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Regiones y proyectos

Adolfo Meisel Roca

27 de noviembre de 2010 - 12:02 a. m.

EL PASADO 24 DE NOVIEMBRE SE aprobó en la plenaria de la Cámara de Representantes el Acto Legislativo por medio del cual se modifica la asignación de los recursos de las regalías.

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De esa manera, dicha reforma superó la primera vuelta en el Congreso y deberá empezar la segunda y última en el mes de febrero de 2011. Las diferentes votaciones que se han realizado hasta la fecha hacen pensar que el acto legislativo será aprobado por una abrumadora mayoría de votos.

El Ministro de Hacienda ha anunciado que las regalías que se destinarán a los fondos de desarrollo regional, se asignarán para proyectos de impacto en una zona que trascienda los estrechos límites de un único municipio. Por esa razón, es hora de que las regiones, especialmente las menos desarrolladas, empiecen a preparar proyectos de impacto regional, o al menos subregional. Así, cuando se apruebe el acto legislativo y se expidan los decretos y leyes que lo reglamenten, ya se tendrá claridad por parte de las regiones de cuáles serán las inversiones prioritarias para su desarrollo económico y social.

En el Caribe se ha iniciado, desde hace algunos meses, una discusión en torno a las prioridades en la inversión pública de la región. Las iniciativas han surgido de varios sitios: gobernaciones, alcaldías de las principales ciudades, gremios, universidades y centros de investigación. En esas discusiones se observan a menudo actitudes que no contribuyen a que se puedan volver realidad muchas ideas que ayudarían a elevar el nivel de vida de la gente, sin representar un costo demasiado oneroso. Por ejemplo, a la hora de definir proyectos muchas veces se piensa como cuando un niño está haciendo una lista de regalos para el niño Dios y que no se preocupa por la profusión de solicitudes y mucho menos sobre su priorización. El resultado de esa actitud es lo que se observa en la mayoría de las agendas de competitividad e incluso en algunos planes de desarrollo local. Como no hay priorización clara, muchas veces las obras e inversiones que se llevan a cabo son simplemente las que tenían más socios o aliados empeñados en sacar provecho personal.

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Un ejemplo dramático de lo anterior es la poca importancia que se le otorga a la inversión en educación pública en comparación con la inversión en carreteras. En el censo de 2005, en la Costa Caribe se registraron 840.000 analfabetas, es decir, personas mayores de 15 años que no saben leer ni escribir. El costo máximo que tendría erradicar completamente el analfabetismo en estos ocho departamentos es de 294.000 millones de pesos. Ello equivale al valor que representa la inversión para construir 58 kilómetros de carretera asfaltada, en terreno plano, de doble carril. En caso de que se quisiera erradicar el analfabetismo en 10 años, dicha suma equivaldría a construir 5,8 kilómetros de carretera anualmente durante 10 años.

Lo que quiero ilustrar con las cifras anteriores es que a menudo algunos proyectos de gran rentabilidad económica y social no se sacan adelante, a pesar de tener un bajo costo, sólo porque nadie con influencia los apoya. Es por eso que considero que las regiones deben adelantar un amplio debate sobre cuáles son los proyectos que se podrían financiar con los recursos de los nuevos fondos de desarrollo regional, que se van a crear muy pronto con los dineros de las regalías. Por lo menos en la región Caribe ese diálogo ya se inició.

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