Cambiar de estrategia

Indalecio Dangond B.
10 de febrero de 2020 - 05:00 a. m.

La caída de las exportaciones colombianas en el 2019 es un grave retroceso que no se presentaba hace varios años en el país, teniendo aún a favor las ventajas de 16 tratados de libre comercio y un dólar por encima de los $3.200 durante el año.

Las cifras difundidas por el DANE esta semana hablan por sí solas: las ventas externas sólo llegaron a los 39.501 millones de dólares, lo que representa una caída del 5,7% respecto a las del año pasado, por el desplome de las exportaciones minero-energéticas (11%) y las manufacturas (0,4%), y el irrisorio crecimiento del 0,8% de productos agropecuarios, alimentos y bebidas.

Como suele suceder siempre, ya les están echando la culpa a factores externos como la guerra comercial entre EE. UU. y China, el brexit en la Unión Europea y las protestas sociales, circunstancias que nada tienen que ver con los problemas más graves que sufre nuestro país: ineficiencia productiva y falta de competitividad.

Estos males no se combaten con exenciones tributarias ni reducción de trámites burocráticos, como se ha planteado en los pactos entre el Gobierno, los gremios y el sector privado. A este caldo de costilla hay que meterle buen bastimento (como dicen en la Costa) para que parezca sopa. Esta iniciativa del Gobierno —que todos apoyamos—, liderada por la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez, necesita más inversión pública y privada en infraestructura de transporte multimodal y en tecnologías para la productividad agroindustrial.

Me contaron el otro día en una reunión de empresarios del sector de comercio exterior, que una carga del puerto de Houston a los puertos colombianos cuesta menos que transportarla de nuestros puertos a Bogotá. Y que una tonelada de maíz amarillo, leche en polvo, papa, soya o arroz cuesta menos producirla y traerla desde los Estados Unidos, Holanda, Brasil o Argentina que producirla en nuestro país.

No hay que desconocer los grandes esfuerzos que ha hecho en estos 17 meses el gobierno Duque para reducir el rezago histórico en materia de ineficiencia logística y productiva que tenemos frente a los países con los cuales competimos dentro del marco de los tratados de libre comercio. Pero también hay que hacerle ver al Gobierno que se ha equivocado, y cuando las cosas no están saliendo bien, es necesario ser más creativos y cambiar de estrategia.

Nuestras exportaciones no pueden seguir dependiendo única y exclusivamente del café, las flores, el banano y la demanda internacional del sector minero-energético, que cada día sigue perdiendo terreno en los mercados internacionales por la sustitución del uso del carbón y el petróleo por energías renovables. La tarea y los retos que tienen por delante los ministerios de Transporte, Agricultura y de Comercio son enormes.

Cuánta falta le está haciendo al país un programa de fomento de clusters agroindustriales en zonas estratégicas de exportación. Cuánta falta le está haciendo al país una política pública de ordenamiento agrícola y fomento a la productividad, trazabilidad e inocuidad de alimentos. Y cuánta falta le está haciendo al país un verdadero banco de fomento agroindustrial.

Sobre los resultados en materia de infraestructura de transporte multimodal, me referiré en la próxima columna.

* Experto en financiamiento agropecuario.

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