Carta a Vladdo

Julio César Londoño
16 de febrero de 2019 - 05:00 a. m.

Querido Vladdo: en la última Semana publicó usted una caricatura de dos niños (Duque y Guaidó) llevados de la mano por un gigante (Trump). Es una imagen injusta porque Guaidó encarna la esperanza de un pueblo mientras que Duque es apenas el testaferro de un genocida.

Guaidó le dio rostro a la oposición, que estaba acéfala desde las manifestaciones de julio de 2017 contra el régimen, que las sofocó a sangre y fuego y silenció a sus líderes: detuvo a Antonio Ledezma, le dio casa por cárcel Leopoldo López y les llenó de oro la boca a Henrique Capriles y a Ramos Allup, que guardan desde entonces una compostura francamente boliburguesa.

Antes, en 2016, el Tribunal Supremo de Justicia, cien por ciento madurista, borró de un plumazo a la Asamblea Nacional, que estaba en manos de la oposición desde las elecciones legislativas de diciembre de 2015, cuando se realizaron los últimos comicios libres. Luego se realizaron elecciones legislativas y presidenciales sin candidatos de la oposición, que estaba vetada: el régimen decidía quién podía ser candidato y quién no.

Estas son las elecciones que desconoce la Asamblea Nacional, la legítima, la que preside Guaidó, y que rechazan casi todos los países de América y de Europa, no solo Estados Unidos.

Nadie aprueba la gestión de Maduro y su Cartel de los Soles, pero algunos la excusan diciendo que la debacle de Venezuela se debe “al bloqueo del imperio y las oligarquías”. Esto es una verdad a medias. Por supuesto que las oligarquías no colaboraron con un régimen que expropió (y quebró) hasta las panaderías de barrio. Pero también hay millonarios como Lorenzo Mendoza, el presidente de Empresas Polar, que ha hecho su agosto vendiéndole al gobierno miles de toneladas de CLAP, las cajas de alimentos que el régimen distribuye en sectores chavistas de la población.

Nadie entiende cómo, después de 20 años de poderes omnímodos, y navegando sobre el mayor océano de petróleo del mundo, una “revolución social” puede tener resultados tan miserables y achacarles toda la responsabilidad a “las fuerzas del mal”.

El bloqueo estadounidense a Pdvsa data de finales de enero (antes solo estaban bloqueadas las cuentas de altos funcionarios venezolanos incursos en investigaciones de narcotráfico).

Por lo demás, las relaciones del gran capital norteamericano con la dictadura venezolana han sido muy fluidas. El 75% de las acciones de Citgo, la gran cadena de gasolineras y refinerías de Pdvsa en Estados Unidos, está en manos estadounidenses. En 2017, Goldman Sachs, la poderosa casa de inversiones, compró un paquete de acciones de Pdvsa con un obsceno descuento del 69%. Negocios semejantes se han hecho con gobiernos cercanos al régimen. Sin invasiones, ni disparar un solo tiro, Estados Unidos, Italia, Rusia y China ya tienen en su bolsillo una buena tajada del petróleo y de todo el arco minero venezolano.

Estoy seguro, admiradísimo Vladdo, de que a usted no le simpatiza la dictadura venezolana. Es demasiado inteligente para aprobar la gestión de un régimen que tiene durmiendo en andenes extranjeros a más de tres millones de sus ciudadanos.

Quizá lo que le preocupa es la posibilidad de que Estados Unidos utilice a Guaidó y a Duque para una intervención militar. Estamos de acuerdo. Es el peor escenario. O que Trump se reencauche apoyando una causa que genera tanta simpatía como es la lucha contra esa satrapía. (Nota: Guaidó ha sido enfático en rechazar la alternativa de una intervención militar).

¿Cómo sería un gobierno de oposición en Venezuela? No puede ser peor que la administración madurista. Es obvio que al pueblo venezolano, a los medios y a los caricaturistas les iría mucho mejor que bajo la bota de los generales enchufados.

 

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