A veces hay emociones que llevas adentro y salen sin avisos ni permisos. Tal vez para recordar esa parte frágil y sensible que implica ser humano, y que a veces olvidamos, en medio de las tareas del día. Esas emociones son como una gota de agua, pequeña en tamaño y potente en la sensación. Porque al caerte sobre la cara te trae imágenes de algo mayor y recuerda que estamos hechos de lo mismo que los ríos y el agua; todos estamos conectados.
Hace un par de semanas llegué a un auditorio inmenso después de aceptar una invitación: asistir a un acto de preparación de la escuela de mentores de unos colegios que Comfama creó hace dos años...
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