Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Tal como lo planteara El Espectador (“El dilema: alianzas o derrota cantada”, 12-04-10), los partidos que disputan actualmente la jefatura del Estado tienen muy pocas probabilidades de lograrla, salvo que decidan forjar alianzas con otras colectividades ideológicamente afines.
Recurrente estrategia electoral que fortificara —de entrada— el pacto programático de los ex alcaldes Antanas Mockus y Sergio Fajardo, por cuenta de la resonante e imparable marea verde.
Es debido a estas circunstancias que, por una parte, resulta factible y deseable que el Polo, el liberalismo y el Partido Verde conformen la gran alianza de centro-izquierda encabezada por Mockus y Fajardo, con la cual no sólo se pueda allanar el camino hacia el solio de Bolívar y ejecutar las urgentes reformas que demanda el país, sino igualmente tender el puente que permita transitar sin retorno hacia una sociedad realmente justa y próspera, enmarcada en los paradigmas de la cultura, la ciencia y el medio ambiente.
Por la otra, es igualmente dable suponer que conduzca al natural amalgamamiento de los distintos matices de la ambiciosa derecha criolla, representados en el Partido Conservador y el Partido de la U y en los azulejos de Cambio Radical, en torno a los candidatos Juan Manuel Santos y Angelino Garzón, percibidos por tirios y troyanos como arquetipos políticos cambiantes y desleales.
La disyuntiva arroja entonces una claridad meridiana: de un lado, el proyecto serio y transparente del binomio Antanas Mockus-Sergio Fajardo, y del otro, la propuesta reeleccionista del oprobioso sistema de exclusiones e inequidades, encarnado por Santos y Garzón, bajo el ingenioso disfraz de una supuesta unión de clases en torno al legado uribista.
Ramón Francisco García. Ocaña.
¿Y de las armas ligeras?
Qué bueno que Estados Unidos se comprometa a disminuir los riesgos que corre el mundo entero ante la proliferación de armas nucleares. Su actuación sería aún más encomiable si también se comprometiera a controlar el mercado de armas ligeras con que en México y Colombia nos estamos matando. Esa doble moral gringa no tiene presentación. De las armas ligeras se lucra una gigantesca industria estadounidense... y ese tema nadie lo discute.
Andrés Salcedo García. Cali.
Envíe sus cartas a lector@elespectador.com