Dos libélulas llegaron a la playa y, después de iluminar el lugar, desaparecieron. A este sitio tan cercano a Moñitos, en el departamento de Córdoba, no viene casi nadie. En los meses de julio y diciembre las cabañas sin puerta y con techos de palma reciben la visita de sus dueños e invitados. El resto del año, ese bosque —selva que existe al lado del mar— se queda en la oscuridad absoluta. En las noches solo se ven las estrellas, la luz titilante de algún barco o las libélulas luminiscentes que llegan a la playa. Esta imagen volví a verla esta semana, a propósito de dos situaciones.
La primera tuvo que ver con una entrevista que hice para un periódico comunitario, en Medellín, llamado Vivir en El Poblado. La entrevistada se llama Olga Giraldo y junto a su socia, Margarita Villa, es la creadora de Adaptiva, una marca de ropa diseñada para hacer más fácil la vida de las personas que atraviesan por una enfermedad o se recuperan de un accidente o cirugía.
Los botones, las telas y los cierres están pensados para evitar el sufrimiento, asegurar la dignidad, incluir a todos y traer un poco de belleza en medio de lo oscuro. La segunda situación está relacionada con un evento llamado “Con suma confianza”, organizado por el Programa Suma Social, una iniciativa de FHI 360 y USAID, en Colombia, para ayudar a que las organizaciones sociales trabajen en común, encuentren soluciones a sus problemas y aprendan a avanzar juntas, gracias a la inteligencia colectiva.
Como previo al Bazar de la Confianza, que organiza la cooperativa Confiar, este evento se realizó para hablar sobre la confianza: ¿cómo promoverla? ¿Cómo está en nuestro medio? En este último, el profesor Jorge Giraldo habló de la importancia de estar ahí, para otros, físicamente, y con la voluntad, a la hora de ganarse la confianza. Oswaldo Gómez, líder de la cooperativa Confiar y “guardián de las pequeñas cosas”, habló de lo que hace junto a su equipo para apoyar la economía y la vida de otros; todo, a través de esa confianza.
A la lista de invitados se sumaron Luz Marina Vélez y Julio Salleg, de la Colegiatura Colombiana de Diseño, quienes hablaron sobre la conciencia y “el potencial ilimitado” de cada persona. A la hora de hablar Salleg, sobre la pantalla apareció una lista de palabras de todo aquello que llevamos dentro: inteligencia, conciencia, poder, coraje, libertad responsable, creatividad, comunicación esencial, felicidad, confianza y amor. Al leer esta lista recordé esa noche, sin luz eléctrica, en la que el sonido del mar era lo único constante. Y en la que la luz de las luciérnagas fue lo único luminoso.
Y también pensé cómo en medio de las enfermedades físicas o mentales, las historias de nuestros desaparecidos, las camionetas veloces que no ceden el paso, el maltrato animal o el hambre de muchos, lo que cada uno lleva adentro, es lo más potente que tenemos. Para iluminar lo oscuro, como las luciérnagas luminiscentes de Río Cedro, la ropa de Olga Giraldo que describe en su edición de hoy Vivir en El Poblado o la gente que habló en el evento “Con suma confianza”. O como el “anillo más bonito, el más brillante”, que un recolector de chatarra hará a su mujer, en el cuento Ustedes brillan en lo oscuro, de Liliana Colanzi, y que da nombre a esta columna.
Dos libélulas llegaron a la playa y, después de iluminar el lugar, desaparecieron. A este sitio tan cercano a Moñitos, en el departamento de Córdoba, no viene casi nadie. En los meses de julio y diciembre las cabañas sin puerta y con techos de palma reciben la visita de sus dueños e invitados. El resto del año, ese bosque —selva que existe al lado del mar— se queda en la oscuridad absoluta. En las noches solo se ven las estrellas, la luz titilante de algún barco o las libélulas luminiscentes que llegan a la playa. Esta imagen volví a verla esta semana, a propósito de dos situaciones.
La primera tuvo que ver con una entrevista que hice para un periódico comunitario, en Medellín, llamado Vivir en El Poblado. La entrevistada se llama Olga Giraldo y junto a su socia, Margarita Villa, es la creadora de Adaptiva, una marca de ropa diseñada para hacer más fácil la vida de las personas que atraviesan por una enfermedad o se recuperan de un accidente o cirugía.
Los botones, las telas y los cierres están pensados para evitar el sufrimiento, asegurar la dignidad, incluir a todos y traer un poco de belleza en medio de lo oscuro. La segunda situación está relacionada con un evento llamado “Con suma confianza”, organizado por el Programa Suma Social, una iniciativa de FHI 360 y USAID, en Colombia, para ayudar a que las organizaciones sociales trabajen en común, encuentren soluciones a sus problemas y aprendan a avanzar juntas, gracias a la inteligencia colectiva.
Como previo al Bazar de la Confianza, que organiza la cooperativa Confiar, este evento se realizó para hablar sobre la confianza: ¿cómo promoverla? ¿Cómo está en nuestro medio? En este último, el profesor Jorge Giraldo habló de la importancia de estar ahí, para otros, físicamente, y con la voluntad, a la hora de ganarse la confianza. Oswaldo Gómez, líder de la cooperativa Confiar y “guardián de las pequeñas cosas”, habló de lo que hace junto a su equipo para apoyar la economía y la vida de otros; todo, a través de esa confianza.
A la lista de invitados se sumaron Luz Marina Vélez y Julio Salleg, de la Colegiatura Colombiana de Diseño, quienes hablaron sobre la conciencia y “el potencial ilimitado” de cada persona. A la hora de hablar Salleg, sobre la pantalla apareció una lista de palabras de todo aquello que llevamos dentro: inteligencia, conciencia, poder, coraje, libertad responsable, creatividad, comunicación esencial, felicidad, confianza y amor. Al leer esta lista recordé esa noche, sin luz eléctrica, en la que el sonido del mar era lo único constante. Y en la que la luz de las luciérnagas fue lo único luminoso.
Y también pensé cómo en medio de las enfermedades físicas o mentales, las historias de nuestros desaparecidos, las camionetas veloces que no ceden el paso, el maltrato animal o el hambre de muchos, lo que cada uno lleva adentro, es lo más potente que tenemos. Para iluminar lo oscuro, como las luciérnagas luminiscentes de Río Cedro, la ropa de Olga Giraldo que describe en su edición de hoy Vivir en El Poblado o la gente que habló en el evento “Con suma confianza”. O como el “anillo más bonito, el más brillante”, que un recolector de chatarra hará a su mujer, en el cuento Ustedes brillan en lo oscuro, de Liliana Colanzi, y que da nombre a esta columna.