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Por estos días, entrar a redes sociales es ver una cantidad variada de expertos en muchas disciplinas. Algunos, por el hecho de tener un buen celular, se consideran periodistas. Otros, después de haber mirado o leído un poco, se sienten jueces. Se trata de un fenómeno moderno que han descrito personas como Yuval Noah Harari, que se caracteriza por reacciones rápidas, a veces impulsivas. También tiene que ver con la sensación de poder que otorga compartir la opinión con otros y la adicción que a veces generan las interacciones en esas redes y los canales digitales.
Todo esto, sumado a una especie de extinción de la privacidad, produce una mezcla que llama la atención a muchos y divide al mundo entre buenos y malos, en cuestión de minutos, sin importar los matices o un razonamiento lento, lógico y con evidencias.
Para quienes acostumbramos a leer sentencias judiciales o ver juicios televisados (los pocos que así ocurren), el juicio de Johny Depp se convirtió en un ejemplo de lo anterior. Durante cinco semanas, abogados, corte, testigos, juez y protagonistas se reunieron para encontrar la verdad y entregar un veredicto, basado en las evidencias.
Más allá de si se trató de una celebridad o no, aquí quedaron varios elementos para resaltar: la capacidad de la jueza Penney Azcárate para conservar la serenidad, en medio de un juicio mediático televisado, con tantas evidencias, emociones y detalles tan íntimos. A esto se sumó la capacidad de inspirar respeto y autoridad.
Además de lo anterior, aquí también se vio la inteligencia para guiar a los testigos, realizar preguntas puntuales (por parte de la abogada Camille Vásquez) y conseguir la evidencia precisa. Aunque haya personas que consideren que este juicio se convirtió en un mal precedente para los temas de asuntos de género, el proceso demostró lo contrario: un ejemplo sobre cómo debe buscarse la verdad, sin importar si se trata de hombres, mujeres o famosos. Porque cada ser humano tiene derecho a la justicia. Y esto solo pueden determinarlo realmente quienes se han preparado para ello.
El psicólogo Daniel Kahneman publicó un libro en 2021, titulado Ruido, en el que explica cómo muchas de las decisiones humanas son tomadas desde el “ruido”. Con esa palabra denomina las que considera desviaciones en el proceso racional: por ejemplo, un juez que emite una sentencia guiado por un prejuicio o un médico que ordena exámenes más detallados a los pacientes que acuden durante las horas de la mañana, tiempo del día en que él está más lúcido.
Para tomar decisiones ecuánimes, el autor propone mirar si tenemos patrones de reacción ante circunstancias específicas y organizar los pensamientos, con calma, una circunstancia característica del pensamiento racional. En su libro pasado, Pensar rápido, pensar despacio, este autor también define la intuición como ese pensamiento rápido que la persona experimenta ante ciertas situaciones (como una emergencia), después de reconocer experiencias previas y reconocer cuál es la mejor salida. El próximo 19 de junio, los colombianos tomaremos una decisión definitiva para nuestro futuro. De nada servirá dejarnos llevar por el juicio acelerado, la pasión o el impulso.
