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Desde la clínica

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Adriana Cooper
21 de marzo de 2025 - 05:05 a. m.
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Sucedió hace unas semanas: llegué con una persona a la sección de urgencias en una clínica cercana. Desde afuera, la cantidad de personas anunció lo que sucedería: una espera larga que se prolongó hasta la madrugada y terminó en un sillón para mí y en una cama para la paciente.

El hecho de que se tratara de una niña ayudó a que todo fuera más rápido. En el lugar había una mesa que, días después, recibió un florero, un televisor que transmitiría documentales de animales, una sala de espera y el silencio del cielo nocturno. A lo lejos se veían las luces titilantes de Medellín, a través de un ventanal sellado y con vidrio reluciente.

A ese lugar llegamos gracias a un discurso repetido: crecí con un papá que decía que lo más importante eran, y serían siempre, la salud y la educación antes que cualquier viaje, juguete, lujo o fiesta. Por eso, cuando regresé a Colombia, después de una década y luego de un diagnóstico equivocado en una EPS, hice todo lo posible para tener una póliza y mantenerla.

Durante los casi 10 días de hospital, recibimos las visitas respetuosas de los médicos. Entraron con delicadeza, con palabras cuidadas, sin atizar miedos, sin preguntas indiscretas. Entre ellos, recuerdo a la doctora Natalia, una mujer con la capacidad de escuchar cualquier verdad y de decirla de buena forma. Antes de la cirugía inevitable, saludó con la entereza de los que tienen experiencia. Días después, se atrevió a contar cómo se prepara antes de las cirugías: además del descanso, pide lo mejor para los niños, que la benevolencia del mundo la cuide a ella y a los que estarán en el quirófano. A su lado estaba la anestesióloga: una mujer que hizo las preguntas oportunas y actuó con delicadeza, con certeza.

Y es justo en esos momentos de vulnerabilidad absoluta donde los gestos de humanidad son más agradecidos. Aquí de nada sirve el funcionario que le atribuye la falla al sistema o ese ser humano que solo está interesado en que le muestres el recibo de pago.

En nuestra memoria no quedará la persona que se limita a pasarte el recibo millonario del parqueadero, que queda ahí mismo en la clínica. Tampoco quedará la persona de la cafetería que te obligó a hacer una fila extensa solo para confirmarte los sabores que hay en ese momento. No estará la enfermera que quiso forzar e insistir en las venas para que entrara la aguja, a pesar del dolor. Tampoco estará el restaurante con pocas opciones o inexistentes para quienes tienen alguna condición y no pueden ir más lejos.

En nuestra vida, así no las conozcamos, quedarán la personas que hicieron la adversidad más fácil: el que contó una historia para dar tranquilidad, el que pensó en tener libros para los niños, el que llevó unas flores para que hubiera belleza, el que vio a la personas como ser humano y no como cliente, el que ahorró el sufrimiento, el que usó audífonos para no molestar a los demás con sus videos, el vigilante que permitió la entrada cuando la máquina falló, el taxista que esperó. Y el mandatario que se esforzó para que haya medicamentos oportunos y piensa en la democracia de la salud, esa en la que lo bueno llega a todos, más allá de sus ideas, campañas por venir o prejuicios.

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Mar(60274)22 de marzo de 2025 - 04:00 a. m.
Es que es mejor ser rico que pobre ya lo dijo Pambelé, que lo diga el papa que predica la pobreza mientras vive en estrato 50.
Felipe Fegoma(94028)22 de marzo de 2025 - 02:17 a. m.
Según Fasecolda, creció un 68% la contratación de salud prepago desde que Petro anunció la eliminación de las EPS, como que no se confía mucho en su reformna. El que puede pagar una póliza, como la articulista, la paga y los que no podemos nos conformamos con lo que sea. A partir de los 65 años, que es cuando más se necesita asistencia médica, los precios de las aseguradoras se encaraman y pagar una prepago es imposible para la inmensa mayoría de los colombianos.
DIEGO ARMANDO CRUZ CORTES(25270)22 de marzo de 2025 - 12:42 a. m.
En dicimebre pasado tuve una experiencia muy similar. El cielo y el infierno, angeles que transforman vidas, que cuidan, que sirven con dedicación. Un simple saludo, una sonrisa, un gracias y una bonita aura de los cuidadores alegra la vida de los pacientes- Una prueba de compasión, de responsabilidad, de agradecimiento.
Mauricio Murcia(05056)21 de marzo de 2025 - 02:04 p. m.
Un poco más cosisa a qué quieres llegar
  • Sergio Henao(3490)22 de marzo de 2025 - 04:22 p. m.
    ¿Cómo? ¿No entendiste la intención de la columna? Eso es preocupante. ¿cuántos como ud. andan en las mismas?
haji(3766)21 de marzo de 2025 - 01:44 p. m.
Muy afortunada usted que no tiene quejas en lo referente a la atención médica, si no al incumpliimiento al trato VIP que le otorga su póliza; imaginese la cantidad de personas en el regimen subsidiado que ni derecho a un acetaminofén tienen.
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