La nueva historia económica

Adolfo Meisel Roca
29 de febrero de 2020 - 05:00 a. m.

A finales de la década de los 50 surgió en algunas universidades de Estados Unidos la llamada nueva historia económica (NHE), o cliometría, caracterizada por el análisis económico riguroso y el uso de métodos estadísticos. En contraste, la historia económica tradicional se había distinguido por su argumentación de tipo narrativo e impresionista, y por el uso de las cifras de manera ilustrativa, más que sistemática.

Un artículo que se considera el pionero en el nuevo enfoque es el de Conrad y Meyer en 1958, sobre la rentabilidad de la esclavitud en el sur de Estados Unidos antes de la Guerra Civil. Hasta ese momento los historiadores económicos consideraban la esclavitud norteamericana como una institución en decadencia y que se mantenía más en razón de factores ideológicos que por su viabilidad económica. En su artículo, los autores demostraron que la inversión en esclavos era altamente rentable.

Desde comienzos de los años 60, los practicantes de la NHE dominaron crecientemente la enseñanza de la historia económica en los departamentos de economía de las universidades norteamericanas, así como las principales revistas del área, tales como el Journal of Economic History y Economic History Review.

Los más destacados practicantes de la NHE fueron Douglass North y Robert Fogel, hasta llegar a compartir entre ambos en 1994 el Premio Nobel en Economía, lo cual se constituyó en un gran reconocimiento a esta nueva manera de hacer historia económica. A North se le considera el pionero de la nueva historia institucional, la cual ha tenido un gran avance e influencia a raíz de los trabajos empíricos de James A. Robinson y Daron Acemoglu y sus asociados.

Por su parte, Fogel revaluó de manera rigurosa la tesis de que los ferrocarriles habían sido esenciales para el éxito económico de los Estados Unidos en el siglo XIX. Argumentó que, si no se hubieran desarrollado los ferrocarriles, los transportes hubieran avanzado ampliando la red de canales y caminos, e indicó que el sobrecosto de esta alternativa habría sido de solo alrededor del 3 % del producto interno bruto de un año. Fogel también hizo importantes aportes al estudio económico de la esclavitud en el sur de Estados Unidos. En sus últimos años se dedicó al estudio de la antropometría, el uso de las dimensiones del cuerpo, sobre todo la estatura, para saber sobre el bienestar biológico de las personas. Según sus estudios, las personas nacen con una estatura potencial genética, pero si la alcanzan o no dependerá de la alimentación y las condiciones de salud en los primeros 18 años de vida.

En Colombia, desde 1960, la historia económica estuvo dominada por la llamada nueva historia económica de Colombia. Ese grupo estaba influido por el marxismo, la Escuela de los Annales y el dependentismo latinoamericano. Sin embargo, ese ya es un paradigma agotado y que tiene poco que aportar a nuestros conocimientos sobre la historia económica del país. Poco a poco, la cliometría ha ido asentándose en nuestro medio y haciendo aportes significativos que han abierto nuevos campos ignorados por “la vieja nueva historia de Colombia”. En esa perspectiva, destaco los trabajos de María Teresa Ramírez sobre la rentabilidad de los ferrocarriles, así como los de otros practicantes, como Felipe Valencia y Fabio Sánchez, y de las nuevas generaciones, como Javier Mejía y Juliana Jaramillo Echeverri.

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