Cada vez hay más desigualdades económicas entre las regiones colombianas.
Un análisis de las últimas cuentas departamentales publicadas por el DANE, las correspondientes a 2010, lo corrobora. El producto interno bruto per cápita del departamento más pobre, Vaupés, es sólo el 16,0% del de Bogotá.
En la última década la situación de desigualdad regional se agravó. En primer lugar, los departamentos más pobres no están creciendo más rápido que los más prósperos, siendo ésta una condición necesaria, aunque no suficiente, para que las disparidades se reduzcan. Es lo que en la jerga del crecimiento económico se conoce como convergencia beta. Para el período en mención, excluyendo al Vichada, que tiene un comportamiento atípico, el beta es de cero. Además, las diferencias entre los productos internos brutos per cápita departamentales se han aumentado. Es decir, y para usar otra vez la jerga económica, sigma (la dispersión en los PIB per cápita) se incrementó, aunque sólo ligeramente.
Ahora bien, las regiones que en la última década se han rajado desde el punto de vista del crecimiento no son necesariamente las sospechosas de siempre. Por ejemplo, resulta llamativo el retroceso de Antioquia y Valle, que en el período 2000-2010 perdieron conjuntamente en su participación en el PIB nacional el 1,8%. En contraste, Santander, el caso más sorprendente de avance, aumentó su participación en el PIB total nacional en 1,8%, es decir, igual a lo que perdieron Valle y Antioquia. La Costa Caribe fue otra región que ganó, sobre todo por el avance de Bolívar, debido al crecimiento de Cartagena, y al del Cesar, por el carbón.
Todo lo anterior está reconfigurando la geografía económica del país. Aunque es evidente que la desigualdad aumenta, quienes se están quedando atrás y quienes están mejorando han cambiado. Por ejemplo, el Eje Cafetero, Caldas, Risaralda y Quindío, los campeones del crecimiento en la primera mitad del siglo XX, han retrocedido en la última década en relación con su participación en el PIB nacional.
El tema es de la mayor relevancia por razones económicas y políticas. Un país que crece a tres velocidades, negativa, cercana al promedio y dinámica, se hace cada vez más difícil de gobernar, e incluso puede ser el origen de populismos con bases fuertemente concentradas regionalmente (caso Bolivia). Además, no puede haber prosperidad nacional con múltiples regiones fracasando en materia de crecimiento económico.
Un país que es ejemplo para Colombia con respecto a las políticas regionales y la reducción de las desigualdades regionales, es Brasil. Un estudio reciente de Raúl M. Silveira-Neto y Carlos Azzoni, 2011, mostró que entre 1995 y 2006 se produjo una notable convergencia en los niveles del PIB per cápita de los entes territoriales del país, con una reducción del 11,6% en el sigma (la convergencia sigma se refiere a la reducción en la dispersión de los PIB per cápita). Estos autores les atribuyen una cuarta parte de la reducción en la brecha regional a los programas Bolsa Familia y Beneficios de Prestacao Continuada, que son políticas nacionales para la reducción de la pobreza y no tienen un componente regional explícito. Habría que evaluar por qué razón en Colombia los programas similares no han ayudado a la convergencia.
Cada vez hay más desigualdades económicas entre las regiones colombianas.
Un análisis de las últimas cuentas departamentales publicadas por el DANE, las correspondientes a 2010, lo corrobora. El producto interno bruto per cápita del departamento más pobre, Vaupés, es sólo el 16,0% del de Bogotá.
En la última década la situación de desigualdad regional se agravó. En primer lugar, los departamentos más pobres no están creciendo más rápido que los más prósperos, siendo ésta una condición necesaria, aunque no suficiente, para que las disparidades se reduzcan. Es lo que en la jerga del crecimiento económico se conoce como convergencia beta. Para el período en mención, excluyendo al Vichada, que tiene un comportamiento atípico, el beta es de cero. Además, las diferencias entre los productos internos brutos per cápita departamentales se han aumentado. Es decir, y para usar otra vez la jerga económica, sigma (la dispersión en los PIB per cápita) se incrementó, aunque sólo ligeramente.
Ahora bien, las regiones que en la última década se han rajado desde el punto de vista del crecimiento no son necesariamente las sospechosas de siempre. Por ejemplo, resulta llamativo el retroceso de Antioquia y Valle, que en el período 2000-2010 perdieron conjuntamente en su participación en el PIB nacional el 1,8%. En contraste, Santander, el caso más sorprendente de avance, aumentó su participación en el PIB total nacional en 1,8%, es decir, igual a lo que perdieron Valle y Antioquia. La Costa Caribe fue otra región que ganó, sobre todo por el avance de Bolívar, debido al crecimiento de Cartagena, y al del Cesar, por el carbón.
Todo lo anterior está reconfigurando la geografía económica del país. Aunque es evidente que la desigualdad aumenta, quienes se están quedando atrás y quienes están mejorando han cambiado. Por ejemplo, el Eje Cafetero, Caldas, Risaralda y Quindío, los campeones del crecimiento en la primera mitad del siglo XX, han retrocedido en la última década en relación con su participación en el PIB nacional.
El tema es de la mayor relevancia por razones económicas y políticas. Un país que crece a tres velocidades, negativa, cercana al promedio y dinámica, se hace cada vez más difícil de gobernar, e incluso puede ser el origen de populismos con bases fuertemente concentradas regionalmente (caso Bolivia). Además, no puede haber prosperidad nacional con múltiples regiones fracasando en materia de crecimiento económico.
Un país que es ejemplo para Colombia con respecto a las políticas regionales y la reducción de las desigualdades regionales, es Brasil. Un estudio reciente de Raúl M. Silveira-Neto y Carlos Azzoni, 2011, mostró que entre 1995 y 2006 se produjo una notable convergencia en los niveles del PIB per cápita de los entes territoriales del país, con una reducción del 11,6% en el sigma (la convergencia sigma se refiere a la reducción en la dispersión de los PIB per cápita). Estos autores les atribuyen una cuarta parte de la reducción en la brecha regional a los programas Bolsa Familia y Beneficios de Prestacao Continuada, que son políticas nacionales para la reducción de la pobreza y no tienen un componente regional explícito. Habría que evaluar por qué razón en Colombia los programas similares no han ayudado a la convergencia.