¡Buen fin de semana!

Aura Lucía Mera
04 de junio de 2019 - 05:00 a. m.

Recuerdo, hace algunos años, cuando Felipe López se empeñó en revivir Semana, una revista de opinión fundada en 1946 por Alberto Lleras Camargo, publicación vocera del Partido Liberal que circuló hasta 1961.

En 1982, Felipe López Caballero decide refundarla. Una decisión quijotesca, un sueño que podría culminar con éxito o fracaso. Logró que Alberto Lleras le cediera el nombre de la revista. Compró máquinas y escritorios a Alternativa, revista que marcó una época y acababa de cerrar. Reunió a 19 accionistas y se lanzó al agua con pasión.

Su principal objetivo, y abro comillas, era “colocar la información por encima de grupos y presiones, de servidumbres e intereses que pudieran limitar a los colombianos su derecho a saber qué ocurre, cómo y por qué”. Cierro comillas.

Felipe logró que Plinio Apuleyo Mendoza, periodista a rajatabla y zorro astuto, pidiera una licencia de su cargo diplomático en París y se viniera a Bogotá para inventarse la revista. Plinio aceptó el reto con Eddy Torres y Hernando Valencia Goelkel y se dedicaron a sacar adelante el proyecto. Se formó el equipo y en la avenida Jiménez, en un local estrecho, Plinio, a punta de rabietas y manotazos, logró enseñarles a sus primeros periodistas el desafío y la responsabilidad que conllevan editar una revista de opinión. Poco después llegó María Elvira Samper y Semana se fue posicionando hasta lograr ser el mejor semanario de Colombia.

En 2008, Semana ganó el Premio Rey de España por sus investigaciones periodísticas, con las que destapó ollas podridas como la parapolítica. Una revista valiente, frentera, sin pelos en la lengua. Con una credibilidad del 100 %, así muchos lectores no compartieran las ideas de sus columnistas.

En este momento, Semana se ve abocada a un callejón casi sin salida. Es tal el grado de polarización e irracionalidad al que ha llegado este país que los lectores de ultraderecha han venido cancelando sus suscripciones por considerarla una “revista castrochavista comunista”, y los lectores de pensamiento liberal, desde que llegó Duque al poder, vieron cómo sacaron a León Valencia y empezaron a meter periodistas godos, por lo que han venido cancelando sus suscripciones por considerarla ahora “una publicación furibista y vendida al capitalismo”.

Con la despedida de Daniel Coronell, a mi modo de ver el periodista más importante de Colombia, que se ha jugado la vida literalmente por investigar y destapar ollas podridas, se rebosó la copa . El retiro de Felipe López, dejando a su hija María —un poco sobradita de lote y con poca experiencia—, y la venta al grupo Gilinski, que es ahora el que tiene la mayoría de acciones, no han caído nada bien en los lectores.

Opino que nadie puede estar “medio preñado”, como se dice sabiamente en Alcohólicos Anónimos. Se es o no se es, pero no se puede jugar a dos bandas y cambiar las reglas del juego de repente. Es un hecho que Semana ha perdido credibilidad. Y eso es muy difícil de recuperar. Ojalá lo logre. Lo veo difícil.

Para Daniel Coronell, a quien no conozco personalmente, pero siempre lo he leído con admiración y respeto, mis felicitaciones. Tuvo un par de cojones para tomar al toro por los cuernos, sabiendo lo que se jugaba.

No se termina una sinfonía de un tamborazo, Felipe. ¡Les deseo a todos un buen fin de semana!

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