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—¿Cuántas relaciones sexuales ha tenido?— le preguntó la enfermera a Natalia Moreno y ella quiso que se la tragara la tierra, pues tenía a su mamá al lado.
Había ido al centro de salud a practicarse una citología, pero al llegar, la enfermera la hizo entrar acompañada. “Me sentí muy incómoda, porque nadie quiere responder preguntas tan íntimas, como cuántas parejas sexuales has tenido, delante de la mamá”, cuenta.
Después, la enfermera fue muy hostil durante el procedimiento. Hizo todo a las carreras y con desagrado. Usó un espéculo muy grande que le provocó un sangrado. Y cuando Moreno se quejó de dolor, le dijo:
—¿Acaso no me dijo que ya había tenido relaciones sexuales?
“Fue una citología muy violenta, ella fue muy brusca y por la manera en la que me miraba y me trataba, supe que todo fue por ser una mujer con discapacidad”, cuenta Moreno.
Unos años atrás, Moreno quiso practicarse un chequeo general. Fue al médico y le pidió un examen de VIH. Pero él le respondió: “¿Acaso usted para qué necesita ese exámen?
Moreno cree que “el médico estaba asumiendo que yo no tengo vida sexual. Tanto él como la enfermera que me hizo la citología, creen que yo no tengo capacidad de decidir por mi cuenta. No es la primera vez que me pasa. La gente simplemente asume que como nací con una discapacidad, no tengo sexo”.
Por eso, Moreno es una de las fundadoras Poliformas, en donde se dedica a trabajar por los derechos de las mujeres con discapacidad. “Trabajamos para derribar los prejuicios. Muchas personas siguen pensando que somos un castigo divino y por eso nos encontramos con cosas como las que yo viví. Se trata de entender que no somos ningún castigo, sino que hacemos parte de la diversidad humana”.
Comentario de Marisol Pachón, directora médica de la Clínica Fernando Tamayo, de Profamilia, en Bogotá:
Durante muchos años las mujeres con discapacidad han sido violentadas en la atención en salud. Esto bajo la presunción de que “no tienen capacidad”. Así se han aprovechado para cometer arbitrariedades en procedimientos de salud sexual y reproductiva, bajo la excusa de que nunca tienen la capacidad de tomar decisiones.
Desde hace unos años esto ha empezado a cambiar en Colombia. En el 2017, el Ministerio de Salud expidió la resolución 1904, que establece las condiciones en las que se deben prestar los servicios de salud sexual y reproductiva para las personas con discapacidad. Bajo esta nueva resolución, las entidades del sistema de salud deben garantizar los ajustes razonables y prestar los apoyos requeridos para que las personas con discapacidad expresen su voluntad y tomen decisiones sobre sus derechos sexuales y derechos reproductivos.
Mientras la forma de atención en salud se transforma, es muy importante darle voz a personas como Natalia Moreno, que desde su propia experiencia han empezado a cuestionar modelos de atención y visibilizan los prejuicios contra las personas con discapacidad.
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La ilustración fue realizada por La Ché, síguela en Instagram.
