Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Hace unas semanas, acepté una invitación: ser parte de un grupo de estudiantes de un diplomado virtual llamado “Liderazgo desde la Felicidad”, que realiza la Escuela de Formación Continua de la Universidad Pontificia Bolivariana en Medellín. Acepté por varios motivos: para poder ser una mejor persona, trabajar mejor con un grupo de periodistas que lidero en Medellín y para entender algo que hace varios años llama mi atención: el analfabetismo emocional en el que vivimos en Colombia.
De ese analfabetismo no hay estadísticas oficiales. Sin embargo, la realidad de este país habla por sí misma. Las reacciones sobre lo sucedido con Miguel Turbay son un ejemplo de ese desconocimiento de las emociones y de formas delicadas de tratar a otros. Me llama la atención, por ejemplo, la senadora Isabel Zuleta, quien después de conocer el parte médico de la Fundación Santa Fe acusó a la “derecha” de usar esta situación “con fines políticos”. Todavía la recuerdo en aquel video, sonriendo, cuando a Sergio Fajardo lo interrumpen, en el 2022, con el sonido de una sirena, en un pueblo de Antioquia. ¿Por qué se ve tan alegre avergonzando a alguien en público, en lugar de animarse a conversar con él y exponer su punto de vista?
Si miramos los reportes de salud mental en los últimos años, vemos que las cifras sobre situaciones negativas siguen en aumento. Por ejemplo, entre enero y julio de 2023, creció la tasa de suicidios, según el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses. De acuerdo con los datos, hubo un 15,73 % más que en el mismo período de 2022.
El incremento de accidentes en las vías, las historias de maltrato animal, los discursos de nuestros políticos y hasta el aumento del costo de vida en ciudades como Medellín requieren del desarrollo de la inteligencia emocional y de otros saberes que nos ayuden a encontrar la calma y la sabiduría en medio de todo lo que sucede.
Aunque apenas llevo un par de semanas desde el inicio de este diplomado, ya hay unos hallazgos interesantes: se necesita un trabajo diario e individual para vivir con valentía, sin miedo al pasado o al futuro. Muchas personas van por la vida sin saber cuál es su propósito, cuáles son sus talentos y pasiones, cómo cuidarse, cómo y cuándo fijar límites, cómo ver lo bueno en otros o entenderlos, cómo tener paciencia.
Aunque se tenga una familia con inteligencia emocional y un colegio o escuela que la enseñen y promueven, el trabajo continuo será necesario y en la mayoría de los casos no estamos preparados para hacerlo. Respiraciones, formas personales de sanar lo sucedido, una mirada libre de rabia perpetua hacia los demás y hacia nosotros, técnicas para entrenar la paciencia y aceptar lo incambiable, métodos para mantener vivo el amor o el buen humor. Revisar esto a la hora de tomar una decisión son tareas que requieren ese trabajo diario.
En este diplomado, al que asisten personas tan distintas como la vida (hay gente de todas edades, creencias, con oficios variados y en distintos partes del mundo), y es guiado por un grupo de expertas, queda claro que el momento actual del mundo necesita un trabajo que muchos no están haciendo: por desconocimiento, ausencia de posibilidades o soledad. Colombia necesita líderes que entiendan que este analfabetismo emocional ya no puede continuar.
