Ciudad región sí, pero no así

Columnista invitado EE
01 de mayo de 2020 - 05:00 a. m.

Por Sebastián F. Villamizar Santamaría*

Las ciudades tienen límites administrativos claros, pero la ecología, la economía y las personas no funcionan con esas barreras. El campo y la ciudad están más relacionados de lo que creemos, y en esas interdependencias es donde puede haber salidas para enfrentar los efectos económicos de la pandemia.

Algunas propuestas urbanísticas de hace años en distintas partes del mundo decían que se debía fortalecer la ciudad región para pensar en economía y desarrollo local. Pero con la globalización que dejaba transportar productos más fácilmente y la falta de voluntad política estos proyectos no despegaron.

Justamente ahora es cuando pueden recobrar la fuerza que perdieron. Por eso es que la “reactivación” de la economía no puede ser pensada en términos globales sino regionales. Y eso no es fácil porque en el país, salvo quizás el Valle de Aburrá, no hemos pensado en tener ciudades región fuertes.

Pero esas no pueden ser ciudades región para que la gente se pueda ir de paseo (como hicieron los bogotanos en el simulacro de cuarentena). Tampoco, como dijo el exalcalde Peñalosa, pueden ser unas en las que se excluyan los municipios que los dirigentes consideren un “hueso”. Deben ser unas en las que haya fuertes vínculos económicos y políticos entre los distintos municipios.

Hay al menos tres consideraciones por las cuales esta idea puede funcionar. Primero, es innegable que las ciudades dependen del campo para que haya comida. En vez de pensar en importar productos, las respuestas a la pandemia deben incluir la compra de productos locales. Desde luego, eso implica que hay que someterse a la disponibilidad de temporada, pero lo que se gana es que haya trabajo garantizado para campesinos, transportadores y tenderos de la zona.

Segundo, la infraestructura ya existe, mal que bien. Habría que hacer una inversión para mejorar vías, desde luego, pero en este momento es más fácil transportar cosas en distancias cortas que cuando hay que hacer todo un dispositivo de logística de carga desde o hacia los puertos e importar productos cuando las fronteras son tan volátiles y el petróleo puede variar tanto.

Tercero, y esto es muy importante, hay un riesgo político en esta propuesta. En Colombia no han sido pocos los casos de volteo de tierras que varios políticos han utilizado para lucrarse por cambiar el uso de la tierra de agrícola a industrial o residencial. Tener una ciudad región implica que continuemos el control político fuerte, para evitar los micos que se le pueden colgar a la pandemia.

Es hora de abandonar la idea de la ciudad y el campo como lugares separados y más bien entender cómo las interdependencias entre ellos pueden ayudarnos a enfrentar lo que se viene. Así de pronto podemos fortalecer las economías locales y los lazos comunitarios de apoyo, que esta pandemia ha mostrado que son lo que nos ha hecho sobrevivir.

@sebvillasanta

* Candidato a doctor en Sociología por el CUNY Graduate Center.

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