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Invisibles

Adriana Cooper

22 de febrero de 2024 - 09:05 p. m.

Pocos minutos después de la despedida del amanecer, un hombre puso su zapato grande sobre el cuerpo de alguien que dormía debajo de una sábana en la calle. A eso le siguieron unas palabras gritadas: “Despertate que ya amaneció”. Cuando un testigo cercano le preguntó al hombre del zapato enorme y negro por qué hacía esto, respondió con una naturalidad sorprendente: “Es que se ve muy feo; nos daña la imagen”. Mientras esa conversación sucedía, el hombre que estaba dormido se levantó del asfalto con la sábana en las manos y siguió el camino. Tal vez se fue a buscar otro pedacito de asfalto, otro lugar donde pasar los días, donde no lo vean los demás ni siquiera para levantarlo de la calle.

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Según cifras recientes publicadas por los medios de comunicación, dadas a conocer por la Secretaría de Inclusión de la recién elegida Alcaldía de Medellín, los habitantes de calle aumentaron en un 150 % en los últimos cuatro años. Más que los números, las imágenes hablan por sí solas: hay calles del centro de la ciudad donde uno se pregunta si esa persona que camina sí es un ser humano: gente que busca comida en la basura, camina sin zapatos desde hace varias semanas o ingiere sustancias de forma continua para escapar de la realidad y evitar ver qué pasa.

En el caso de Medellín, hay factores nuevos con relación a las últimas décadas: extranjeros, detenciones de personas que viven en la calle y falta de claridad sobre los programas sociales que los atienden. Al mismo tiempo, también está el deseo de la gente de que esas personas —que muchos evitan mirar por miedo, dolor, incomodidad o ganas de no sentirse culpables— tengan un destino más amable. Esto último lo probaron los resultados de los ejercicios de conversación de Hablemos Medellín, iniciativa liderada por la Universidad EAFIT en la que personas de muchos barrios dieron respuestas sobre varios temas.

Medellín empieza ahora una etapa nueva liderada por Federico Gutiérrez en la que muchos esperamos que los habitantes de la calle sean vistos de una forma distinta y elemental: como seres humanos que están ahí por una serie de sucesos, decisiones fallidas o renuncias de otros. Cada vez que veo a una persona que duerme en la calle, me pregunto cuánta gente renunció a ella, quiénes estuvieron en su camino y si tener tantos habitantes de calle es un fracaso de todos.

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Para lograr un cambio en este tema necesitamos recordar que todos somos parte de lo mismo, aunque unos estén más perdidos que otros. También es importante recordar que mucha de la gente que pasa su vida dando vueltas por la calle ya perdió la noción de lo básico y sobrevive bajo el efecto de sustancias que le permiten dejar de sentir y seguir un día más en medio de la adversidad. A esto hay que sumar la presencia de las organizaciones de la sociedad civil. Esas que en los últimos años estuvieron por fuera de muchos procesos y que además de la sensibilidad y la intención tienen el conocimiento para lograr cambios, aportar y trabajar en equipo. También, para conseguir que muchos dejen de ser invisibles y tengan lo mínimo que debe tener un ser humano: el derecho a la dignidad.

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