Biblia

José Fernando Isaza
31 de mayo de 2018 - 02:00 a. m.

Algunos candidatos y aun jefes del gobierno, cuando quieren congraciarse con las iglesias cristianas, dicen que gobernarán con la Biblia. Fundamentalistas, como Ordóñez, van más allá y afirman que la Biblia debe primar sobre la Constitución. Olvidan que desde 1991 Colombia es un país sin religión oficial, con libertad de cultos y creencias.

Colombia se asemejaría a algunos países islámicos en los cuales autoridades civiles estén subordinadas a las religiosas. El Corán por encima de los códigos.

¿Cómo se resolverían las siguientes contradicciones? La Constitución garantiza la igualdad de derechos y deberes a los ciudadanos independientemente del sexo u orientación sexual. La Biblia subordina la mujer al hombre “pues como la Iglesia se somete a Cristo, así las mujeres a los maridos en todo” (San Pablo). El Génesis afirma que la mujer fue creada para ayudar al hombre.

En el Código Penal no hay delitos de sangre. En la Biblia hay pecados y delitos hereditarios. Abundan también las maldiciones, con consecuencias punitivas que se trasladan de generación en generación. Hay que ajustar el Código Penal, para que conductas que hoy son “pecado”, se conviertan en delitos con severas penas: “El que se acueste con bestias, es reo de muerte”, “no dejarás con vida a la hechicera”, “el que ofrezca sacrificios a los dioses fuera del Señor será exterminado”. También habría que modificar la regulación financiera, pues la Biblia en ciertos casos prohíbe el cobro de intereses. En el Éxodo se legisla: “Si prestas dinero a uno de mi pueblo, o a un pobre que habita contigo, no serás con él usurero cargándole de interés”. El principio “a trabajo igual, salario igual” hay que modificarlo: en Mateo 20:1, Jesús afirma que el propietario tiene derecho a disponer de los bienes como le parezca y justifica que les pague a los jornaleros lo mismo si han trabajado la jornada completa o un cuarto de ella.

Además, ¿por qué no plantear también que otros libros sagrados como el Corán, los Vedas, la Epopeya de Gilgamesh, etc., tengan igual primacía? La humanidad ha adorado a más de 150.000 dioses, ¿por qué limitarse a los tres de las religiones abrahámicas?

María Teresa Uribe, en sus estudios sobre el sicariato, mostraba que este no se debía al abandono de los valores cristianos tradicionales; por el contrario, son una consecuencia de estos. Basta pensar en la bendición de las motos en la iglesia de Sabaneta, la devoción de los sicarios por la virgen del Perpetuo Socorro y el agua bendita para lavar con ella las balas asesinas.

Andrea Ramírez y Mauricio García, en un capítulo del libro ¿Cómo mejorar a Colombia?, muestran los resultados de la encuesta mundial de valores. A medida que aumenta la secularización, es decir, menos influencia de las religiones en el Estado, aumenta el grado de democratización. Suecia, Dinamarca, Noruega, etc. son los más seculares y los más democráticos. Zimbabue, Egipto e Irán son los menos seculares y los menos democráticos. Las tasas altas de homicidios se encuentran en los países con mayor apego a determinados valores (Dios, patria, familia, prohibición de drogas, de aborto, etc.).

Señalan que investigaciones como las realizadas por Jean Decety, publicadas en Current Biology, encuentran que “los hijos de los padres ateos son más altruistas, más tolerantes y más compasivos que los hijos de los padres creyentes”. Volver al pasado no es una buena idea.

 

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