Es martes: el tiempo límite para enviar este texto al periódico. Estoy lista para escribir sobre un tema de actualidad, uno relacionado con el futuro de la gente en el 2021. Para evitar cualquier desvío, leo de nuevo el consejo de un amigo periodista: “En realidad, lo único que deben hacer los columnistas es orientar a la opinión pública en temas y no usar sus columnas para hablar de sí mismos”. Sin embargo, un par de horas antes veo a una amiga psicóloga. Le escribo para llevarle un regalo. En la tarjeta agradezco por las enseñanzas de este año y los consejos para ayudarme a conservar la casa a flote en medio de las aguas turbulentas. También le explico que el vino regalado es para celebrar que estamos vivos. Ella responde de inmediato: sí, hay que celebrar. Además menciona cómo algunos conocidos le han hablado de evitar la Navidad este año: tal vez abstenerse de regalos, decoraciones, llamadas, cenas.
Pienso que a lo mejor esta vez valga la pena dejar a un lado el consejo del amigo y escribir estos detalles para explicar cómo esta noche (aunque las creencias sean distintas o simplemente nos quedemos en la casa) es una excusa para celebrar. Dudo cuando recuerdo el texto “Mis amigos”, del escritor Eshkol Nevo, en el que contó cómo perdió a uno de sus amigos, el dueño del café Tmol Shilshom (en hebreo: Ayer, anteayer), al que iban los escritores a leer en voz alta o las parejas en su primera cita.
A propósito del año pandémico, Nevo escribió: “Qué terrible. Odioso virus [...]. No estoy dispuesto a escuchar a nadie más diciendo que el virus ‘va a enseñarnos una lección’, o que ‘nos va a retornar a una vida más sencilla’”. Sin embargo, concluye así su escrito: “Sopla una ligera brisa y es posible creer que otros días llegarán”.
En el año más desafiante y distinto de nuestra historia personal y como parte de la humanidad, tal vez estos días de diciembre sirvan para celebrar que estamos vivos, que llegamos hasta este momento, que aún nos queda un poco de fuerza, que entre las tristezas propias y ajenas todavía podemos hacer cosas extraordinarias. Celebrar por la posibilidad de días nuevos en los que recordaremos a quienes ya dejaron este mundo y honraremos al seguir el camino. Porque probablemente eso hubieran querido para nosotros. Celebrar que este año se apaga y pronto nos envolverán otros días, otro tiempo.
Estos días de reposo tal vez nos sirvan para celebrar que hay alguien ahí para nosotros, que “la fugacidad del granizo” (escribió Juan Mosquera en su cuenta de Twitter) es también la vida: golpea y sorprende y así también se va. Que este 2021 nos permita entender que avanzamos si estamos unidos como comunidad y que las vacunas, la salud o las oportunidades son mejores cuando hay para todos.
Ojalá en este 2021 también podamos ver lo bueno, así como escribió el poeta Jaime Jaramillo Escobar en Cartas con Geraldino Brasil, publicado por Tragaluz Editores: “Si yo tratara tu cuadro como un crítico de arte, se volvería un frío catálogo de volúmenes, perspectiva, composición, texturas, colores. Prefiero oír la música que hay en ellos, disfrutar sus olores (no los del aceite y el barniz, sino los de las plantas y el salitre), gustar de los sabores que me traen de otra época, o de otras tierras”. ¡Feliz Navidad y buen 2021!
Es martes: el tiempo límite para enviar este texto al periódico. Estoy lista para escribir sobre un tema de actualidad, uno relacionado con el futuro de la gente en el 2021. Para evitar cualquier desvío, leo de nuevo el consejo de un amigo periodista: “En realidad, lo único que deben hacer los columnistas es orientar a la opinión pública en temas y no usar sus columnas para hablar de sí mismos”. Sin embargo, un par de horas antes veo a una amiga psicóloga. Le escribo para llevarle un regalo. En la tarjeta agradezco por las enseñanzas de este año y los consejos para ayudarme a conservar la casa a flote en medio de las aguas turbulentas. También le explico que el vino regalado es para celebrar que estamos vivos. Ella responde de inmediato: sí, hay que celebrar. Además menciona cómo algunos conocidos le han hablado de evitar la Navidad este año: tal vez abstenerse de regalos, decoraciones, llamadas, cenas.
Pienso que a lo mejor esta vez valga la pena dejar a un lado el consejo del amigo y escribir estos detalles para explicar cómo esta noche (aunque las creencias sean distintas o simplemente nos quedemos en la casa) es una excusa para celebrar. Dudo cuando recuerdo el texto “Mis amigos”, del escritor Eshkol Nevo, en el que contó cómo perdió a uno de sus amigos, el dueño del café Tmol Shilshom (en hebreo: Ayer, anteayer), al que iban los escritores a leer en voz alta o las parejas en su primera cita.
A propósito del año pandémico, Nevo escribió: “Qué terrible. Odioso virus [...]. No estoy dispuesto a escuchar a nadie más diciendo que el virus ‘va a enseñarnos una lección’, o que ‘nos va a retornar a una vida más sencilla’”. Sin embargo, concluye así su escrito: “Sopla una ligera brisa y es posible creer que otros días llegarán”.
En el año más desafiante y distinto de nuestra historia personal y como parte de la humanidad, tal vez estos días de diciembre sirvan para celebrar que estamos vivos, que llegamos hasta este momento, que aún nos queda un poco de fuerza, que entre las tristezas propias y ajenas todavía podemos hacer cosas extraordinarias. Celebrar por la posibilidad de días nuevos en los que recordaremos a quienes ya dejaron este mundo y honraremos al seguir el camino. Porque probablemente eso hubieran querido para nosotros. Celebrar que este año se apaga y pronto nos envolverán otros días, otro tiempo.
Estos días de reposo tal vez nos sirvan para celebrar que hay alguien ahí para nosotros, que “la fugacidad del granizo” (escribió Juan Mosquera en su cuenta de Twitter) es también la vida: golpea y sorprende y así también se va. Que este 2021 nos permita entender que avanzamos si estamos unidos como comunidad y que las vacunas, la salud o las oportunidades son mejores cuando hay para todos.
Ojalá en este 2021 también podamos ver lo bueno, así como escribió el poeta Jaime Jaramillo Escobar en Cartas con Geraldino Brasil, publicado por Tragaluz Editores: “Si yo tratara tu cuadro como un crítico de arte, se volvería un frío catálogo de volúmenes, perspectiva, composición, texturas, colores. Prefiero oír la música que hay en ellos, disfrutar sus olores (no los del aceite y el barniz, sino los de las plantas y el salitre), gustar de los sabores que me traen de otra época, o de otras tierras”. ¡Feliz Navidad y buen 2021!