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La selección Colombia que participó en la Copa América 2019 demostró ser un equipo de mucho talento, con figuras jóvenes que harán brillar nuestro fútbol en los próximos años. Algunos “directores técnicos de lunes por la mañana” ya saben exactamente lo que tiene que hacer el equipo para mejorar. No soy experto en fútbol ni cuento con la sabiduría de los técnicos de mecedora que abundan en cada esquina de barrio. No los critico; por el contrario, me parece que esa es una forma inofensiva de pasar el rato y compartir con los amigos. Ojalá hubiera más de ese espíritu para comentar cordialmente eventos recientes.
A mí lo que me llamó la atención de esta selección es que sus jugadores provienen abrumadoramente de la periferia del país. De 23 jugadores, 13 son de la periferia económica: un 56 % del total de jugadores. De ellos, ocho son de la región Caribe, cuatro del Pacífico (sin Cali) y uno de Cúcuta. Hubo un solo bogotano y estuvo en la banca.
En contraste, al analizar el origen de los ministros del actual Gobierno, hay un cuadro inverso al que se observa en la composición de la selección de Colombia. Los ministros provienen en su mayoría del centro del país: de la periferia solo provienen seis, o sea el 38 %, el resto es del centro, y se destaca que cinco de los ministros son de Bogotá, empezando por el de la chequera.
En otras épocas se hubiera dicho que la selección Colombia pertenece al país real y los ministros al país formal. Me interesa la respuesta a la pregunta: ¿por qué este contraste?
La sociología de la movilidad social señala que el lugar que una persona ocupa en la pirámide socioeconómica es principalmente el resultado de su talento y las oportunidades. En el caso del fútbol, lo que predomina para llegar a estar entre los mejores es el talento del jugador, y para su éxito no es necesario estudiar en los colegios más costosos, ir a las universidades más exigentes, tener amistad cercana o pertenecer a las familias influyentes ni tener habilidades cortesanas. Por su parte, en el caso de los ministros es evidente que además del talento juega un papel preponderante el origen regional, social, económico y étnico, y pertenecer a redes políticas, sociales o profesionales: las llamadas “roscas”, que facilitan el acceso a esas posiciones.
Principalmente, el talento sirve para entender por qué a la selección Colombia pueden llegar personas de la periferia del país, de las zonas menos desarrolladas, de los grupos étnicos excluidos como los afrocolombianos; cosa que no ocurre entre los ministros. Es por eso que para el progreso social de este país debe haber, entre los ministros así como en cualquier otra posición de liderazgo de nuestra sociedad, un perfil parecido al de la selección Colombia, en donde se destaque, sobre todo, el talento.
En este mismo sentido, la posición donde una persona termine en la pirámide social no debería estar predeterminada por los ingresos o el nivel educativo de los padres, sino que sea el resultado del talento y esfuerzo individual. Un país donde el talento pueda brillar y aportar a toda una sociedad.
Pero muchas veces uno tiene la sensación de que los más talentosos no están ni siquiera en la banca, y no me refiero a la de la selección Colombia.