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“Todo eso por esto”

Juan Felipe Carrillo Gáfaro
09 de septiembre de 2020 - 07:06 p. m.

Para hacer visible el juicio por la terrible y absurda matanza de sus periodistas el 7 de enero de 2015, el semanario satírico francés Charlie Hebdo decidió presentar el 2 de septiembre, en un número especial, todas las caricaturas publicadas años atrás sobre el profeta Mahoma. Bajo la premisa “Nunca nos doblegaremos. No renunciaremos nunca”, Riss, director del semanario y sobreviviente de la masacre, justificó esta decisión basándose en la libertad de expresión y en la necesidad de aprender a vivir en una sociedad con capacidad de crítica (y autocrítica) reflexiva.

¿Después de lo sucedido, es justificado volver a esas imágenes?

El acto, temerario por demás, pone de presente la capacidad de resistencia de Charlie Hebdo, el cual pese a lo sucedido, logró sobrevivir la crisis existencial que se le vino encima desde entonces. Su recuperación, y la de las personas que allí trabajan, es un símbolo de la fuerza que puede llegar a tener el periodismo pese a haber vivido las horas más tristes. Así como lo hizo Charlie Hebdo, se levantó EE, y ese orgullo de ave fénix es un ejemplo a seguir en una sociedad como la de hoy. La vida “simple”, como lo hubiera dicho la Libertad de Mafalda, se ha hecho cada vez más difícil por culpa de los excesos de la vida contemporánea.

El gesto de volver a publicar esas imágenes es un intento por hacernos ver lo absurdo de “todo eso” y, como lo muestra una de las caricaturas, lo difícil que es para el profeta “ser amado por (unos) imbéciles”. Se trata también de un esfuerzo de memoria histórica: recordar lo vivido con esa intensidad es evitar que se reescriba la Historia de cualquier manera como ha sucedido y sigue sucediendo en nuestro país.

Y aunque a primera vista el ejercicio puede parecer provocador, lo cual es muy entendible luego de lo que pasó, estamos frente a un gesto aleccionante para toda una sociedad. Enfrentar los fantasmas de la violencia con el recuerdo mismo de lo vivido, ayuda a que el ser humano cuestione su propia existencia, valore su vida y la de los demás, y reflexione sobre su propia fragilidad. La experiencia de volver a ver esas imágenes y de analizarlas, debería tener un poder similar al que puede despertar la visita de un campo de concentración nazi o de un municipio como Bojayá.

Hace bien Charlie Hebdo cuando pregunta y responde: “¿Queremos vivir en un país que se jacta de ser una gran democracia libre y moderna y que, al mismo tiempo, renuncia a afirmar sus convicciones más profundas? Por nuestra parte, no hay ninguna posibilidad, salvo vivir en otro país, en otro régimen, en otro mundo”. Hace bien en recordarnos que hemos ido dejando de lado ciertos principios para acomodarnos a una vida más ligera; a una vida que creemos más “adaptada” a nuestros tiempos; a una vida donde luchar por la libertad no tiene mucho sentido.

Nos hemos creído libres y no nos hemos dado cuenta de que seguimos subyugados por dictaduras silenciosas como el fanatismo religioso, el capitalismo, el uso excesivo de las redes sociales, y la peligrosa sensación de que para ser alguien hay que tenerlo todo y, si es necesario, hay que pasar por encima del otro. Lo peor de todo esto es que muchos niños están creciendo bajo esa lógica y no estamos haciendo nada para evitarlo.

Charlie Hebdo ha tenido sus excesos y desatinos. Sin embargo, en este caso la publicación de esas imágenes no solo está bien justificada, sino también abre la puerta a una reflexión más generosa sobre la sociedad actual. Puede que no estemos de acuerdo con la forma, pero el fondo está lleno de contenido y vale la pena tenerlo en cuenta.

@jfcarrillog

 

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