¿Volverá la mermelada?

Luis Carvajal Basto
25 de marzo de 2019 - 05:00 a. m.

¿Será cierto que el debate en el Congreso por las objeciones del Gobierno a la Ley Estatutaria de la JEP tendrá como consecuencia la conformación de una nueva coalición que las apoye y por tanto el final de los desayunos en Palacio “sin mermelada”?

Desde el realismo de la política resulta difícil cuestionar al Gobierno por ejercer cumpliendo sus promesas de campaña. Al fin y al cabo con ellas ganó las elecciones. Otra cosa es la conveniencia para el país de cumplir los acuerdos con las Farc y evitar la “resurrección” de un conflicto que mantiene muchas de sus motivaciones y de sus actores intactos.

Aunque se puedan invocar y encontrar argumentos jurídicos para reforzar las objeciones o rechazarlas, asistimos al desarrollo de una pugna y un asunto político en que las diferencias de intereses son su aspecto más sobresaliente. Desde esa óptica el análisis político, a diferencia del jurídico, sí vale la pena.

Los acuerdos duraderos se consiguen con consensos y debe reconocerse que los resultados del plebiscito expresaron el sentir de un importante, no obstante escasamente mayoritario, sector de la opinión. Aunque se recuerdan las reuniones de los expresidentes Uribe y Santos para buscar una postura unificada sobre los acuerdos, ella no pudo ser con las consecuencias que conocemos: el uribismo ganó las presidenciales. Fue más “fácil” terminar 50 años de guerra con las Farc que poner de acuerdo a uribistas y santistas. Como están las cosas hoy, puede ser más probable que el uribismo, finalmente, acoja los acuerdos con las Farc antes que ponerse de acuerdo con el santismo.

La movida de objetar “un escaso porcentaje” de la Ley Estatutaria de la JEP no es un problema matemático, aunque se pueda modelar, como se ha querido ver al afirmar que se trata de, por fin, “ponernos todos de acuerdo”; es de carácter político y se corresponde con los resultados del plebiscito y de las pasadas presidenciales, aunque mantenga en vilo un objetivo de alto valor para el país, como lo es avanzar en su estabilización y dar fin a una guerra indeseable.

¿Revancha uribista? De alguna manera sería una del uribismo contra sí mismo, en cuanto ahora ejerce como partido de gobierno y el retorno a unos mayores niveles de confrontación, por la vía del fortalecimiento de las llamadas disidencias, etc., se le “devolvería” . En este punto resulta ya extraño el silencio del expresidente Santos contra el mayor logro de su gobierno que estaría obligado a defender y no sabemos si la próxima publicación de su libro, desde ese punto de vista, signifique su retorno a la política activa. Él, en su momento, apostó por seguir adelante, aun después de perder el plebiscito. Puede decirse que conocía lo que venía si su oposición ganaba las elecciones, como efectivamente ocurrió.

Se sellaron los acuerdos con las Farc pero se consolidó la pugnacidad política; la polarización. Aunque pocos lo digan con claridad, en el divorcio de Santos con el uribismo este último llevó la peor parte durante los dos gobiernos anteriores. ¿Podía esperarse una respuesta diferente luego de ganar las presidenciales? Se trata de política pura y dura, no de diferencias entre arcángeles.

Ante las objeciones del gobierno Duque la actitud de la Corte Constitucional ha sido, hasta ahora, consistente con los acuerdos. ¿Por cuánto tiempo? Vale recordar que la mayoría de sus integrantes accedieron a sus cargos en los dos gobiernos anteriores, una consecuencia de la reelección presidencial ahora inviable. Pero todos sabemos de la preeminencia, en la práctica, del Ejecutivo, circunstancia a la que no escapa una Corte que tiene como característica ocuparse de los asuntos propiamente políticos y cuyo origen, composición y funciones también lo son.

El Gobierno ha hecho su apuesta en un momento en que no ha logrado consolidar mayorías en el congreso. Su postura de buscar acuerdos políticos sin mermelada, claramente, se lo ha impedido. Las objeciones coinciden con el Plan de Desarrollo luego de la agridulce experiencia de la reforma tributaria. ¿Le llegó la hora de conformar esas mayorías aun al costo de restablecer la mermelada en la dieta palaciega? El presidente tiene la palabra. Veremos.

@herejesyluis

 

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