Boca-River

Iván Mejía Álvarez
04 de noviembre de 2018 - 03:00 a. m.

Nos van a enloquecer. Será una tortura minuto a minuto, hora a hora, día tras día. Los argentinos recontarán la historia del Boca-River desde cuando Bernabé Ferreira le pegaba a una vejiga inflada o cuando Rattin manejaba a Boca. Ellos, que sí tienen documentos fílmicos e historia debidamente documentada, desempolvarán todos los archivos y el Boca-River inundará las pantallas de los canales deportivos del continente. Si lo hacían cuando apenas era un simple partido al que ellos, en su inmensa prepotencia, denominaban el superclásico, a imaginarse ahora cuando de verdad se trata del superpartido, del superclásico, válido por el título de la Copa Libertadores.

El morbo incluye la eliminación de dos equipos brasileños en la fase de semifinales. Placer casi orgásmico para los argentinos, dejar en el camino a Gremio y Palmeiras es tanto o más importante, dada la rivalidad futbolística entre los dos países.

La pregunta es si el poderío en cuanto a clubes de los argentinos se compadece con el nivel futbolístico del fútbol albiceleste en la actualidad. Mientras Brasil tiene una selección nacional a la que se respeta, pese a no llegar a finales en Rusia, el equipo argentino se arrastró durante la cita ecuménica y no solo enterró el prestigio de la selección, sino que acabó con las aspiraciones de Messi. Los dos son exportadores de jugadores y las selecciones nacionales son mucho más producto de los jugadores que actúan en Europa que equipos basados en los futbolistas locales.

¿Son Boca y River buenos equipos de fútbol? Debe aceptarse que sí, dentro de las limitaciones de nóminas que, aunque costosas para el continente, no son famosas en el extranjero. Son claramente productos locales, con jugadores del medio, con técnicos que practican el juego del sur, correr, morder, chocar, pelear cada pelota como si fuera la última.

Sus jugadores tienen claro que deben correr hasta la última gota de sudor y que las condiciones técnicas están más adheridas al espíritu guerrero que al fútbol vistoso. Prueba de ello es que Quintero es la flor del talento en el equipo de Gallardo, y Cardona, cuando jugaba, y Villa aportan el fútbol vistoso en Boca. Y por qué les ganaron a los brasileños, que se supone que juegan mejor, preguntarán algunos. Y la respuesta es fácil: porque si en Argentina falta creatividad y talento, en Brasil, en estos equipos, directamente no existe la chispa, ingenio o fantasía.

Prepárense a soportar mañana, tarde y noche bombardeos por el superclásico. No esperen mucho juego, fútbol del que gusta por estos lados. De algo pueden estar seguros: no faltará un átomo de sudor. Eso son Boca y River, puro esfuerzo.

 

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