La breve vacación que esta columna dio a sus lectores, se debió a un viaje y ahora que estoy de vuelta en el pupitre, vale la pena contar de algunas de las cosas que pude ver.
La más interesante de todas fue El gran macabro una “antiópera” supermoderna del distinguido músico recientemente desaparecido Ligeti. Ese fue el gran hit de Londres, no se conseguían boletas y vale la pena anotar que el director de ella fue el que está a la cabeza de nuestra Sinfónica, Baldur Brönnimann, quien fue muy elogiado por la crítica y es bueno confirmar que a la cabeza de nuestra agrupación tenemos a una figura de reconocimiento internacional. Sólo si los programas fueran más atractivos…
Hablando de otra cosa, una palabra que se está usando mucho en los últimos tiempos para aplicarla a montajes escénicos de ópera es “euro-trash” o sea algo así como euro basura. Aunque es bueno que haya innovaciones, ellas no deben ni pueden ser a costa de lo que libretista y compositor indicaron claramente.
Un ejemplo de eso está en la Tosca del Metropolitan (que aquí se vio en transmisión de TV) donde lugares claramente indicados por Puccini, sitios reales de Roma que cualquiera puede visitar, se cambiaron por muros grises sin ninguna relación con lo que dice el libreto. Lo mismo me pasó en un montaje que vi de Lulú de Berg, donde todo el escenario fue un muro y una silla o un Tristán de Wagner, en que en el fondo la única escenografía eran unos señores de etiqueta que nada tienen que ver con la ópera, cenando. Para eso, que presenten la ópera en concierto (que precisamente no es la idea de las casas de ópera) y dejen de gastar dinerales en ese tipo de montaje, que es difícil de entender y que elimina la tradicional simbiosis de música y escena. Ver, como vi, a Anna Netrebko en Elixir de amor montada en una montaña de fardos de pasto, así eso dé oportunidad de deleitarse con sus hermosas piernas, es una burla a la ópera. Afortunadamente no todo fue así y ya contaré de una Vera Constanza de Haydn y un bellísimo Don Carlos de Verdi, esos sí montados como mandan los cánones.
Ya habrá tiempo de mencionar otras cosas, pero mientras tanto, aquí estoy de vuelta.
