Claudia López

Humberto de la Calle
20 de octubre de 2019 - 05:00 a. m.

Conozco a Claudia López desde la época de la Séptima Papeleta. Ya en aquel entonces se distinguía por el entusiasmo, la transparencia de su pensamiento, el activismo genuino y la repugnancia radical contra las prácticas que arrojan sombras sobre nuestro sistema político. Ya era, como lo ha sido siempre, una abanderada en la lucha contra la corrupción.

Ha demostrado experiencia en los asuntos públicos, la cual encuentra fundamento en una exquisita formación académica. Pocas figuras muestran un palmarés semejante.

Su presencia disruptiva ha generado la idea de que pertenece a la llamada izquierda. Claramente no tiene un pensamiento de derecha. Pero en su concepción del Estado y la economía está lejos de posiciones radicales. En mi opinión, en cuestiones sociales y económicas, está ubicada con firmeza en el centro del espectro. En lo que sí es radical, por fortuna para Colombia, es en los temas de moral administrativa y honestidad en las costumbres políticas. Ha sido una batalladora. Y lo ha hecho con vigor, con brío, con pasión. Hay quienes la atacan por esas mismas características. En parte, es una acusación sesgada, como lo dijo Florence Thomas, que obedece a la configuración cultural del rol de género. Si fuera hombre, quizá su lenguaje y su actitud verticales serían dignas de alabanza. No obstante, hay que reconocer que a veces se le va la mano. A veces sus apreciaciones no son justas. Creo que si gana la Alcaldía de Bogotá, gobernará para todos. Pero de igual manera, y esto sería un logro para la ciudadanía, no cejará en combatir los vicios protuberantes del régimen.

Voy a votar por Claudia López. Además de las razones expuestas, he admirado la valentía y la personalidad con la que ha afrontado su identidad sexual. Desde mi orilla heterosexual, creo que ella con su sola actitud ha dado pasos gigantescos en la defensa de los derechos de las personas con orientaciones diversas. Tengo el recuerdo en mi juventud de algunos amigos que tuvieron que acudir a la clandestinidad en condiciones miserables. Soportaron una dosis de sufrimiento absolutamente injusta e inmerecida. Es algo que esta sociedad debe superar y creo que Claudia con su ejemplo ha logrado mucho en ese campo.

Todo esto lo digo con serenidad y sin caer en el ataque ni la agresión. En particular, tengo respeto por Carlos Fernando Galán. Yo creo que ha ganado un enorme terreno político. Merecido, por cierto. Pero él tiene mucho tiempo por delante y creo que esta debería ser la hora de Claudia.

Codas. Si pudiera votar en Manizales, lo haría por Patricia Ruiz para Concejo. Aguerrida luchadora contra la corrupción que ahora inunda nuestra comarca, aquella que en el pasado se llamó el Departamento Modelo de Colombia.

Qué pena con la ONU. Que Venezuela haga parte del Consejo de Derecho Humanos es un adefesio. Es un indicador de que el cerco diplomático no es suficientemente fuerte. Ya es hora de que Colombia tenga un plan B. Si lo que se viene son negociaciones para una transición en la cual el chavismo no desaparece, sino que juega un papel en la Venezuela del futuro, Colombia debe hacer parte de esa negociación con un punto de mira supremo: lograr que cese de manera verificable el apoyo a grupos al margen de la ley.

 

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