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Perdonarán, lectores, si hay exceso de detalles, aquí van algunas historias locales. Cuentan quienes saben y han caminado la calle que en Palacé, muy cerca del centro de Medellín, existe un lugar al que llegan varios taxistas. Aparecen en busca de niñas menores de edad que, según ellos, van a ayudarlos a sentirse más relajados: la transacción consiste en un poco de sexo oral a cambio de dinero, al final de un día o en la mitad de un viaje. A ellas les dicen “las terneritas”.
En Copacabana, a menos de una hora, aproximadamente, del centro de Medellín, las autoridades detuvieron a Heinz Pool Buleje, ciudadano peruano-estadounidense, seguidor de drogas, fiestas y sexo. Después de encontrarlo con 15 menores de edad entre los 14 y 17 años, las autoridades se llevaron sus pertenencias como evidencia: drogas, tarjetas de crédito y una maleta llena de ropa interior.
En 2021 la Corte Distrital de los Estados Unidos para el Distrito Norte de Illinois presentó formalmente la acusación contra Buleje por decenas de cargos. Sin embargo, la Corte Suprema de Justicia de Colombia dijo negar esta posibilidad para evitar que Buleje estuviera cerca de su familia en Estados Unidos y realizar el proceso en Medellín. ¿Acaso no conocían la legislación estadounidense y la realidad de las cárceles colombianas?
Se supo que el Juzgado 11 Penal del Circuito de Medellín no había encontrado un traductor calificado para avanzar en el proceso y eso fue causa de un llamado de atención de la Corte. ¿Qué hace Heinz Pool Buleje en este momento? ¿Detuvo su historia de explotación sexual mientras le buscaban un traductor?
Estas historias se tratan cada cierto tiempo en un lugar llamado Mesa Intersectorial contra la ESCNNA (explotación sexual comercial de niños, niñas y adolescentes para la obtención de ganancias), que existe en Medellín desde el año 2010. En las listas de asistencia a las reuniones se ven las firmas de representantes de organizaciones de la sociedad civil, autoridades y universidades. Aquí conviven el sector público y el privado gracias al deseo de trabajar juntos, más allá del gobernante de turno, el partido político o las aspiraciones personales.
Además de buscar formas de incidencia y apoyos que le permitan trabajar por esta causa, esta mesa quiere llegar a la esencia: las mujeres que ven en el abuso sexual algo familiar (por su historia de infancia), las casas que permiten el abuso sexual de sus hijos, los gobiernos que entregan dispositivos electrónicos a menores sin educación previa para la web, las autoridades que cierran un parque visitado por turistas buscadores de sexo sin tener en cuenta que podrían irse a apartamentos alquilados donde ellas no entran.
Esta mesa cuestiona la tarea de cada uno: la labor de los policías, el silencio de la comunidad y la apatía de una ciudad como Medellín en la que muchos ven como normal realizar congresos webcam, ganar dinero a cualquier costo o vender sin límites cualquier tipo de medicamento o sustancia (¿ya estamos listos para la llegada, en aumento, de los opioides que cada vez son más perseguidos por las autoridades estadounidenses y buscan mercados nuevos?). Apoyar esta mesa es tomar partido, antes de que sea demasiado tarde: antes de que Medellín se convierta en la capital mundial de la explotación sexual.
