A veces hay emociones que llevas adentro y salen sin avisos ni permisos. Tal vez para recordar esa parte frágil y sensible que implica ser humano, y que a veces olvidamos, en medio de las tareas del día. Esas emociones son como una gota de agua, pequeña en tamaño y potente en la sensación. Porque al caerte sobre la cara te trae imágenes de algo mayor y recuerda que estamos hechos de lo mismo que los ríos y el agua; todos estamos conectados.
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Hace un par de semanas llegué a un auditorio inmenso después de aceptar una invitación: asistir a un acto de preparación de la escuela de mentores de unos colegios que Comfama creó hace dos años en Medellín: Cosmoschools.
Una vez en la tarima, y cuando llegó mi turno de hablar sobre educación y la experiencia de ver a algunos niños y niñas cercanos, en este lugar sucedió algo que no me había pasado en ninguna conferencia o presentación: de pronto, al mirar a toda esa gente sonriente y ansiosa por empezar el año escolar, sentí una alegría inmensa y los ojos se me llenaron de agua y tuve que parar unos segundos antes de hablar.
En nuestras ciudades los niños y las niñas crecen en un ambiente donde a veces gana la oscuridad: algunas familias los ven como la forma de reparar sus sueños rotos sin tener en cuenta la voluntad, otros los miran como una forma de descargar su rabia o intolerancia. Algunos más perturbados maltratan su cuerpo. Otros viven junto a ellos sin mirarlos bien o los llenan de tareas para mantenerlos ocupados y no tener que cuidar; cada uno hace lo mejor que puede con lo que sabe, dicen.
En medio de lo que pasa, Cosmoschools trae una historia distinta: después de viajar por 25 países y conocer más de 100 proyectos educativos y culturales, Juan Manuel Restrepo, responsable de educación en Comfama, y Melisa Álvarez, su rectora, se arriesgaron a crear estos colegios donde los saberes se integran en proyectos, el cuerpo y el arte están conectados, y los conflictos se resuelven entre todos. Si algo sucede se invita a todos a reunirse para solucionar lo sucedido, a través de la llamada Ruta de la Confianza, sin agresiones, con claridad y amor. Estos colegios tienen la compañía de instituciones educativas como la Universidad Eafit, Parque Explora, Cantoalegre, Fundación Mi Sangre, Crianza Positiva, Family Hope Center, Circo Momo, entre otros.
El propósito es lograr que los estudiantes (llamados aquí exploradores) se preparen para el mundo actual y sean felices. Aquí llegan sin uniforme o en patineta y muchos preguntan por qué no está abierto un sábado o domingo. Los colegios quedan en los barrios y llevan hasta ellos otras dinámicas y preguntas: cómo lograr que los vecinos conduzcan más despacio o que un evento escolar o biblioteca ilumine la calle con su presencia.
Con casi tres años cumplidos y tres mil estudiantes con orígenes distintos, Cosmoschools se alista para llegar a otros lugares de Antioquia, y Colombia, para lograr una transformación educativa. A medida de que avanzan enfrentan desafíos: ¿cómo mantener la teoría, viva, en la práctica? ¿Cómo asumir cada vida, diagnóstico psicológico o descubrimiento de la neurodiversidad con sensatez? ¿Cómo crecer con belleza y orden? Aquí hay un grupo de gente y familias que está dando lo mejor para que así suceda.