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¿Bancadas o reclinatorios?

Aura Lucía Mera
05 de mayo de 2009 - 02:39 a. m.

ME IMAGINO QUE “BANCADA” VIEne de banco, que es el lugar donde generalmente se asientan las posaderas, y sirven para comer, escribir, conversar o simplemente sentarse.

Y entonces “bancada” querrá decir lugar donde se sientan muchos, unos junto a otros, a lo mejor pertenecientes a un mismo “parche”. Y que por eso existen diferentes “bancadas”, la liberal, la conservadora, la de cambios radicales, la de convergencias ciudadanas, las llamadas con la letra U, las del polo a tierra, la de los cristianos, los afrocolombianos, etc… Cada oveja con su pareja, y cada cual en su bancada.

Hasta ahí muy bien. Entiendo. Lo que no sabía era que también servían para arrodillarse en grupo y que las bancadas también se podían utilizar como reclinatorios. Donde muy en genuflexión y cabizbajos, los pertenecientes a ellas no discuten, ni lanzan ideas propias, ni se atreven a decir pío, sino que asienten mansamente a lo que les ordenen desde el púlpito. Lo que les señalen con el índice y en tono autoritario. Y si se atreven, algún o algunos osados a decir mu, los ponen de patitas en la calle y les prohíben regresar al sagrado recinto, o les prohíben hablar.

Al comienzo, hace ya algunos años,  producían curiosidad. La orden era primero deliberar y luego, sin temor, dar la opinión en patota. Es decir, en “bancada”. Sin existir más de una voz que representara todas las voces. La del polo a tierra cuestionaba, destapaba ollas, producía urticarias y aireaba el ambiente un poco asfixiante de otras. Las otras también emitían cuestionamientos de cuando en vez… Llegó hace poco un momento de clímax excitante: a todas las bancadas les dio por hablar al tiempo, proponiendo nuevo señor para el púlpito. Salieron en desbandada proponiendo nombres. Haciendo planes, y algunos ya tenían arengas preparadas. De pronto enmudecieron todos. El Señor del Púlpito decidió que no se baja del trono y quien se oponga, no solamente quedará fichado como oveja negra que se salió del redil, sino que se verá castigado con merma de puestos, verá tambalear su andamio y quedará expuesto a quedarse girando como corcho en remolino. Ad aeternum. Porque el Señor del Púlpito parece inamovible para la eternidad.

Muy astutas, las bancadas se convirtieron en reclinatorios. Ahora sólo sirven para arrodillarse, agachar la cabeza, no musitar palabra y aceptar todo lo que se les proponga. Amén. Ningún arrodillado se opone a nada. Los que más se atreven se pasan de una bancada a otra. Se miran entre sí impotentes, rumiando blasfemias, pero ante el Señor, acatan sin chistar. Sonríen como las hienas. Esconden las púas como los puercoespines recién bañados.

Da grima ver un Congreso de un país, Colombia, arrodillado, maltrecho, cuestionado, corrupto, sin voz ni voto. Sin ideas que defender. Aquí y no nos digamos más mentiras, el único interés es defender el puesto y la “cuotica”. Hágase Señor tu voluntad y no la mía.

P.D. Aberrante la actitud soberbia y torpe del Gobierno Central respecto a Piedad Córdoba y su accionar para que liberen del infierno al hijo del profesor Moncayo. Y lo peor, seguimos comiendo callados…

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