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Hay historias que se cuentan para evitar que a otros les pasen. Y más ahora que se acerca diciembre, un mes en el que aumentan los deseos materiales de muchos. Hay historias que se cuentan para tal vez sentirnos menos solos. O, quizás, para llevar a los responsables a pensar en las consecuencias de sus promesas incumplidas, como la seguridad o cuidar tu dinero, en este caso. Hay historias que se cuentan para evitar que a otros les pasen y entender: esta es una.
Sucedió a finales de octubre, en la noche: a mi celular llegaron unos mensajes de texto que avisaban lo ocurrido: tres compras hechas por un desconocido, a través de la plataforma Mercado Pago y cuyo valor dejó prácticamente en cero mi cuenta de Bancolombia. Al otro día fui al banco y, después de una espera de varias horas y recibir un número de radicado, la asesora dijo que debía aguardar varios días, en total casi una semana, para recibir una respuesta.
De nada sirvió mencionar las responsabilidades, los asuntos personales: el banco revisaría y daría su veredicto en ese plazo. Esperar y revisar eran los verbos que seguían. Ese día difícilmente pude concentrarme: comencé a escuchar y a leer historias de gente cercana y más lejana a la que le pasó algo similar: tiquetes aéreos comprados a su nombre, invitaciones a restaurantes, el pago de un hotel cerca al mar.
Cada pago hecho por desconocidos expertos en llevarse lo ajeno tenía los mismos elementos: una facilidad casi absoluta para realizar el robo y un camino lleno de trámites de banco por recorrer. Un camino en el que la soledad te acompaña. Porque hasta que el fraude no sea comprobado y remediado, este banco no te ofrecerá nada para devolver lo perdido, para pagar tus cuentas o ayudarte.
Días después, salí con una amiga a almorzar y contó algo que me dejó sin palabras: después de que el banco debitó un dinero de su cuenta y no logró resolverlo por la vía regular, le envió un mensaje a su director y en unos minutos el dinero regresó a su cuenta. Me alegré por ella y al mismo tiempo pensé: ¿por qué, en Colombia, hay que buscar a un conocido para que los asuntos finalmente se resuelvan?
Historias como esta se escuchan con frecuencia. De acuerdo con datos del “Informe sobre el fraude omnicanal” de TransUnion, publicados por el diario La República en abril de este año, “los intentos de fraude digital en Colombia crecieron 859 % durante los últimos tres años, producto del aumento de 960 % que ha tenido el volumen total de operaciones que se hacen en línea”. Una tendencia similar se observa en otros países del mundo.
Al terminar de escribir esta columna, Bancolombia seguía sin dar respuesta a un segundo reclamo y empecé a usar una cuenta en otro banco. Me informan que siguen analizando y no hay fecha de respuesta. Mientras llega, algunos cercanos me dicen que escriba a la Superintendencia Financiera, que hable con la Fiscalía. Una buena persona que conozco y trabaja en ese banco escribe con frecuencia a ver cómo puede ayudar para que se aclare todo.
Mientras se resuelve, recuerdo unas frases de Pensamiento crítico, un libro que Andrés Bauer, un autor argentino de 91 años, publicó recientemente en Medellín como resultado de una vida larga y bien vivida: “Lo que falla no es el sistema. Falla el hombre (o la mujer) que lo aplica”.
