Cinco principios para un giro ideológico en políticas públicas, con ejemplos de educación

Daniel Mera Villamizar
07 de abril de 2018 - 06:45 a. m.

Uno de índole histórico-política, tres de naturaleza cultural y uno de alcance fiscal. 

En Colombia tenemos un populismo moderado y algunos nos proponen acentuarlo o llevarlo al extremo.  Unas corrientes ideológicas creen interpretar al pueblo (raso, porque las clases medias se les desvanecen) y educan a una parte para que quiera escuchar ciertas cosas y se las dicen. No importa que al final se perjudiquen los intereses de la gente. 

De la mano del no tan nuevo constitucionalismo, el multiculturalismo forzado y el llamado progresismo, hemos ido lejos  por un camino que tras 25 años no ha permitido hacer las reformas estructurales ni desatar el talento y las energías del país.  

Seguir por el mismo camino es mala propuesta.  Hay que dar un giro, emprender  el camino tortuoso pero efectivo de las reformas institucionales coherentes con una nueva visión que se mantenga varios periodos presidenciales, como en Chile. 

Salvo Petro,  los candidatos principales tal vez no tendrían problema en decir que apoyan estos cinco giros de orientación del Estado y de  la sociedad, hasta que se les explique sus implicaciones operativas. 

De índole histórico-política.  Primero: El proyecto de nación es parámetro articulador y ordenador.  Algunos dirán: ¿cuál proyecto de nación? He ahí el problema. 

Nos falta definir mejor el perfil de país que queremos ser, establecer las grandes apuestas nacionales y sus correspondientes políticas, y luego chequear cómo cada programa y política pública contribuye al proyecto de nación. 

Ejemplo 1 de no tener esta claridad: el Fondo de Ciencia, Tecnología e Innovación del Sistema General de Regalías. 

Aun si no se hubieran robado un peso, esa forma de dispersar los recursos es la evidencia de un país que no sabe para dónde va en un tema tan estratégico como CTeI.  Ni la reforma por fast track ni el proyecto de ley reciente terminan de resolver la cuestión.  

Ejemplo 2: No tenemos un currículum nacional mínimo ni la forma de asegurarnos de que los alumnos aprendan lo que requiere el proyecto de nación. 

De naturaleza cultural. Segundo: Lo público no es solamente lo estatal y puede ser gestionado por la sociedad.  El Estado no basta para conseguir los fines públicos y sociales; se requiere la Sociedad, también con mayúscula, que se manifiesta en instituciones civiles y empresas. 

Cada política pública debería ser ajustada para incluir mecanismos competitivos de gestión concurrente de instituciones sin fines de lucro y de Empresas B, estimulando la innovación social. 

Ejemplo de esta cortapisa mental: no valerse de las universidades privadas  para integrar subsistemas universitarios con las públicas y así fortalecer las estrategias de país. 

Tercero: La participación cívica debe potenciar  la identidad de colombiano. Por estar promoviendo la política identitaria nos hemos olvidado de la principal identidad: la de colombiano. 

Y por creer que la democracia participativa es un regreso a la democracia directa, en clave de movimientos de base, nos hemos olvidado de la participación posible en una sociedad moderna de clases medias:  la participación cívica no presencial y no adscriptiva, porque la movilidad social aumenta  y relativiza las identidades . 

Ejemplo: no enseñamos bien historia de Colombia y no nos tomamos en serio los contenidos de Constitución, Democracia y Civismo. 

Cuarto: La corresponsabilidad es un deber en el cumplimiento de los derechos.  Nuestro asistencialismo está minando la autorresponsabilidad y los valores necesarios para el progreso social, cuando no tiene que ser así. Familias en Acción incentiva mujeres con nueve y diez hijos, por ejemplo. 

Cada programa y política social debería ser revisada para diseñar formas que cambien comportamientos de los beneficiarios en el sentido que es preciso para el proyecto de nación. 

Ejemplo: el Programa de Alimentación Escolar y la gratuidad educativa operan sobre la base del no compromiso de los padres de familia. 

De alcance fiscal.  Quinto: Gastar mejor antes de gastar más. En algunos sectores, el gasto de Colombia es aceptable en términos internacionales, pero no su eficacia. Un país de ingresos medios-bajos con serias restricciones fiscales no se puede dar el lujo de gastar más sin proponerse gastar mejor. 

Lo popular es gastar más, y a algunos candidatos les encanta prometer gasto, pero lo más responsable es ponerse la exigencia de gastar mejor en primer lugar. Y esto comienza por combatir y prevenir la corrupción, no en la retórica, sino en el diseño y la ejecución de cada programa y cada política pública. 

Ejemplo de gastar mejor sin entrar en el detalle de la corrupción: los recursos de calidad del SGP hay que girarlos una parte a las entidades territoriales certificadas y otra a las instituciones educativas directamente para fortalecer la calidad en cada PEI.

 Actualmente, algunas secretarías malgastan lo de calidad y en todo caso, la institución educativa no debe ser solamente receptora de proyectos, sino tener sus propios proyectos. Otro ejemplo: sincerar la planta docente. 

@DanielMeraV

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