La mayor feria del libro de Iberoamérica se realiza todos los años en Guadalajara, México. Una fiesta en torno al libro que convoca autores, editores y lectores durante una semana completa.
En el 2019, la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) se realizó entre el 30 de noviembre y el 8 de diciembre. La organización del evento es excelente. Una de las ventajas es que se organiza en el magnífico centro de convenciones de Guadalajara, Expo. Las condiciones son muy adecuadas pues todo se desarrolla en espacios cubiertos y continuos, no como en los incómodos galpones de Corferias. La abundancia de sitios de comidas de todos los precios y buena calidad, de baños modernos y limpios, y la enorme cantidad de puestos de información contrasta con las deplorables condiciones en que se desarrolla la Feria del Libro de Bogotá. En esta última, la disponibilidad y el aseo de los baños son lamentables. La plazoleta de comidas es insuficiente y uno puede ver a los niños sentados almorzando en el piso y en las escaleras. Además, los servicios de información son deficientes o casi inexistentes.
Este año, el país invitado a la FIL Guadalajara fue la India. La programación de conferencias fue amplia y de una calidad muy alta. Como había muchas conferencias simultáneas, siempre había cupo para escoger alguna. Destaco, por ejemplo, el ciclo de conferencias de ciencias, donde físicos, astrónomos y biólogos de la India y de México difundieron sus conocimientos de manera didáctica y amena.
Otro aspecto que resaltaría de la FIL Guadalajara es la organización de un horario para expositores y libreros, quienes entre el sábado y el martes tuvieron acceso exclusivo hasta las 5 p.m. El miércoles se abrió a todo el público desde temprano en la mañana. Además, en ciertos horarios la entrada no se cobraba.
Fue emocionante ver las filas de gente joven en los diferentes stands de las editoriales para obtener la firma de algún autor. En una de ellas, especialmente larga, pregunté quién era el autor, un muchacho joven, y me sorprendió cuando me dijeron que era un matemático.
Tuve el privilegio de visitar durante los días de la FIL la Universidad de Guadalajara, que es la universidad pública local. Su biblioteca, con una colección de incunables que no tiene ninguna biblioteca en Colombia, es excelente. Pero lo que mayor sorpresa me causó fue su teatro, con una sala mayor para 1.700 personas y tres más para 900, 450 y 250, respectivamente. Todo construido con una inversión de 70 millones de dólares. Recursos invertidos en una universidad pública por fuera de Ciudad de México. No hay en Colombia un teatro comparable a este. Cuando uno ve ejemplos como este, se convence de la estrechez colombiana, que a veces pienso que es sobre todo de miras y de la incapacidad del Estado colombiano para acometer obras públicas aun contando con los recursos… ¡Viva México!