes y en particular por sus mujeres; esto contribuye a explicar su nulo interés en protegerlos del genocidio inminente.

La Corte Penal Internacional logró juzgar a algunos de los genocidas. Por primera vez llevó a un expresidente a juicio, Miloševic, pero no pudo sentenciarlo porque murió durante el proceso. Mladic, llamado “el Carnicero”, fue condenado a cadena perpetua; Karadzic a 40 años; el año pasado, mientras recibía una sentencia de 20 años de prisión, Praljak se suicidó diciendo que el Tribunal no era competente para juzgarlo.

Hans Küng afirma que la paz mundial pasa por la paz religiosa de la tres religiones abrahámicas. No es ético limitarse a condenar los crímenes incentivados por una de las religiones y exculpar los de la propia.

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