El aviso aparece cada tanto en algún chat: “Se busca empleada interna”. Los detalles generales dependen de quien escribe: “Con salida los fines de semana, que cocine rico, le gusten los niños y los animales, que tenga buen genio, sea todera; ofrezco salario mínimo con todas las prestaciones”. Como es obvio, cada casa es un mundo y la negociación entre las partes ocurre bajo la libertad. Sin embargo, una vez empieza el primer día de trabajo, el peso de las rutinas domésticas, la arquitectura de la casa o las creencias de los jefes sobre lo que debe hacer una “empleada interna” se imponen. Algunas situaciones ocurren para bien y en otras la opresión estaba oculta, como puede verse en el artículo “Perfiles domésticos”, escrito por Carolina Calle, ilustrado por María Paula Vallejo y publicado en el periódico Universo Centro. “Historias de lavar y planchar” en las que se entiende cómo ha sido la vida de las trabajadoras domésticas durante este tiempo raro.
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“Se necesita empleada interna”
01 de octubre de 2020 - 03:00 a. m.