AMLO: entre la ilusión y las dudas

Andrés Hoyos
05 de diciembre de 2018 - 05:00 a. m.

Quien diga que sabe cómo va a ser el gobierno de Andres Manuel López Obrador, conocido como AMLO, es sencillamente un mentiroso. A mí me late que ni siquiera él mismo sabe exactamente cómo va a jugar la mano en extremo generosa que le fue repartida por los electores de su país. Por lo menos al comienzo, creo que no va a ser un presidente populista clásico, según se venía vislumbrando con algunos preludios, como el raro y craso error de cancelar sin más la construcción del NAIM, el nuevo aeropuerto internacional de la Ciudad de México. A AMLO no le quedará fácil echarse atrás en ese error, pero igualmente sería un desatino estamparle al proyecto “sigue como venía”, al punto de que sospecho que alguna alternativa hallará. Igual, pongamos que sí cancela el aeropuerto. De ahí no se puede concluir que el resto del gobierno será un desatino comparable. Desmontar el NAIM tiene un costo colosal, hasta el punto de que un par de decisiones adicionales del mismo talante y AMLO está frito. ¿Quiere el hombre estar frito y, sobre todo, le interesa estar frito? Lo dudo.

La popularidad con la que empieza AMLO es muy grande y en buena parte depende de que la gente espera de él salidas audaces. No hay en el programa nada escrito en piedra. Como “cuarto padre de la patria”, tiene la obvia opción de la legalización de la marihuana, una medida que sería positiva en casi toda la línea, salvo porque irritaría a Trump. Un plus claro. Más difícil la tendrá en otros aspectos, por ejemplo, en controlar la violencia del país o en limitar la corrupción, dependientes en gran parte del régimen federal. Esencial que logre algo en estos rubros, así quede claro que los carteles seguirán existiendo y actuando en México. ¿Intentará alguna negociación nacional, o sea federal, para controlar el fenómeno? No se ve cómo sería, si bien no parece imposible.

Ya en términos de política pública, AMLO ha dicho y repetido que el neoliberalismo ha sido un desastre. ¿Lo contrario es qué exactamente? ¿Una economía central dirigida? Algo semejante tiene pocos antecedentes exitosos en el mundo y ninguno en México. La espesa alambrada de púas anunciada para el comienzo del gobierno será difícil de imponer en el Estado mexicano. Cualquiera podrá demostrar que este o aquel funcionario está violando las normas. ¿Sancionará AMLO a los violadores? Grave sería que los dejara actuar a sus anchas. Sobre todo que el régimen de fuertes inhabilidades no garantiza nada. La gente quiere resultados, no simplemente fidelidad a unos principios. Todo ello significa que no podrá conceder privilegios. Bien y mal. Bien porque lo hace responsable; mal porque tendrá férulas fuertes que lo atan.

AMLO no tiene verdaderos límites. Su triunfo fue demasiado holgado. Nadie puede decirle legítimamente: no haga esto, haga aquello. Puede en últimas hacer casi lo que quiera. Por ahí derecho el éxito o el fracaso serán ante todo suyos. Opina alguien que el antecedente más claro es Lula un, un triunfo igual de holgado. ¿Resultado? Por ejemplo, que Lula volvió multimillonario a Lulinha, quien era un 0 a la izquierda. Por si acaso, AMLO también tiene hijos pobres.

Regirá un sistema más estricto para la alta función pública en México. Eso promete. ¿Los carteles y demás mexicanos corruptos la tomarán suave? Dudoso, para decirlo con suavidad. Volvamos al título: tengo algunas ilusiones y muchas dudas. Espero un resultado mediocre con el tiempo.

andreshoyos@elmalpensante.com

 

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